Final Alternativo (parte 12)

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—¿Y cuál es tu hipótesis, entonces?–me pregunta la princesa india con semblante sereno.

Nada más quedarme sola en casa fui hacia el campamento indio sin pensármelo dos veces.
Desde nuestra primera charla en su reino, Tigrilla les hizo saber a los guardas que yo era una persona amiga y que podría entrar y salir del campamento cuando quisiera sin ser cuestionada. La verdad es que me hace sentir una persona de alto rango.

Así que una vez allí, logré entrar en los aposentos de la princesa, es decir, en la segunda cabaña más grande, ya que la primera pertenece a su padre, el Gran Jefe Indio, y le narré aquello importante de la conversación entre el pirata y yo. Obviamente me salté la última parte.

—Yo... no lo sé–digo rascándome la nuca un poco avergonzada. Tal vez pensé que era importante y a ella le haya resultado una tontería y una perdida de tiempo–. Solo me ha parecido raro que mencionase a Scarlett como si hubiera vivido de primera mano aquello. Si fuera así sería ya una adulta. Además, no sé por qué su repentino interés en mí. Solo... Nada tiene sentido–termino soltando un suspiro exasperada.

Tigrilla sigue sin decir nada, pero parece estar dándole vueltas a la situación.

—Tal vez esté exagerando–acabo diciendo después de un rato de espera.

—Solo hay una manera de averiguarlo–dice dirigiendo su total atención en un mapa de Nunca Jamás que hay encima de su modesta mesa.

Me acerco curiosa y alterno la mirada del mapa a ella. Sus ojos se mueven observando los distintos lugares dibujados en el antiguo pergamino a la vez que, supongo, va trazando un plan en su mente.

No parece incomodarle mi atención, más bien parece que esté en una especie de burbuja insonorizada ya que nada la perturba de su estado de máxima concentración.

Al cabo de un par de minutos alza su cabeza y me mira, dándome a entender que la escuche atentamente.

—Irás a la Laguna de las Sirenas, pero irás por otro camino y por la noche. Esta noche.

La verdad es que me sentí un poco decepcionada. En mi última aventura también tuvimos que ir a pedir ayuda a las sirenas y pensé que esta vez habría un giro inesperado o algo por el estilo.

Esperando a que me mostrara el camino a tomar, veo como sus dedos van recorriendo las montañas hasta llegar a la zona de Roca Calavera. Después los desliza por la zona azul hasta situarse en la laguna.

—¿Quieres que vaya por mar?–pregunto sorprendida.

Y quiere que pase por Roca Calavera. De noche. Por el mar. A ver unas sirenas diabólicas.

Definitivamente quiere que muera.

—Nadie te puede ver. Por eso es muy importante que seas cuidadosa–dice remarcando el "muy".

No me apresuro a preguntar nada porque sé que tiene por costumbre soltar la información con calma, tal y como lo hacen los monarcas. Y no quiero sonar como una niña impaciente, aunque por dentro esté muriéndome por la espera.

—Verás una barca donde Roca Calavera. La cogerás, pero no para ir allí claro. Si alguien ve que te diriges hacia allí y es lo suficientemente inteligente ni se planteará seguirte.

Hay muchos idiotas por aquí, princesa.

—Pero tú irás hacia la laguna–continúa–. Deberás quedarte lo más lejos de la orilla posible, para que nadie te vea.

—¿Y qué hago? ¿Intentar hablar con ellas?–pregunto para agilizar la conversación.

—Esperar–dice mirándome a mí y no al mapa–. Si eres digna de su atención, las sirenas se acercarán a ti y harán lo que tú les propongas.

¿El País De Nunca Jamás? Menuda Chiquillada (Peter Pan Y Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora