《7》

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Día 1: avalancha

N A R R A D O R
O M N I S C I E N T E

—Si sientes que en algún momento, ya no puedes seguir, aunque no hayamos llegado tan lejos, me lo dices ¿está bien?— Argentina se preocupaba por Alemania, pues no quería perder a nadie más.

A Alemania le parecía un gesto muy tierno de la chica, y a pesar de que él siempre se comportaba manera fría con la misma, ella aún así sabía como de vez en cuando derretir sus múltiples capas de hielo con la que había envuelto su corazón.

—Du machst dir zu viele Sorgen, ich bin kein Kind [Te preocupas demasiado, no soy un niño].

—No pero estas en la cordillera, lugar al cual yo hice que vinieras, lo que te pase será mi culpa, tengo muchos problemas de momento.

Alemania decidió no discutir, dejarlo pasar, porque sabía que ninguna de sus palabras tranquilizarian a la argentina, ahora lo único que serviría para que deje de estar tensa sería encontrar a Chile.
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El frío era algo que no podías soportar, sentías que atravesaba tus ropas y las corrientes heladas de aire calaban tan profundo en tu interior que te hacían temblar, la nieve lo cubría todo y las gloriosas montañas adornaban el paisaje, haciéndolo imponente, las nubes retrocedían y dejaban ver a un cielo pintado de celeste, lila y azul, que se entremezclaba con el sol y las estrellas, la oscuridad retrocedía, el sol bañaba la nieve pero no hacía ningún intento en derretir la, pero aún así, ellos seguían caminando.

Sus pasos se marcaban en la nieve, mientras que Argentina volteaba a ver de vez en cuando a Alemania para asegurarse de que siga detrás de ella, y volvió su vista al frente al comprobar que sí.

—No nos dejarán pasar a Chile, tenemos que escalar la cordillera y entrar a su territorio, con nuestra fuerza y velocidad, nos llevará 8 horas sin descanso ¿está bien?— pregunto mientras se detenían en frente de una imponente montaña escarpada, que parecía imposible de terminar se escalar.

—Sí— aseguró Alemania mientras que estiraba su atlético cuerpo, viendo cómo también Argentina se preparaba.

—¿Podrás seguirme el paso?— pregunto la argentina mientras que se sacaba el abrigo y lo ataba a su cuerpo con una soga para no perderlo.

—Misstrauen Sie mir zu sehr, natürlich kann ich dem Rhythmus folgen [Desconfias demasiado de mi, claro que te podré seguir el ritmo].

—Si insistes.

Argentina no dijo nada más, mientras que detrás de su bufanda trataba de esconder la sonrisa burlona que luchaba por controlar, retrocedió un par de metros y corrió en dirección a la montaña velozmente, saltó en el aire, y como si se tratara de algún animal feroz, sus brazos y sus piernas se prendieron sobre la superficie, y con sus 4 extremidades empezó a subir a toda velocidad la montaña, sorprendiendo a Alemania por la velocidad de la chica, claro que no podría alcanzarla.
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—Estoy preocupado ¿y si les pasa algo?— murmuró Uruguay mientras abrazaba a Brasil con temor, casi siempre lo abrazaba con temor.

Desde que Argentina había muerto, el pequeño tenía miedo de que todos los secretos salgan a la luz, uno de esos secretos implicaba la  parte en la que Uruguay ayudaba a su hermano al mantener a Brasil distraído, el brasilero supondría de inmediato que Uruguay estuvo manteniendo una relación por puro interés, y aunque al principio fue así, el uruguayo no pudo evitar terminar sintiéndose atraído verdaderamente por su actual novio, era tierno, romántico, algo gritón y enojón, pero también amable y considerado.

Niños buenos [#C.H 2] |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora