Capítulo 8: Rebeldía ascendente

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"Un verdadero espíritu de rebeldía es aquel que busca la felicidad en esta vida." Henrik Johan Ibsen.

Narra Audrey:

Comprobé que Eizen era un perfecto confidente ni bien me contó para sembrar confianza entre ambos, que su padre era Luck Geanin.

Aquella confesión me sirvió no solo para confirmar que no le comentaría a nadie acerca de todos mis dramas familiares, sino que también para comprobar que no fingía ser buena persona, simplemente lo era y ya.

Aunque poco y nada se sabía acerca de su padre para esa época, él podía ponerse como meta encontrarlo. Al hacerlo no iba a bastar más que una prueba de ADN para comprobar ser su hijo y luego figurar como heredero de millones y más millones. Pero se notaba que no le importaba en lo más mínimo el dinero, no era para nada una persona materialista. No fingía ser alguien de bien, lo era y fin.

Los dos poseíamos un poder de amplía grandeza. Si queríamos destruirnos bastaba con contar a los medios las situaciones que ambos sabíamos del otro. De todas formas yo confiaba en que no iba a ser necesario acudir a eso y mantenía la idea de que esas armas estarían cargadas pero que no habría motivo aparente por el cual disparar.

Mi madre se paseó esa misma noche por mi habitación y sin dar muchas vueltas en su discurso se dispuso a decirme solo un par de palabras:

—Espero que no te sigas viendo con ese bichicome. Y ten mucho cuidado si lo haces.

Lo pronunció con autoritarismo y liderazgo y luego se retiró. Yo tenía muy en claro que las cosas se tornarían muy complejas a partir de ahora, aunque mi madre trabajaba en el horario de salida del instituto, era consciente de que me vigilaría y que pediría informes de mis horarios de salida, lo cual me generaría un problema inmenso si quería continuar viéndome con Eizen. Mi único salvavidas para no ahogarme en ese mar, era Elsa.

Tras mi madre retirarse, le solicité a Elsa que presenciara el dormitorio y le bastó escuchar unas pocas palabras de mi parte para saber por dónde venía el asunto. 

—¿Vos me querés verdad? —Asintió y se acercó a mi cama—. ¿Y estarías dispuesta a hacer cualquier cosa por mí, verdad?

—Ya deja de dar vueltas y dime qué favor debo hacerte.

—Cubrirme con mi mamá a la salida del instituto —susurré en voz baja—. Tenes que decirle siempre que estoy en casa, no sé si queres te dejo grabaciones para que se las pongas al teléfono y se crea que soy yo… ¡No sé Elsa pero necesito que me cubras!

—¡No, no, no niña! —Se tomó la cabeza y luego se cruzó de brazos mostrándome ser fiel a su negación—. Ya conoces a tu madre, no me metas ni te metas en un problema.

—Es por algo importante —rogué y me arrodillé ante sus pies en forma de súplica.

—¡Levántate! —Me sujetó de los brazos y me obligó a pararme—. ¿Qué puede ser tan importante como para que te animes a enfrentar a tu madre?

—El cariño hacía una persona —sentencié sin más—. Solo necesito que me cubras y que te encargues de manipular a los guardias para que tampoco digan nada. De lo demás me encargo yo.

Elsa, rendida, acabó aceptando y siendo así, el camino a recorrer ya sería muchísimo más fácil.

Los dichos de mi madre me hicieron sentir rebelde. Me seguía viendo con él, visitaba su apartamento, nos masajeábamos y charlábamos Todo eso en sus narices.

En el fondo era consciente que él rebelión no me duraría mucho, pero trataría de disfrutarlo al máximo mientras durara. Eizen lo dijo y quedo revoloteando en mi mente: “Las aventuras son más divertidas si huelen a peligro.” Esta aventura me encantaba, era consciente de los riesgos que traía con ella pero me hallaba dispuesta a todo con tal de seguir viendo a Eze.

Ningún obstáculo nos podrá separarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora