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Killer estaba en su casa, que más que eso eran cuatro paredes y un techo en las peores condiciones. El vivía junto a sus padres en el distrito 8, el peor de todos. Ahí se acumulaban los camellos que vendían drogas de mala calidad, las prostitutas que vendían su cuerpo para poder comer, los ladrones que esperaban una pequeña oportunidad para quitarte o que tenías en el bolsillo y los policías corrutos que solo buscaban meter a los demás en problemas.

Killer nació escondido de todos en un callejón oscuro, no pudieron ir a un hospital para el parto. Su madre era una beta que desde joven cayó en la adicción a la cocaína, s padre era también un beta y era el que se ocupaba de llevar comida a la casa, robando tanto alimentos como dinero. De pequeño no tuvo unos padres ejemplares pero los dos querían a su hijo ante todo e hicieron todo lo posible para que tuviese una buena educación incluso estando en un lugar como el distrito 8.

Un día, el pequeño de 5 años le pidió a su padre un pequeño capricho, un peluche de un pulpo. El padre no podía negárselo así que se fue en busca de ese juguete. Poco después de que su padre se fuese el peli plateado salió de su habitación en busca de un bocado que comer. Vio a su madre estirada en el sofá, durmiendo plácidamente. Había bolsitas de polvo en las bolsas, estos de estos en la mesa y también en su nariz, el pequeño pensó que debía estar agotada luego de probar esos polvos de la felicidad así que solo la tapó con una manta y se volvió a su habitación para aguantar su hambre un poco más.

Ya eran las cinco de la tarde y Killer volvió a buscar a su madre en busca de comida. Ella ya estaba en la cocina con un hueso de pollo frito recién comido, el cual tiró a la basura. El pequeño llamó a su madre y esta fue con el al segundo. Se fue a sentar a su lado para escuchar lo que necesitaba su pequeño.

Madre: ¿Qué pasa mi lindo niño?

Killer: Yo, tengo hambre mami.

Madre: Tranquilo, papi llegará pronto con comida ¿Si?

La madre revolvió los cabellos de su niño con una mano, en un intentó de tranquilizarlo. Su madre sabía que algo estaba mal, su marido se estaba tardando mucho, pero no dejaría que su hijo se diese cuenta.

...

La madre miraba a su hijo acostado, durmiendo profundamente con el peluche que su padre fue a buscar para el. Hoy mismo se había enterado, su marido había sido asesinado. El siempre fue el que se encargó de llevar el dinero y comida a la casa, pero ahora ni tenía a nadie. Ella se dio cuenta, ahora solo ella podía cuidar a su niño, pero no podía estando como estaba. Siendo una adicta no podía hacerse cargo de el, necesitaba buscar ayuda si quería que su hijo se quedase junto a ella.

...

El pequeño niño llamado Killer ya tenía 7 años y su madre y el habían podido sobrevivir sin su padre. El volvía de la escuela con su mochila en los hombros, desde fuera escuchó unos gritos en casa y fue lentamente hasta la cocina. Ahí estaba su madre con sus ropas rotas, varios moretones en su cuerpo y con la nariz y labio sangrando. Un desconocido la embestía con fuerza en la pared mientras la ahorcaba con una de sus manos. El hombre, al que ahora tenía que llamar padre era el que estaba abusando de su madre, pero el pequeño era muy débil y no podía hacer nada, aparte, dependían de el. El vio al niño, le dedicó una siniestra sonrisa, y volvió con lo suyo. El pequeño se fue corriendo a su habitación a esperar que su padre terminase y pudiese ayudar a su madre, ahora eso era la rutina.

...

Pasaron los años y la madre de Killer murió al dar a luz un bebé. Sus ojos azules y brillantes se posaron en su hermano mayor Killer. Este se parecía tanto a su madre, con esa pequeña sonrisa y sus característicos cabellos blancos. Killer no podía estar triste ahora, porque ahora tenía a alguien a quien proteger, ahora tenía a su pequeño hermanito y debía protegerlo de cualquier cosa, incluso su hermanastro y padrastro.

...

Killer ya tenía 14 años y volvía de casa después de estar en la biblioteca estudiando y haciendo sus tareas de casa. Entró a su casa dispuesto a poder ver a su pequeño hermano blue, pero en vez de eso se encontró otra cosa. Una mujer de unos 35 años que estaba abrazando a su hermanastro y hermano. La señora se dio cuenta de su presencia e hizo una mueca de disgusto, según esa mujer y su padrastro, ella sería su nueva madre.

Desde entonces Killer se volvió la criada de la casa, cumpliendo cualquier orden y haciendo todas las tareas domesticas de la casa, no quería hacerlo pero si se negaba su padrastro y hermanastro lo golpearían como castigo. Desde lejos, desde atrás, podía ver a su querido hermanito detrás de su "madre". Era un pequeño muy alegre que llegaba ser hiperactivo abecés. El amaba a su hermanito, pero el menor no. Sus padres le metieron en la cabeza que solo era un estorbo para limpiar y solo ignoraba y rechazaba todo lo que su hermano hacia para el, tirando todas las muestras de amor que el le brindaba.

Una vez, en una mañana de navidad, Killer le regaló una bufanda de color azul ya que sabía que a el le encantaba el celeste. El pequeño indignado tiró la bufanda al suelo y comenzó a hacer un berrinche porque el esperaba tener un nuevo juguete y no una inútil y fea bufanda. El de ojos azabache quebrado por las palabras de su hermano decidió irse del lugar, aún así, el pequeño recogió la bufanda ya la guardo entre sus viejas cosas. Killer comenzó a vagar por las calles en la noche hasta que llegó a un parque. Se sentó en uno de los columpios a balancearse mientras las lagrimas bajaban por sus mejillas.

Un simple omegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora