engaño

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Sacaba la ropa de su maleta, y la iba colgando con cuidado en el armario.

— Y listo, mi ropa volvió a su lugar.— Jisung sonrió, viendo como el armario ahora estaba completo, sin ningún espacio vacío.

Minho observaba al menor apoyado en la pared, con una sonrisa en su rostro. Sentía tanta felicidad en ese momento que pensaba que estaba por explotar, había deseado tanto ver aquella escena y ahora sus ojos no lo podían creer.

Seguía sin creer que Jisung había vuelto junto a él, se sentía como si estuviera en su sueño perfecto, pero estaba en la realidad. Jisung estaba frente a él, a unos metros, guardando sus cosas en el armario con la intención de no volver a irse de su lado.

Todo era demasiado perfecto para ser verdad.

— Ahora solo falta poner mi pijama bajo la almohada y ya, estaría todo en su lugar nuevamente.— el menor se giró, y miró a Minho esperando una respuesta, pero este parecía estar hipnotizado mirando al menor.

Jisung se acercó, y lo abrazó por los hombros, llamando su atención de un segundo a otro.

— ¿En qué pensabas tanto?

— En lo mucho que te extrañé y lo mucho que había deseado esto. Tenerte aquí a mi lado otra vez.

— Ahora estoy aquí, y no me iré.

Minho sonrió.

— Ahora que ya terminaste, ¿te gustaría cenar?

Jisung pensó un momento.

— ¿Me cocinarás tú?

Minho asintió, haciendo que los ojos de Jisung brillaron de emoción.

— Entonces sí, sí quiero.

Jisung sonrió, sintiendo su corazón lleno de gozo y de emoción.

Siguió al mayor por todo el departamento hasta la cocina, y se dedicó a observar cada movimiento del mayor.

Como si estuviera bajo algún hechizo demasiado potente.

Porque, si lo ven de manera realista, el amor es un hechizo que vuelve ciego a la persona que cae en él, le muestra un mundo perfecto, y no le deja ver la realidad de los hechos.
Algo que Jisung ya había experimentado, al igual que Felix.

Y que ninguno quería volver a experimentar.

Pero el amor era bueno y malo a partes iguales, era hermoso pero a la vez era monstruoso. Te elevaba a las nubes en una dulce ensoñación y te dejaba caer contra el duro suelo de la realidad.

— Entonces hicimos galletas, pero nosotros mismos hicimos la masa de estas, y déjame decirte que quedaron exquisitas. Además Changbin le agregó chispas de chocolate, así que quedaron muchísimo mejor.

— Hicimos un montón, creo que estaremos toda la semana comiendo galletas.

Jisung rió, tapando su boca para no hacer tanto ruido.

— ¿Y ensuciaron mucho?

— Un poco, es que a Felix se le dió la vuelta un poco de harina, y yo la esparcí más sin darme cuenta. Además de que hicimos una pequeña pelea de harina, y quedó todo el piso sucio.
— Tuve que ponerme shampoo como cinco veces para que saliera la harina y el huevo que tenía.

— ¿También te tiró huevo?

— Fue peor, Changbin rompió un huevo contra mi cabeza, y además se rió.

— Te veías gracioso y tierno, no me culpes.
Jisung volvió a reír, viendo la pequeña pelea por la pantalla de su computador.

Minho se sentó a su lado, dejando en la pequeña mesa los dos vasos de bebida que traía junto a él.

No habló, sólo se dedicó a reír junto a Jisung por la pelea que tenían sus amigos del otro lado de la pantalla.

Le parecía cómico que ambos se pusieran a discutir sobre un huevo estrellado y lo tierno que se veía Felix.

Temas para nada común en una discusión.

— Paren, si siguen así terminarán por enojarse de verdad.— Jisung intentaba calmar la situación entre risas, le parecía infantil la manera en la que sus amigos se comportaban.

— Bien, yo pararé. Pero en algún momento me vengaré de ti, y será peor.

— ¿Debería asustarme?

— Deberías temerme, arrodillarte frente a mi y clamar por tu vida, Seo Changbin.

Las cuatro estallaron en risas, sin importar la distancia que los separaba.

Reían con ganas, verdaderamente divertidos por toda la situación.

Jisung bostezó, llamando la atención del resto.

— ¿Tienes sueño, bebito?— Minho le preguntó, obteniendo como respuesta un asentimiento de cabeza.

— Yo también tengo sueño, la verdad.— Felix habló.— Mañana seguimos hablando, ahora vamos a dormir.

— Buena idea. Buenas noches chicos.— Changbin se despidió con la mano.
Se despidieron, y cortaron la llamada, dejando que la oscuridad de la noche los envolviera suavemente.

Jisung se acercó a Minho, apoyando su cabeza en el hombro de este.

El mayor lo abrazó, dejando que Jisung apoyara su cabeza en su pecho, de manera más cómoda y romántica.

— ¿Has sabido algo de Chan?— la voz de Jisung interrumpió el glorioso silencio del lugar. Minho se sorprendió ante la pregunta, con un poco de asco.

Minho se sentía bien sin noticias de Chan, prefería no saber nada más de él y olvidarle por completo de su vida. Le gustaría borrar de su mente cualquier recuerdo relacionado con Chan, y pensaba que Jisung también, por eso se sorprendió ante la pregunta del menor.

— No.— respondió.— Y tampoco quiero saber nada, no me interesa. ¿Por qué preguntas?

— Porque desde que Chan se fue, nadie ha sabido nada de él. Felix dejó de esperar respuestas, pero en el fondo está preocupado de que haya tenido algún accidente. Lo llamó muchas veces, pero nunca contestó, ni siquiera su propia familia sabe algo de él.

— ¿Y que te hace pensar que yo tendría noticias sobre él?

Jisung bajó la mirada, algo avergonzado.

— Es que como tú y él eran... buenos amigos, pensé que quizás te habría dicho algo o llamado o yo qué sé.

Minho suspiró.

— Mira, Jisung, Chan y yo no tenemos contacto desde que terminé con él. Desde que ustedes se fueron yo no lo he vuelto a ver y tampoco me interesa volver a verlo. No tengo noticias de él y tampoco nos llamamos a escondidas. Así que por favor no me hables me él.

— Lo siento, no te quería molestar o incomodar.

— No es eso, solo me gustaría que supieras que yo y Chan no tenemos comunicación, y que no me interesa saber nada de él. Lo quería dejar claro para evitar más conversaciones sobre Chan.

— Bien, no te volveré a preguntar por él.

Jisung lo supo.

La había cagado al preguntarle sobre Chan.
Lo sabía, aunque Minho intentaba ocultarlo, se notaba su molestia.