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Error estaba en su oficina, escuchando las gotas caer con fuerza en su ventanal, que dejaba ver un cielo tapado.  Con una semana entera en pausa por el celo de los integrantes de la mansión, y el sorprendente caso de Killer, el moreno casi no había tenido tiempo de hacer su trabajo. Ahora mismo su escritorio estaba lleno de diferentes pilas de papeles amontonados. Todo contratos, cartas y trabajos que debía inspeccionar, contestar y rellenar.

No le estresaba ese trabajo acumulado, ya que no era la primera vez que le pasaba. Como el resto de años comenzaría al momento y en poco tiempo volvería a la normalidad gracias a su ingenio. Pero este año había algo diferente, un nuevo integrante en la ecuación que no le dejaba actuar.

Error: Ink, por dios, necesito que me sueltes- Comentó con leve molestia, haciendo que el mencionado apretase un poco más -

En esos momentos Ink lo estaba aprisionando con sus fuertes brazos, quitándole cualquier movilidad que pudiese tener. Desde que pasaron el celo de Ink juntos, este se había apegado aún más a su "dueño", buscando un mínimo contacto físico o atención a cada momento. Ink estaba sentado en la silla de la oficina, con Error encima de su regazo. El albino restregaba su rostro por el cuello de su dueño, disfrutando el sutil aroma que desprendía y admirando esas marcas que demostraban que ya estaría por siempre a su lado.

Por otro lado, el empresario estaba buscando una manera para salir de esa trampa tan cariñosa. Aunque no lo demostrase del todo disfrutaba el afecto que le proporcionaban, y no le molestaba estar así con el. Pero tenía mucho trabajo por hacer y si no hacía nada pasaría toda la tarde así. Luego de un rato pensando, decidió actuar.

Error: Ink, hay algo que quiero darte- Este separó la cabeza de su cuello y lo miró curioso- Suéltame y te lo traigo ¿Si?

Este sin dudarlo lo soltó, y el moreno feliz porque su plan funcionó fue a buscar el regalo. Porque si, tenía algo. Se dirigió a la estantería y de ahí sacó un juego de tres libros de la misma saga. No recordaba cuando los obtuvo, pero ya que estaba seguro de que el no los utilizaría, se los daría a el. Necesitaba algo para entretener a Ink mientras el trabajaba, y no podía ser algo demasiado ruidoso o intelectual. Debía encontrar un punto medio entre aprendizaje y diversión. Se acercó de nuevo a la mesa y dejo el set de libros delante de su mascota. El peliblanco los miraba con atención.

Ink: ¿Dibujo?- Comentó mirando la portada-

Error: He pensando que mientras yo trabajo podrías ir dibujando a mi lado- Levantó a Ink de su silla de oficina y lo sentó a un lado, en un sillón lleno de cojines para más comodidad- Estos libros son para aprender ¿Quieres intentarlo?

Ink: ¿Con esto podré estar a tu lado mientras trabajas?- Preguntó con ojos de cordero, Error asintió- ¡Genial, eres el mejor Ruru!- Dijo abalanzándose hacía el para abrazarlo-

Error: Hey ¡No, Espera!

...

El cielo estaba grisáceo, un tono apagado que cuando se miraba solo podía dejarte indiferente, con un sentimiento de vacío al no tener la calidez del sol. Ese día, las nubes de tormenta eran acompañadas por una fuerte lluvia, que golpeaba el cristal con fuerza como si lo fuese a romper en cualquier momento. Killer siempre pensó que las tormentas eran así, y era lo que en esos momentos pensaba mientras miraba a la nada.

Después de un tiempo en el hospital por fin volvió a su hogar a seguir con su recuperación. No hacía mucho que había vuelto, pero ya estaba aburrido. Dust era quien se encargaba de cuidar de el la mayoría del tiempo. Aún recordaba el día en que, por alguna razón, como Dust no estaba en esos momentos, fue su "exjefe" quien le dio la medicina. Por alguna razón, aun acercándose a el siempre evitaba su mirada, como si tuviese miedo de que sus ojos se encontraran. Una ligera sonrisa apareció en sus labios, el de ojos aqua siempre fue un misterio para el, tan fiel y a la vez tan desleal a sus propios ideales.

Sus pensamientos cesaron al escuchar la puerta ser tocada con necesidad y fuerza innecesaria. El solo dijo un leve "Pasa", con un tono inexpresivo. Rápidamente la puerta fue abierta, dejando ver a un desaliñado y agitado omega.

Killer: ¿Lust, ha pasado algo?- Comentó al verlo, el maquillaje de su rostro se había corrido por toda su cara y se juntaba con las lagrimas que se deslizaban constantemente por sus pómulos-

Lust: K-Killer ¿Pue-puedo pasar?- Su voz sonaba quebrada al reprimir los gimoteos de un posible o ya pasado llanto-

Killer asintió rápidamente, acomodándose para estar bien sentado y señalando el espacio delante de el para que el omega se sentara. El de mechas rosadas cerro la puerta y se quito los zapatos con sorprendente calma, sentándose mientras intentaba calmarse para contar la situación.

Killer: Lust ¿Qué ha pasado?- Preguntó, estaba preocupado. Se notaba desde lejos que no se encontraba bien-

Lust respiró profundamente varias veces, hasta a el mismo le costaba asimilar la situación. Cuando se enteró no pudo hacer más que quedarse en shock, las lagrimas no pararon por mucho tiempo, haciendo que se viese tan desaliñado como se ve ahora. Cuando estuvo un poco más calmado, empezó a pensar, necesitaba contarle eso a alguien, desahogarse. No tenía gente cercana, menos en una mansión de alfas como esa, pero tenía a alguien. No tardó en ir a buscar a Killer, la única persona con la que podía contar ahora, aunque no quisiera molestarlo durante su recuperación. Y ahí estaba ahora, a punto de decir lo que consideraba su mayor pesadilla y su mayor sueño.

Lust: Killer, mi hijo, mi hijo sigue vivo

Un simple omegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora