《19》

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N A R R A
   A  R G E N T I N A

Ni una llamada, ni un mensaje, absolutamente nada, era como si Alemania haya decidido no verme, ni hacer el intento de arreglar algo, me pregunto si el me apreciaba de la misma forma que yo a él, aunque sea a un nivel de amistad.

—Какой идиот [Que idiota]— murmuró Rusia, moviendo entre sus manos la taza de café que tenía, que parecía miniatura comparada con sus dedos.

No acote nada a su comentario, sabia que no haría falta, después de todo, yo también pensaba lo mismo.
Rusia se volvió un muy buen amigo, era tranquilo, reflexivo, cariñoso y muy amable, era  alguien con quien podía pasar hablando toda la noche sin cansarme y quien me podría hacer reír durante todo el día y aún así, cualquier que tema que abordemos puede terminar entre risas o entre golpes. Me gustaba pasar tiempo con él.

—¿Dices que tal vez me excedi en decírselo? Se veía tan shoqueado, no esperaba que le confesara que me gusta.

—Por eso mismo es un idiota, el hecho de que crea que eres inmune a los sentimientos humanos, además, él confundió primero las cosas, se tomaba demasiadas libertades contigo—  opinó mientras que le daba un sorbo a su café.

Ambos estábamos en una cafetería cercana a la cede de la ONU, haciendo tiempo hasta que sea hora de la reunión.

—Creo que sólo yo confundí todo Rusia, si el país que te gusta te dijera que le gustas ¿te quedarías con cara de boludo?— pregunte mientras que tomaba mi jueguito de naranja.

—Si alguien me dijera que le gusto le miraría como si estuviese loco— me reí mínimamente por aquello.

—Eres encantador— aseguré con tranquilidad sonriendole de forma amable— cualquier país que gustara de ti tendría que ser halagado por su tan buen gusto.

—¿A quién quiero engañar? Soy hermoso— aseguró Rusia con fingida arrogancia.

—Hay un campamento dentro de unos días— cambie de tema— propuesto por ONU ¿vas a ir?— pregunte viendo que el café que me habían traído para mi estaba todavía a la mitad y ya frío, no me gustaba demasiado el café, pero me parecía un desperdicio no beberlo.

—No— aseguró con tranquilidad mientras que bebía de su taza los últimos sorbos— son aburridos y tediosos, y eso implicaría estar más tiempo del debido aquí— aseguró con desagrado, y no era porque Estados Unidos le desagrade en su totalidad, era porque siempre se sentía juzgado y amenazado estando entre la gente de USA, era como si de alguna manera todos lo estén juzgando o en cualquier momento salte alguien a querer atacarlo.

—Yo tenía ganas de ir, pero en fin, tal vez tampoco vaya— asegure mientras que veía la hora en la pantalla de mi celular, notando que era tiempo de irnos.

Ambos nos pusimos de pie, y mientras Rusia se encargaba de pagar la cuenta (cosa que siempre hace aunque yo quiera pagarla) yo caminaba directo a la salida.

Al abrir la puerta del local de la cafetería escuché cuando algún transeúnte me gritó "¡cuidado!" En un Inglés claramente nativo, y cuando me di cuenta, vi que un ciclista estaba a punto de impactar conmigo cuando el pelotudo de la bici se le ocurrió subir a la vereda del negocio, casi llevándome por delante su no fuese porque me hiciera hacia atrás, y debido a que la vereda estaba hecha de adoquín, la punta de mi zapato quedará agarrado en un agujero -un fallo del suelo- generando que al tratar de sacarlo se rompa la punta, y me iba a caer de culo si no fuese porque Rusia me estaba por detrás, y tuvo los reflejos para agarrarme y evitar una caída muy fea.

—I'm so sorry!— me gritó el ciclista mientras que se alejaba por la vereda.

—¿Cómo "perdón" cajeta? ¡aprende a pedalear carnero y la re pu...!— Rusia cubrió mi boca con su mano, mientras que me sostenía mejor de la cintura y me ponía de pie, estabilizandome.

Niños buenos [#C.H 2] |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora