N A R R A
R U S I A—No puedes seguir así— hablo Moscú, reuniendo toda su paciencia y amabilidad, hasta se tomaba las molestias de hablar en español, esa era la única manera que lograba que lo escuche, cuando me hablaba en ruso yo lo ignoraba.
—¿Hay novedades?— pregunte.
La habitación estaba hecha un asco, estaba oscuro y hacía dejado de preocuparme en acomodarla, estaba sucia y desordenada y en medio de todo ese desastre estaba yo, bebiendo del pico de una botella.
—Sabes cómo es, tienes que tener paciencia....
—Largo— lo interrumpí mientras que apretaba mis labios entre sí, conteniendo las lágrimas.
—Rusia...debes prepararte para lo peor— ese fue mi detonante.
—¡Dije largo!
Tire la botella con fuerza contra la pared, rompiendo la de inmediato, pero no me preocupe por ella, y esa fue la advertencia que necesitaba Moscú, pues cerró la puerta y me dejó solo de nuevo.
Tan sólo me concentre en seguir llorando, en seguir sufriendo y castigandome, dejando que la culpa me ahogue y me haga respirar con dificultad, quiero que acabe, la angustia, el miedo, quiero que acabe y sólo acabará con ella, cuando me abrace, cuando su cabello me haga cosquillas, cuando me haga bromas, cuando me dedique una canción de nuevo, cuando bromee conmigo o cuando me patee por haberme burlado de su estatura, cuando se cruce de brazos o infle sus mejillas, pero no pueda aguantar la risa y termine cubriendo su rostro con sus manos, mientras que yo trataba de ver esa sonrisa tan hermosa.
Por favor, por favor, si hay un dios en algún lado, que me ayude, que la devuelva sana y salva, que me lleve a mí, que se lleve a miles, pero que ella vuelva.
Iría al mismísimo infierno con tal de ver de nuevo su sol resplandecer, y acusarla de que me observaba.
Me quedé quieto, como si el mundo se hubiera puesto en pausa conmigo, observando a cualquier otro lado, todo con tal de escapar de la realidad unos segundos, sus recuerdos me hacían sentir tan miserable, pero no podía huir de ellos, era a lo único que me podía aferrar.
"—¿Y tú te quejas de mi invierno? Aquí también hace mucho frío— me quejé viendo como la nieve se acumulaba en los campos, y la albiceleste que estaba a mi lado se rió de mi exageración.
—En tu territorio hace más frío— aseguró con tranquilidad, luego, se acerco a mi y me abrazo, provocando que mi cuerpo entre más rápido en calor.
Pase mis manos por su cintura y la abrace también, admirando el paisaje de hielo que se extendía delante mío.
—¿Por qué estamos aquí?— pregunte con curiosidad al no comprender del todo la razón.
—Sólo...sólo no quería sentirme sola rodeada de personas— dijo con algo de timidez— contigo no me siento sola.
Asentí, sin tener mucho que agregar, comprendiendo lo que quería decir.
—Espero que nunca te sientas sola conmigo mi flor— agregue, provocando que Argentina se de la vuelta y me vea fijamente.
—Yo también espero que eso nunca pase.
Sonreí con tranquilidad y tu pusiste tus manos levemente tibias sobre mi rostro, acariciandolo como si fuese algo delicado o de mucho valor.
Tus ojos brillaban, y a pesar de que seguían mostrando una profunda tristeza que nunca terminaba de comprender, resplandecían con algo más, por algo más, y esa expresión, llena de inocencia me hacia sentir tan vulnerable, era como si me tuvieras en tus manos.
Me acerqué a tu rostro, dudando tanto, con tantos pensamientos, pero tu no te alejarte a pesar de mi acercamiento tan brusco, permaneciste allí, y yo, dejando de pensar por 4 segundos te bese, como si hace mucho lo anhelara, aunque no fuese así, te bese buscando borrar la tristeza y la soledad.
Tus labios eran dulces y tenían un gusto peculiar que sin no podía determinar, eran suaves y húmedos, se movían al compás de los míos y tus manos se aferraban a mi chaqueta, el calor de ti cuerpo, todo me hacia sentir tan cómodo, yo sabía que tu no tenías tanta experiencia besando a alguien, tus primeros besos fueron accidentales y sin tu consentimiento, pero a pesar de eso ¿por qué se siente tan bien? ¿Cómo es que sabes jugar con mi lengua? ¿cómo es que sabes cuando chupar y morder? ¿Cómo lo sabes?".
Sonreí ante ese recuerdo, fue nuestro primer beso, y lo disfruté tanto ¿por qué lo disfrute tanto? Ni siquiera lo sabía.
"Estabas haciendo ángeles de nieve mientras que reias, parecías una niña, y de cierta manera me gusta pensar que estás creando conmigo los recuerdos que de niña te habría gustado tener.
Tome un poco de nieve y la moldee hasta hacer una bola de nieve, y con un poco de fuerza te la tire a ti, haciendo que te quejaras y me maldigas.
—Ayúdame a pararme, esa bola de nieve me dejó muerta, que ura ¿por qué la lanzaste tan fuerte?— pregunto casi sin aire, haciendo que me ría en su cara.
—Eres una debilucha, eso pasa— me acerque a que ti y trate de extenderte la mano, pero tu aprovéchate mi caballerosidad, como siempre, y me túmbaste a la nieve sin problemas— ¿cómo es posible que tengas fuerza si mides menos que un gnomo?
—No tengo tanta fuerza, vos tenes poco aguante.
Me reí roncamente por eso, y ambos nos quedamos tumbados en la nieve un rato más, hasta que te pusiste de rodillas y te sentarte en mi regazo, poniendo tus manos celestes sobre mi pecho, te inclínate y besarte mis labios, sólo los rozaste, una leve caricia.
—Vamos adentro, me cago de frío."
Te extraño tanto.
:0 sin palabras
Ellos se besaron, por lo visto, muchas veces ¿por qué no dedique un capítulo entero a uno de sus besos como lo hice con Alemania? La respuesta se acerca, y muy pronto comprenderán por qué, o tal vez no, explique muchas veces que el viejo argento tenía que morir y ustedes aún no lo aceptan, pero en fin, hipotenusa.
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Niños buenos [#C.H 2] |COMPLETA|
FanfictionLa hija del mal. Eso es lo que susurraban a las espaldas de aquella bella e inocente joven, que ninguna culpa tenía de los crímenes que su padre había perpetuado, pero que tendría que pagar por los mismos. Una chica que había nacido con el único p...