Capítulo 15: El sueño que nos une, no nos puede separar.

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"Es difícil volver a confiar cuando ya te fallaron una vez".

Narra Audrey:

Tras mis pies transitar la calle en la cual guardaba la moto Patrick y mi figura posarse enfrente de ese mismo lugar, una amargura algo extraña e insólita se apropió de mi ser. Era una especie de amargura cargada de enfado y a la vez ímpetu de anhelar aclarar términos.

Me quedé varios minutos allí parada, mi cuerpo tiritaba pero a causa de emociones, no de frío ni nada por el estilo. Mis ojos se posaban en la nada misma y mi cabeza divagada, tratando de encontrarle una salida a tanta confusión  y de calmar a mis pensamientos épicos que me inculcaban y me recordaban a cada segundo que la culpable de todo aquello era nada más y nada menos que yo misma.

Y de repente, toda mi historia con Eizen, si es que así se le puede llamar a ese pequeño pero a la vez hermoso e inmenso período de tiempo que vivimos juntos, en el que él llenaba mis días de felicidad, rebeldía y entusiasmo, paseó por mi mente resumiéndose en un par de segundos. Algo así como flashes.

La orden constante de mi madre indicando que dejase de verlo también formó parte de mis recuerdos y solo eso bastó para accionar.

Nos conocíamos desde hacía relativamente poco tiempo, pero en ese poco tiempo, atravesamos juntos una infinidad de circunstancias. Junto con ellas muchos miedos que ambos de la mano intentamos y supimos afrontar.

Poco tiempo, pero mucha pelea e historia. Todo eso no se iba a romper por mi culpa y menos que menos por la culpa de un par de besos estúpidos. No cabía duda que ambos conformábamos un hielo y yo por mi lado me encontraba constituida de fuego puro, pero recordemos, que el hielo también quema.

Recordé las sabias palabras de su abuelo y sirvieron como motor para decidirme a arrancar y enfrentar nuestros problemas.

 “A veces el problema de las personas es analizar la vida en vez de vivirla. Y yo no quiero que te pase eso. Yo quiero que vos vivas y hagas lo que te parezca correcto, digas lo que sientas y actúes como creas justo y necesario (…)”

Retrocedí ejerciendo pasos largos que a medida que me acercaba aumentaban su velocidad. Mientras el elevador me dirigía en dirección a la planta de su apartamento mi corazón palpitaba acelerado y otra vez esos flashes abundados de recuerdos me invadieron. Para descomprimir toda esa tensión, una lágrima cayó rendida por mi mejilla. Me la limpié de inmediato, me aireé con la mano y tras abandonar el elevador ingresé a su apartamento, otra vez como si nada y sin golpear.

Lo vi allí. Se encontraba sentado en el sillón, mirando televisión con el control remoto en mano. Deseé ser un robot sin sentimientos en ese momento ya que una atroz  catarata de sentimientos incontrolables y confusos me atacó.

Pocos segundos más tarde Eizen volteó arrebatadamente a mirarme, quedó boquiabierto con mi presencia y se apuró a apagar el televisor y levantarse para indagarme.

—Vos —susurró desconcertado aún y luego en un tono más elevado y ya volviendo a nuestra cruel realidad, algo afligido indagó—:  ¿Qué haces acá?

—La misma pregunta te hice hoy temprano a vos, y hoy también me viste besándome con Brad —largué manteniendo mi mirada clavada en la suya—. Mira lo que es la vida que ahora vengo yo a tu apartamento, me haces la misma pregunta y te veo a los besos con una chica —lancé de imprevisto y luego expliqué—: Vine hace un rato con el fin de charlar y los vi.

—¿Te parece justo venir a hacerme este planteo estúpido cuando te besaste en mis narices con ese tal Brad? —afirmó alzando el tono de habla y no demoró en sujetarme de ambos brazos y llevarme hacia él, no intenté escaparme, solo apreté ambos labios con fuerza y lo dejé proseguir—: Sabías que estaba en tu casa y lo besaste de lo más tranquila.

Ningún obstáculo nos podrá separarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora