Desde que nos enteramos del fallecimiento de la abuela, nuestra vida se vino abajo, una tormenta opacó los rayos de sol y ahora ya no cabía sitio para un arco iris salvador. Yo traté de salir a flote, de resistir el dolor profundo que generó su partida, pero Eizen se hundió en una depresión inmensa y no quería saber nada con la vida.
Ya habían pasado dos semanas conviviendo con la angustia inmensa de la ausencia de nuestra abuela, pero aunque los días pasaban y pasaban, él tiempo para mi primo se congeló y él quedó preso ahí dentro. Dejó de estudiar, de trabajar y de cantar. Se la pasaba acostado en la cama escuchando música, fumaba cigarrillos todo el día y si se levantaba era para ir al baño o comer algo.
Yo en el fondo tenía ganas de seguir su camino, de acostarme en una cama y no levantarme nunca más. Pero si yo me hundía, ya no habría salida. Debía seguir adelante para mantenernos, porque ahora si que no teníamos ni un peso, todo lo que él recaudó en el comercial lo gastamos en la fianza y el único dinero con el que contábamos era la chirola que me daban a mi.
—Eizen —bufé un día bastante enfadado y golpeé la puerta del dormitorio—. Está ese chico Peter preguntando por vos, es como la quinta vez que se presenta. Parece muy preocupado, por lo menos podrías salir y decirle que estas bien.
—¿Te parece que estoy bien? —murmulló molesto, y un poco me alegré, porque hacía días no escuchaba el tono de su voz.
—¿Te parece que acostado sin hacer nada vas a estar mejor? —lo reté—. Estás
—Permiso —susurró una voz, era Peter, quien se armó de coraje y entró al apartamento aún sin autorización. Traía un sobre en su mano y apretaba sus labios.
Al ver a mi primo quedó boquiabierto y los ojos se le llenaron de lágrimas lentamente, era obvio, el estado de ese chico detonaba a cualquiera que lo mirase.
—¿Qué... qué te pasó? —indagó preocupado, caminó hacía él y se sentó a su lado en la cama—. Estás re flaco, con el rostro como demacrado y tenés un olor tremendo a cigarrillo.
Eizen bajó la mirada y no respondió nada.
—No vale la pena estar así por Audrey, ella ya sabe toda la verdad y...
—Ojalá mi dolor fuese sólo por ella —se lamentó, yo observaba la escena a un costado—. Me llamó un montón de veces. —Y entonces cerró los ojos, conteniendo las lágrimas.
—Lo sé, no la atendiste —aquellas palabras se congelaron en el aire y entonces Peter continuó—. Esto que tengo acá es correspondencia desde Italia, estaba en el buzón y decidí alcanzarlo. Tiene su nombre escrito.
—Claro, ahora quiere que la perdone. —Se masajeó la sien irritado, se incorporó en la cama y bruscamente le sacó la correspondencia a Peter.
Comenzó a romper el sobre sin cuidado alguno y al distinguir lo que tenía adentro un ataque de furia se apoderó de su ser:
—¡Ahora lo manda esta hija de puta! ¿No ven que es una pelotuda? —gritaba—. ¡La odio! ¡Les juro que la odio con todo mi ser! —Se tapó el rostro con ambas manos y se dio la cabeza contra la pared reiteradas veces.
—Tranquilízate Eizen —lo alenté y me paré a su lado—. ¿Que envió?
—El medicamento mandó.
Hasta yo me movilicé, tuve que sentarme en la cama para intentar mantenerme en eje y no violentarme.
—¡Que bueno! —se alegró Peter, quién al parecer no estaba al tanto del trágico hecho sucedido—. ¡Entonces su abuela se va a salvar! Que suer...
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Ningún obstáculo nos podrá separar
Roman pour AdolescentsAudrey Storozzuck; a pesar de estar cien por ciento ligada a la locura, sus padres la reprimen y no le permiten ser ella misma. Esta irritante situación cambiará cuándo en su vida aparezca Eizen Heathcliff. Un chico que parece ser su polo opuesto, p...