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Emilio
10:30 pm, CDMX

*Los secretos que he guardado en mi corazón, son más difíciles de esconder que los que guarda mi alma, quizás solo quiero ser tuyo así que sostén mi cabello con profunda devoción, tan profundo como el océano pacífico*

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Una vez más me encontraba frente al portón de madera, que en algún momento fue mi entrada diaria, como cada catorce de diciembre la casa estaba casi llena de importantes empresarios, y uno que otro miembro de la prensa, durante los últimos tres años mi falta de presencia alteraba el humor de madre y por ende el mío, provocando así sus discursos sobre la importancia de la familia. Pura charlatanería barata.

El brazo del ruloso se encontraba entrelazado con el mío, ambos nos adentramos en la casa de mi madre, pero claro él no sabía aquella información y tampoco creí necesario decirlo.

No fue hasta que mi madre se acercó a nosotros, saludándome de igual manera que ha Joaquín, que por un momento palideció y la risa reprimida se quedó en mi rostro.

[......]

Una vez que la silueta del ruloso ojos miel desaprecio entre la puerta que separa el baño del corredor, recargue mi cuerpo en la fría pared, observando como mi madre se había empeñado en enmarcar cada acontecimiento de mi vida, desde que tenía uso de razón, hasta el último día de mi estadía en este mismo techo.

Mis ojos recorrieron aquellas fotografías enmarcadas, mis pies comenzaron su andar acompañando así el recorrido de mis ojos. Cada fotografía tenía una historia y cada historia una fotografía, al ver mis retratos no pude reconocer al niño que se encontraba ahí, pese a que ese pequeño era yo, me resultaba tan desconocido, y es que la diferencia entre él y yo es que él no debía fingir, no tenia de que preocuparse, no tenía responsabilidades que acatar y no tenía la mierda de pasado que yo tengo.

Un suspiro profundo y ruidoso, salió de mis labios, cada fotografía poseía fragmentos de mi vida, pero había una en especial que capto mi atención inmediata, esa que hace siete años tomo mi padre en la calle de Burano Italia, la última vez que le vi, la última vez que sonríe sinceramente y el maldito día en que cambio mi vida.

Mi observancia se vio interrumpida por el tan característico sonido de mi móvil, una de mis manos se deslizo por el fondo de mi bolsillo, tomando entre mis dedos el aparato digital que reposaba en mi pantalón, llevándolo hasta mi oreja para contestar seguidamente.

—Pronto (Hola) – digo en el mismo instante que contesto la llamada, me alejo del corredor evitando el ruido de los murmullos, saliendo al jardín el único lugar donde encuentro tranquilidad absoluta, dejando el ruido atrás.

No tardo más de diez minutos en terminar mi conversación, finalizo la llamada y me devuelvo en busca de Joaquín esperando que aun siga donde le deje. Encamino mi cuerpo hasta el pequeño corredor pero como lo imagine Joaquín ya ha salido.

Doy media vuelta para comenzar mi recorrido, saliendo nuevamente a la estancia atravesando a la multitud en busca de mi pequeño ruloso acompañante. Al no verle mi ceño se frunce, mi mirada lo busca con prisa, una extraña sensación se queda en mi pecho y la desesperación por encontrarle se apodera de mi cuerpo, poniéndolo en una alerta máxima.

[......]

Llevo mas de cinco malditos minutos buscando a Joaquín, pero no está por ningún maldito lado de la casa ¿Dónde demonios esta?, ¿Se habrá ido?, me encuentro atravesando a toda persona que se interponga en mi camino. Necesito encontrar a Joaquín.

Entré a los tantos corredores que conducían de una habitación a otra en serie de cuatro y así sucesivamente, mis oídos lograron captar lo que parecía ser una conversación, cuando menos me di cuenta ya me encontraba a unos cuantos metros de las personas que se encontraban entablado dicha conversación. El alma me vuelve al cuerpo, al ver al ruloso de espaldas hacía mí, sin siquiera meditármelo pronuncio su nombre dejando que aquella desesperación se valla de mi sistema.

🔥Sienteme🔥|| Emiliaco [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora