Sin hacer ruido, abrió las cortinas, dejando que la luz entrara e iluminara la habitación por completo.
Con su mirada, buscó a ambos chicos, hasta encontrarlos.
Durmiendo juntos en la cama del menor.
Sonrió de lado, y se alejó con cuidado, sin intención de despertarlos.
Salió de la habitación, y caminó hasta la cocina, entrando con una sonrisa. — ¿Despertaron?— preguntó Changbin, dejando de cocinar para mirar a Felix. — No, se veían tan bien juntos que no los quise despertar de inmediato.
— ¿Estaban durmiendo juntos?
— Si, y bien abrazados.— respondió.— Igual estaban vestidos, así que mucho no hicieron. — Deja de pensar en eso, ellos decidirán que hacer con su vida.
— Yo solo los quiero ver felices.
— Yo también, pero ellos lo deben hacer a su ritmo, no al nuestro. Ahora ayúdame a terminar con esto.
— Está bien.
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El menor se revolvió, incómodo.
Abrió un ojo, tratando de acostumbrarse a la luz solar.
Levantó su cabeza, mirando a su alrededor. Suspiró, y se volvió a acomodar.
El día había llegado, y él no quería que Minho se fuera.
Se abrazó más fuerte al mayor.
Lo miró, y sonrió con sinceridad.
Minho era un ángel al dormir.
Lucía tan pacífico, tan relajado, tan lindo. Como un bebé.
Jisung no quería despertarlo, pero debía hacerlo.
Eran las únicas horas que les quedaban juntos.
Cuando Minho se fuera, Jisung no sabía que iba a pasar.
Y temía no volver a verlo.
Minho comenzó a despertar de a poco, refregando sus ojos.
Jisung lo observaba con atención, fascinado con cada movimiento del mayor, como si lo estuviera hipnotizando.
— Buenos días.— la voz grave de Minho al despertarse, sorprendió a Jisung, haciéndolo sonreír.
