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Miércoles.

— ¡No puedes atraparme!
                     
— ¡Claro que puedo, mírame!
                     
Ambos niños corrían de un lado a otro, entre risas y diversión.
                     
Jisung envidiaba aquello.
                     
Los miraba correr de un lado a otro y reírse, hacerse caras graciosas y abrazarse de vez en cuando. Los había visto jugar fútbol hace un rato, también a las escondidas.
                     
Jisung quería volver a ser un niño, volver a esa época donde su máxima preocupación era jugar con sus amigos y ordenar su habitación.
                     
Miró a Felix, y lo encontró observando a los niños también. Tenía una media sonrisa, y reía cuando los niños lo hacían.
                     
— Me recuerdan a nosotros.— dijo de pronto.— Cuando salíamos a jugar y regresábamos sucios a casa.— Felix rió, contagiando a Jisung.
                     
— Mamá siempre se reía al vernos.— agregó Jisung.— Luego nos mandaba a limpiar nuestras manos y nos daba galletas.
                     
— Sí, o a veces mi mamá preparaba pasteles y comíamos toda la tarde.— Felix volvió a reír.—O cuando nos quedábamos toda la noche jugando vídeo juegos.
                    
Ambos rieron, recordando esos momentos.
                     
— Recuerdo que una vez que mis padres salieron, tú te quedaste a dormir en mi casa.— Jisung apoyó su mano en su barbilla, recordando mejor.— Nos quedamos con Min despiertos toda la noche, incluso lo hicimos cocinarnos algo a las dos de la mañana.
                     
— Verdad, incluso al rato después llegó Hyunjin con dos pizzas.— Felix recordó.— Estuvimos toda la noche jugando y comiendo. Fue divertido.
                     
— ¿Qué fue divertido?— Seungmin se sentó al lado de Jisung bajo el árbol, sosteniendo un helado.
                     
— Recordábamos cosas del pasado, como aquella vez que los cuatro nos quedamos en casa jugando y comiendo toda la noche.—  Jisung le sonrió.— Y que Hyun llegó con pizzas a las dos de la mañana.
                     
— Ya recuerdo.— Hyunjin llegó y se sentó al lado de Seungmin.— No me dejaron ir y me escapé de casa, mientras caminaba vi una pizzería abierta y compré algunas, luego me uní a ustedes.
                     
— ¿Te escapaste?— Seungmin lo miró.— Nunca me contaste eso.
                     
— Es que si te contaba que me escapé para verte, de seguro me regañabas.— Hyunjin se encogió de hombros.— Eras muy sobre protector con nosotros.
                     
— Y lo sigo siendo.— Seungmin rió.— Como el mayor del grupo, debo protegerlos y cuidarlos, además de alimentarlos bien y subirles el ánimo. La mejor parte es la de la alimentación.
                     
— Te gusta hacernos engordar, admítelo.—  Jisung rió.— Llevo tres días aquí y te aseguro que ya he subido diez kilos con todo lo que cocinas.
                     
— Al final de la semana los cuatro terminaremos siendo bolitas, y en vez de caminar vamos a rodar.— Hyunjin fue el primero en reír, seguido por los otros dos.
                     
— Es un buen plan.— Seungmin hablaba entre risas.
                     
Jisung reía, sintiéndose feliz.
                     
Aunque sabía que el sentimiento era momentáneo.
                     
— Voy a empezar a contar.
                     
Seungmin se dio la vuelta, cerrando sus ojos.
                     
Los tres restantes corrieron en todas direcciones.
                     
Por que sí, cuando Seungmin mencionó que podrían jugar a las escondidas, los cuatro estuvieron de acuerdo.

Sería una buena manera de divertirse, y volver a sentirse un niño.

Jisung corrió y se escondió tras unos automóviles que estaban bastante lejos del mayor.

engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora