Capítulo 39: ¿Un nuevo amor ha nacido?

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Narra Brandon:

—¿Que hacés acá? —pregunté exasperado—. ¡Para peor trajiste al bebe! ¡Habíamos hecho un trato mierda! —exclamé furioso y pateé la mesa ratonera—. ¿A caso olvidaste cómo son las cosas y lo que acordamos? No sé que hacés con ese bebe en brazos—expresé en un estado total de furia y descontrol.

—Es tu hijo —manifestó ella dolida y acarició la cabeza de nuestro hijo, quien permanecía dormido.

—Y es nuestro nieto y tenemos derecho a disfrutarlo —sumó para mi extraña sorpresa mamá—. Bastantes errores cometiste y para variar algo debiste haber hecho para estar de regreso tan pronto. Este niño debe ser lo mejor que hiciste en tu vida Brandon —sentenció y parecía muy enfadada conmigo, mi padre no hablaba aún.

—¿Y Jonathan? Supongo que no le dijiste que...

—Se lo dije —blanqueó, y esa si que fue la gota que rebalsó el vaso.

—¡¿Como que se lo dijiste?! ¿Le dijiste la verdad? —Me acerqué a ella y la tomé del mentón—. ¿Vos sos estúpida nena? Me va a matar cuando se entere, anda con juntas raras, es muy peligroso y... ¡Sos una idiota!

—¡Háblale bien a la madre de tu hijo Brandon! —gritó mi padre, se paró en un ínterin y sujetó mi cuello furioso—. No sé con que derecho te venís a hacer el machito acá, no tenes rostro —sostuvo—. Nos hiciste pagar una fortuna en una suite en Francia y seguramente arruinaste tu relación con esa chica Audrey y para peor nos habrás metido en problemas con esa familia tan peligrosa. ¡Sos un asco! ¡Me da vergüenza que lleves mi apellido!

—Papá yo me voy a encargar de que Audrey me perd...

—¡Te conviene olvidarte de esa chica si no querés tener más problemas! —gritó—. Y de tu hijo, te guste o no, te vas a hacer cargo.

—Si —sumó Anny y se secó una lágrima, maldita perra, ahora se venía a hacer la victima—. Lo único que te pido es que te hagas cargo de él, va a vivir conmigo, pero no quiero que te olvides de que existe, por lo menos cuídalo algún día—aseveró y se frotó los ojos.

—Empezando por hoy —sentenció mi madre y me dieron ganas de asfixiarla.

—Pero hoy yo... —Anny intentó negarse.

—Querida, anda, disfruta que ahora que tenes a tu bebe de vuelta tus tiempos serán muy limitados. —Le guiñó un ojo.

Anny se levantó y colocó al bebe en mis brazos, lo rodeé con miedo y al ver su rostro hasta llegué a sentir compasión.

—Te dejo el bolso, tenes todo lo que necesites. Esmerate, es tu hijo. —Sonrió, como si estar nuevamente con ese bebe fuese lo más normal del mundo, como si todo lo que ocurrió entre nosotros y todas las mentiras que se gestaron en el medio no hubiesen existido.

—¿Seis meses, no? —indagué mirándolo.

—Si —respondió la madre—. David Dallas, por si no te acordabas.

Se fue de la casa y a continuación mi madre agarró su cartera y mi padre sujetó su abrigo.

—¿Se van? —pregunté aterrado—. ¿Me van a dejar sólo con él bebe? No sé que hacer, no tengo idea de como...

—Esmerate, a ser padre se aprende —respondió muy calmada mamá, abrió la puerta y se fue.

—¡Mierda! —grité yo.

Sin lugar a dudas me encontraba furioso, mi papel de ganador, irresistible y galán se estaba viniendo abajo. Raramente, tener a ese bebe, a Dallas, porque siempre fue el nombre que me gustó, en vez de David, que fue el que le asignó Jonathan, en fin; tener a mi hijo en brazos, me llenaba de una paz bastante extraña.

Ningún obstáculo nos podrá separarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora