Narra Audrey:
Con el corazón en las manos y aturdida por los nervios ante las palabras de mi madre, cargué fuerzas y comencé a mentir:
—¡No mamá! —exclamé esforzándome por convencerla—. Me sucedió lo mismo cuando llegué, es que hay un chico que es idéntico a él —continué mintiendo y luego esbocé una sonrisa—. ¡Que ocurrencias más locas que tenes! ¿De donde sacas tremendo disparate? ¡¿Mira si Eizen va a estudiar acá?!
—¿Segura Audrey? —preguntó en estado de sospecha—. Si no era él entonces se parecía mucho. —Se quedó pensativa, seguramente recordando el momento en el que lo divisó. Tras varios segundos de silencio insistió—. ¡Tiene que ser él! ¿O acaso tiene un clon?
—¡¡¡Mamá!!! —grité y me mordí el labio muy nerviosa—. ¡Odio que desconfíes de mi! ¿Por qué te mentiría? Además, ¿te pensás que no me duele que me lo nombres? Yo ya lo olvidé y...
—Está bien, está bien —me cortó y me palmeó la pierna—. Y ya, que más da, me habré confundido. —Volví a esbozar una sonrisa, me había salido con la mía y a fin de cuentas no me costó tanto trabajo—. ¡Claro que no puede ser él! —exclamó negando con la cabeza—. No creo que si él está acá, puedas soportar la culpa de mentirle y no informarle lo que te conté.
Sus palabras me detonaron y me hicieron sentir aún más culpable, por lo cuál bajé la mirada y eché un leve suspiro. Los días pasaron desde que regresé con Eizen y cuando él creía que al fin podíamos estar juntos sin inconvenientes de por medio, resulta que había toda una historia familiar mil veces peor que cualquier Brandon o trampa para separarnos. Cada vez se volvía más difícil para mí sostener la mentira, a cada instante me agarraban impulsos de necesitar contarle la verdad, pero también a cada instante me invadía la cobardía.
Mamá desvió el tema, Eizen se esfumó de nuestra conversación y ella se quedó por vario rato más y me contó acerca de la empresa y los planes que tenían a futuro.
Yo la escuchaba pero a la vez no le prestaba atención, estaba sumergida en un sin fin de reflexiones de las cuales no lograba escapar. Pensaba en lo basura y mentirosa que era al negarle a Eizen una verdad que merecía saber, pensaba y pensar me destrozaba.
Mamá se despidió de mi y pasados unos pocos minutos Alice ingresó a la habitación. No demoró mucho en percibir mi angustia y de inmediato se sentó en la cama conmigo y me preguntó que sucedía.
—Drey, tenes los ojos repletos de lágrimas —comentó preocupada. Yo resoplé y cerré los ojos evitando largarme a llorar, cuando los abrí me di cuenta que si no hablaba y me desahogaba iba a explotar. Así fue que rendida por las dudas y la culpa, decidí contarle la deprimente historia que había detrás de mi relación con Eizen.
—Es una historia muy dura —sentencié en primera instancia—. Yo me enteré estando en Francia, Eze no sabe nada y no contárselo es lo que me lleva a sentirme culpable.
—¿Qué puede llegar a ser tan grave como para estar en este estado? —indagó y asintió, alentándome a continuar.
—Mi papá arruinó su vida —comencé a narrar—. Mi madre no me prohibía salir con él por un simple capricho, si no que para protejerlo.
—No entiendo de que...
—Escuchame —la interrumpí y proseguí—: La abuela de Eizen estuvo con mi abuelo. Él era un enfermo, un maniático, se obsesionó con esa mujer. A su vez ella conoció al abuelo de Eze y los dos se enamoraron, se escaparon juntos, tuvieron dos hijas. En fin...
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Ningún obstáculo nos podrá separar
Novela JuvenilAudrey Storozzuck; a pesar de estar cien por ciento ligada a la locura, sus padres la reprimen y no le permiten ser ella misma. Esta irritante situación cambiará cuándo en su vida aparezca Eizen Heathcliff. Un chico que parece ser su polo opuesto, p...