CAPÍTULO 6: Luna llena - Parte I

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Helena

¿Qué mierda estaba haciendo aquí? ¿Acaso sabía que yo asistía a la UNCT? ¿Se iba a acostar de nuevo con Cass? Obvio que sí, idiota. Si no por qué otro motivo habría venido a la fiesta.

¿Quién no se querría acostar con Cass de todos modos? Mi amiga era un camión con acoplado. Todos sabían que tenía el mejor culo de la universidad. Diablos, era hermosa y Aiden iba a enamorarse de ella. O peor, follarla hasta hacerla ver las estrellas con su verga de oro.

Dios, debía estar realmente ebria para ponerme a pensar en el paquete del maldito de Reeves. Puse los ojos en blanco y eché la cabeza hacia atrás para beber otro trago y estar un paso más cerca del coma etílico.

― Ey tú, cambia esa cara de culo que te van a salir arrugas ― me soltó Liv al acercarse al rincón donde me encontraba― ¿Acaso estás jugando a las escondidas? Llevo buscándote por media hora. ― Puso los brazos en jarra y ladeó la cabeza para apreciarme mientras me hundía en mi propia mierda.

No tenía ni que decirle el motivo por el cual parecía una borracha en recuperación. Olivia me conocía como a la palma de su mano, sabía lo que despertaba Aiden en mí. No hacía falta explicarle el fuego que se expandía en mi interior. Me gustaba llamarle odio, porque eso es lo que tenía que ser. Me asustaba ponerle otro nombre, nunca habría lugar para algo más. Ni aunque deseara que estuviera besándome a mi en este momento en lugar de a Cass. Porque sí, el maldito la estaba besando en el medio de la pista delante de todos. Delante de mí.

― ¡Es un pendejo!― exclamó mi mejor amiga cuando vio la escenita que teníamos enfrente ―. Tienes que decirle la verdad a Cass, Lena.

No. Hay. Una. Puta. Chance.

Fulminé a Liv con la mirada. No se lo contaría a nadie y menos a Cassandra, quien estaba sobando la boca de mi enemigo mortal enfrente mío. No valía la pena. Podía soportarlo, siempre lo había hecho. Convivir con la insufrible presencia de Aiden Reeves había sido mi especialidad desde que tenía uso de razón. Volvería a ponerme mi armadura y pelearía esta batalla como si fuera la guerra de ser necesario.

Cuando Wild Thoughts empezó a sonar supe que era mi momento.

― Tengo una mejor idea ― Agarré a la rubia y nos arrastré al centro del living ahora convertido en pista de baile. Liv sabía exactamente lo que se avecinaba y parecía emocionada.

Nos movimos al unísono, recorriendo el cuerpo de la otra con nuestras manos y acercándonos cada vez más. Nuestras caderas parecían hipnotizar a los presentes, porque no tardamos en tener público alentándonos a ir más allá. Miré a mi amiga y mordí mi labio. Era nuestro famoso numerito calienta braguetas y si bien parecía que estuviésemos a punto de enrollarnos, nunca lo llevábamos más allá. Solo nos divertíamos siendo el centro de atención, dejando que por un rato nos comieran con la mirada porque luego seríamos nosotras las que nos los comeríamos. Las malditas comehombres nos había apodado Diego.

Los silbidos empezaron a escucharse por encima de la música y seguimos adueñándonos de la atención. En tu cara, imbécil. No necesitaba confirmar que nos estaba mirando porque podía sentirlo recorriendo cada centímetro de mi piel desde donde estaba parado. Su mirada estaba llena de deseo y yo me estaba quemando por dentro.

Cass se encontraba a su costado, alentándonos. Extendí mi mano y la invité a unirse, no sin antes clavar mis ojos en los suyos. Es nuestra.

Nos abrazamos las tres y reímos con ganas, echando la cabeza hacia atrás. Amaba a mis mejores amigas y ninguna verga, por gloriosa que fuera, podría cambiar eso.

Logré robarle de las manos un whisky a Alex mientras se abría paso y lo llevé a mi boca. Iba a tener una resaca de la hostia mañana pero lo necesitaba. Cuando intenté ir por el segundo trago, algo me detuvo.

― Ey, despacio bebé. ― dijo en mi oído una voz que conocía muy bien, al mismo tiempo que me quitaba la botella y la sostenía lejos de mi.

Nate.

Me giré para abrazarle el cuello con las manos y seguí bailando pero esta vez pegada a él.

― Hola, tú ―le susurré cerca de su boca. Amaba sus labios, besarlos era como tocar el cielo y necesitaba salir del infierno un rato. Mi boca colisionó con la suya y profundicé el beso acariciando su lengua con la mía.

― Hueles a alcohol ―me soltó casi con asco, separándose.

Aquí vamos de nuevo.

Nate era la persona más encantadora, amable y amistosa que conocía. No solo era divertido y cariñoso, sobre todo con sus amigos más cercanos, sino que era un metro ochenta y cinco de músculos y tenía los ojos azules más sinceros que había conocido jamás. De más está decir que era el sueño de toda madre hecho realidad. Solo había un pequeño problema: era demasiado sobreprotector.

Lo sabía, estaba en su naturaleza cuidar a los que quería, pero yo no era su maldita novia. Nate sabía que no estaba preparada para una relación y había aceptado con gusto ser mi follamigo, entonces ¿por qué tenía que ponerse tan pesado siempre?

― Estamos en una fiesta, rubio. Deberías intentar divertirte. ―Traté de alivianar la tensión frotándome contra él al ritmo de la canción que sonaba en los altoparlantes.

― No es necesario beberse todo el puto bar para pasarlo bien.

No estaba lista para una de sus escenitas, no con Aiden apuñalándonos con los ojos.

Sabía que amaba las fiestas, me conoció en una por el amor de Dios. Esto no era por estar ebria. Esto se debía a que sabía lo que el alcohol generaba en mí, las agallas que me daba y lo cachonda que me ponía. Nate estaba celoso y creía que alejándome de la barra evitaría que me acostara con otro. Iluso.

Yo hacía lo que quería, cuando quería y con quien quería.

― ¿A dónde vas? ― me gritó cuando me solté de su agarre y me alejé de él.

― A pasarla bien.

*****

Hola de nuevooo, separé este capítulo en dos partes porque era demasiado intenso 👀 ¿Están preparadas para lo siguiente? 🔥

Si les está gustando la historia de Helena no duden en hacermelo saber, amo leer sus comentarios! ❤️

Pd. ¿Cómo se imaginan a Nate? ¿Y a Aiden?

Lo que hubiésemos sidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora