CAPÍTULO 18: El Rey Manda

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Helena

― ¡Al fin llegaron! ―gritó por encima de la música una Cass totalmente borracha al vernos―. Tomen, tomen. Necesitan ponerse al día. ¡Las veo en la pista! ―dijo entregándonos una lata de cerveza a cada una y girándose para volver a nuestra sala de estar, ahora transformada en una pista de baile, uniéndose a la marea de cuerpos que se movía al ritmo de la música. Miré a Liv y compartimos una mirada de preocupación. Era recién lunes y los vecinos iban a matarnos.

― Si esto de verdad esto está sucediendo, necesito cambiarme urgente ―dijo y se escabulló lo más rápido posible a su habitación. Miré hacia abajo y recordé que aún llevaba puesta mi ropa de entrenamiento. La caminata a casa solo había hecho que el sudor se intensificara y el short deportivo se ajustaba a mis piernas casi como un traje neoprene. Gracias al cielo me había puesto una remera holgada por encima del micro top, de otra forma estaría prácticamente desnuda frente a toda la multitud de borrachos que había invadido mi departamento. Quise seguir el camino de Liv cuando una mano me tomó desprevenida.

― ¿A dónde te crees que vas? Estamos por jugar tu juego favorito―Diego me sujetó por el brazo y me arrastró hacia donde estaban los chicos. Todos estaban allí, luciendo increíblemente calientes. Y limpios. Antes de llegar al sofá, solté mi cabello y limpié con mi mano el sudor de mi frente. Esperaba que eso me pusiera a la altura de las circunstancias, pero cuando aprecié los vestidos de las demás rodé los ojos mentalmente. Recordatorio: matar a Cass.

― ¡Ey! ¡Llegaste! ― Nate me abrazó a pesar de mi estado y me hizo un lugar junto a él ― ¿Por qué tardaron tanto?

― Supongo que no me llegó la invitación... ― dije y me acomodé a su lado.

― Permiso, permiso ―Cass se abrió paso y se sentó en el medio de nosotros, con una jarra de dudosa procedencia en su mano―. ¿Jugamos o qué? ―agregó mirando a su alrededor y se sirvió un vaso de su bebida, para luego tenderme uno. Negué con la cabeza y abrí la lata de cerveza que aún tenía conmigo. Eché la cabeza hacia atrás y bebí la mitad de golpe. Necesitaba aclimatarme lo más rápido posible ―. Wow, wow, alguien está entrando en calor ―me alentó y luego llamó la atención de dos chicas para que se unieran a nosotros.

La canción cambió y comencé a vibrar con ella. Continué con mi cerveza y al terminarla, le pedí otra a Noah. Liv ya se había unido a nosotros, pero ahora llevaba el cabello mojado y un vestido ajustado negro. Me miró al sentarse en el otro extremo del sillón y se rio.

― No pudiste escapar, ¿no? ―preguntó y se sirvió un vaso de la bebida de Cass. Si era lo que creía que era, esto iba a terminar mal.

― Digamos que me tomaron por sorpresa ―Fulminé a Diego con la mirada y este se encogió de hombros.

― No quería que te perdieras ni un segundo de la fiesta―Me guiñó un ojo y bebió un trago. Como si los hubiera invocado, Alex, Logan y algunos chicos más del equipo se acercaron y sentaron en el piso frente a la mesa ratona llena de botellas.

― ¿A qué estamos jugando? ―preguntó el morocho y recargó su vaso. Aproveché su pregunta y me acerqué al borde de mi asiento.

― Yo nunca hice nada sexual en la vía pública ―dije para que todos me escucharan y dar comienzo al famoso juego.

― ¿Un auto cuenta? ―preguntó la rubia mientras varios de los chicos levantaban sus vasos y se lo llevaban a la boca.

― Tú solo bebe ―le contesté riendo y llevé la lata hacia mis labios. Nate me lanzó una mirada de complicidad e imitó mis movimientos. Sip, definitivamente tenemos que beber.

Lo que hubiésemos sidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora