Narra Audrey:
Otra vez respiraba el mismo aire tenso de siempre. Los ruidos de la ciudad llegaban a mis oídos y era imposible encontrar paz en medio de tanto descontrol. Atrás quedó el aire cálido de la costa, el ruido suave de las olas al romper contra la arena y el sonido de las palmeras al ser sacudidas por el viento. En el pasado residían aquellos días fantásticos, en el mejor internado del mundo, pasándola bien y riendo a pleno con las personas que más quería. Esa vida se podría decir que "feliz" que atravesé por unas pocas semanas, se transformó en un simple recuerdo.
Me acostumbré a la tranquilidad, a la calma, a tener una cierta libertad, pero ahora esas majestuosas cosas eran parte de mi pasado y mi presente volvía a ser la rutina asquerosa que tanto me atormentaba y fastidiaba.
Atrás dejé también a Lucke, quien cuando se despidió de mi me dijo unas palabras tan bellas que no creo que vaya a olvidar:
—Te amo. —Lo miré confundida ya que no entendía a que venían esas palabras—. Somos amigos pero te amo. Te amo por lo que sos como persona. Desde que te conocí me transmitiste algo hermoso. —Sonreí emocionada—. ¿No te dejes vencer por nadie, si? Eizen me contó lo complicada que es la relación de los dos y la historia de tu papá. Prométeme que nunca se van a rendir y que jamás van a dejar de luchar. —Asentí sonriente—. Armen guerras si es necesario, pero resistan por el amor que se tienen.
A sus palabras le siguió un abrazo de esos que te devuelven la vida. ¡De tan sólo pensar en Lucke me deprimía! Nos pusimos de acuerdo para volver a vernos en cuanto antes pero de todas formas lo extrañaría un montón.
Arribamos al instituto en un ómnibus privado enorme, las risas y los chistes abundaron durante gran parte del trayecto y se mantenía un clima increíble ya que nos transformamos en un grupo muy unido en ese último tiempo. Nuestros rostros cambiaron su expresión sonriente y alegre cuando aparcamos y divisamos a nuestros padres, quienes no parecían para nada contentos.
Papá me pasó a buscar en el auto. No emití palabra y él tampoco lo hizo, seguramente estaba furioso a causa de que suspendieron el intercambio por nuestro pésimo comportamiento.
Recordé a Lucke diciendo que armemos guerras si era necesario y aunque en este caso no lo era, decidí armar mi primera gran guerra con mi padre:
—¿No me espiaste más después de que te presenté a Lucke? ¿No? —lo desafié en un tono muy suave y mostrándome calmada, sabía que eso lo fastidiaba.
—¡¿Te estás haciendo la superada?! —exclamó sin mucha paciencia y estacionó el auto en casa, abrí la puerta, me bajé, sonreí y respondí:
—Para nada. Sólo quería recalcarte en la cara que te salió mal la jugada. —Respiré hondo y analicé si decirle lo que tenía en mente o no, sin más le espeté—: Te mentí, la persona que te presenté no es mi novio, jamás vas a conocer a mi verdadero novio —sentencié desatando ahora si una verdadera guerra y arriesgándome a todo.
—¡Me tenes harto! —Bajó del auto apurado y golpeó la puerta del mismo—. ¡Me saturaste la paciencia! ¡Si de verdad me engañaste no te das una idea lo mal que la vas a pasar! —gritó y me tomó del brazo con bronca.
—También sé que tu empresa contamina —seguí hablando sin rendirme y dando más pelea—. Y yo misma fui parte de tu secuestro —largué y aunque en su momento me sentí la más valiente del mundo al decir eso, ahora me doy cuenta que se me fue la mano.
—¡Espero que me estés haciendo una broma! —Me apretaba con más fuerza y su rostro comenzaba a enrojecerse.
—Ninguna broma —respondí firme—. Y va a ser mejor que me sueltes, porque lo único que te falta para terminar de arruinar tu vida y tu carrera es que yo salga a decir que me maltratas.
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Ningún obstáculo nos podrá separar
Genç KurguAudrey Storozzuck; a pesar de estar cien por ciento ligada a la locura, sus padres la reprimen y no le permiten ser ella misma. Esta irritante situación cambiará cuándo en su vida aparezca Eizen Heathcliff. Un chico que parece ser su polo opuesto, p...