Niños buenos [#C.H 2] |COMPLETA|

《39》

N A R R A
A R G E N T I N A

Me desperté en medio de la noche, por lo frío que se sentía la cama, y es que Rusia no estaba a mi lado, con su calor corporal que me traía alivio debido al frío clima.
Decidida a buscarlo me puse de pie, sintiendo el frío de la madera y camine en dirección a la sala, para buscarlo, pero pase de esta hasta la cocina, donde lo encontré apoyado en la mesada, con un cigarrillo entre los labios, mirando a la nada, tenía el cenicero al lado y eso me hacía saber que no era el primero que prendió, se veía pensativo y ni siquiera parecía haberme escuchado entrar, por ello, toque con suavidad el marco de la puerta de la cocina, con tal de no perturbar su paz de inmediato, viendo como sus preciosos ojos azules me observaban y sonreían con pereza.

—Hola— salude con tranquilidad acercándome a él a paso tranquilo.

—¿Qué haces despierta a esta hora?

—No te sentí en la cama y me desperté— dije con tranquilidad posicionandome delante de él.

Rusia era un hombre profundo, bastante reflexivo y filosófico, lo había encontrado más de una vez en la madrugada en la cocina en esa misma situación, y el me había dicho que sólo pensaba, entonces supuse que los momentos que la mayoría de las personas tienen al irse a dormir, donde reflexionaban sobre diversos temas, él lo hacía en la cocina con un cigarrillo entre los labios, lo había respetado y acompañado muchas veces, dejando que descargue conmigo todos sus dilemas mientras que yo daba mi punto de vista del mismo.

—Lo siento, ahora voy— se disculpó borrando su sonrisa y volviendo a lo que yo llamo "pose de pensar".

—Descuida— le reste importancia sentandome en la barra de la cocina con tranquilidad— ¿quieres hablar de algo?— pregunte dispuesta a escucharlo, siempre lo escucharía.

—¿Cómo supiste que te gustaba Alemania?— aquella pregunta me tomo por sorpresa, puesto que no esperaba que hiciera aquella pregunta, pero de todas formas respondí.

—Primero, eso de las mariposas en la panza es pura mierda, yo no sentía nada de eso. Yo lo supe cuando se me hacia imposible no pensar en él a cada rato, o cuando nos juntábamos y me sentía ansiosa y bruta, cuando me decía algo lindo y me sonrojaba o tenía gestos conmigo. Supe que me gustaba Alemania cuando quería que este a mi lado, cuando supe poner una línea entre la amistad y el amor de pareja. Me hice una simple pregunta ¿quiero que Alemania sea sólo mi amigo? ¿No quiero algo más?

Rusia pareció analizar mis palabras en silencio, dejando que el cigarrillo se consuma con lentitud, hasta que volvió a posar sus ojos en mí.

—¿Y cuál es esa línea? Es decir, nosotros muchas veces actuamos como una pareja, pero seguimos siendo amigos.

Me tomo por sorpresa por segunda vez, aún no entendía a lo que quería llegar, y mi mente se encontraba algo cansada como para encontrar un motivo.

—La línea para mí cambia dependiendo de la persona, digamos que a Alemania no podía besarlo en la mejilla sin que se ponga incómodo o nervioso. ¿Por qué me preguntas esto?

Rusia me miró con fijeza, viendo cada rasgo de mi rostro con seriedad, como si tratara de hayar una respuesta más convincente de la le estuviese dando, pero sinceramente no iba a encontrarla, mi experiencia en el amor es prácticamente nula.

—¿Aún te gusta?— ignoró mi pregunta deliberadamente, haciendo que infle mis mejillas con leve molestia, sigue siendo un grosero.

—No— asegure.

No mentía, Alemania me gustó, pero antes de que el sentimiento pudiera desarrollarse con profundidad pasó lo de Polonia, todo se fue a pique y la forma tan brusca de saber que no tenía ningún interés por mi me ayudó a superarlo todo de manera más rápida, ayudo también el hecho de que haya confesado mis sentimientos y dando todo lo que pude dar, sabía que yo había puesto mi mejor esfuerzo y si no funcionó era por mero desinterés de Alemania, y lo acepté.