—Yo...–carraspeo–. Debería volver a casa, ya es tarde–digo alejándome un tanto incómoda.
—Claro–contesta sonriendo–. Te acompaño.
—No–digo bruscamente–. Emm... No hace falta–suavizo avergonzada–. Gracias por haberme enseñado todos esos sitios–acierto a decir mientras me rasco la nuca nerviosa–.
—No hay de qué. Sorprendentemente he disfrutado de este día.
Lo miro con una sonrisa enternecida, cosa que parece ponerle... ¿nervioso?
—Bueno, te diría que vayas con cuidado, pero más bien son los demás los que tienen que ir con cuidado contigo–comenta y hace que suelte una risa genuina.
—Buenas noches, Gideon–me despido.
—Buenas noches, madame–se despide haciendo una reverencia.
Me giro y voy dirección a la hondonada de las hadas con el corazón aún acelerado.
Me muerdo las pieles del labio inferior nerviosa mientras pienso en todo lo que acaba de pasar.
Es surrealista. ¿Por qué me ha besado? ¿Por qué ha organizado todo esto para empezar?
Y... ¿por qué no me ha disgustado?Admito que es un chico atractivo. Sus ojos verdes te atraen y su sonrisa te atrapa para más tarde derretirte.
Después está su manera de actuar. Es como si para él fuera un juego, un juego que al inicio te parece absurdo y pueril y poco después te ves sumida en él. Pero también parece ser que tiene un lado profundo y maduro.
Estoy confundida.
En un abrir y cerrar de ojos me encuentro en la hondonada.
Subo las escaleras de madera para llegar a mi casa del árbol.
Una vez arriba alzo la mirada para mirar lo que tengo en frente y no doy crédito.—¿Qué haces aquí?–pregunto más sorprendida que molesta, cosa que habría querido que fuera al revés.
—No lo sé–contesta Peter con una expresión cansada.
No sé qué me preocupa más: que no me haya contestado con otra pregunta o algo ingenioso, o que parezca que lleve un gran peso sobre sus hombros.
—Vale... Yo me iba a dormir ya, así que... ¿Tienes algo que decirme o...?–me quedo a mitad de la frase, sin saber como seguirla porque nunca pensé que volviera a recurrir a mí para nada, así que no se me ocurre qué es lo que quiere de mí.
—Tengo que irme–dice mientras se dispone a elevarse–. No sé ni por qué he venido–dice esto último más para sí.
—Peter, espera–lo llamo antes de que se vaya y él se detiene curioso–. ¿Ha pasado algo? No tienes por qué avergonzarte de pedirme ayuda. Sabes que por muy enfadados que estemos siempre miro por el bien de Nunca Jamás.
—¿Qué? ¡No! No es eso–contesta molesto y con el ceño fruncido, como si le molestara que no supiera qué es lo que pasa.
—¿Entonces? No estoy entendiendo nada, la verdad–esta vez soy yo la que frunce el ceño.
—¡Nada! ¡No pasa nada!
—Pues si no pasa nada, ¿por qué estás gritando?–pregunto empezando a molestarme yo. Odio cuando la gente dice que no pasa nada o están bien cuando en realidad es obvio que les pasa todo lo contrario.
—Me pareces increíble–suelta con un soplido incrédulo.
—¿Ahora que he hecho mal, señor Don Perfecto?–digo sarcásticamente.
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¿El País De Nunca Jamás? Menuda Chiquillada (Peter Pan Y Tú)
FanfictionHe crecido escuchando las más maravillosas historias de los mundos más remotos y fantásticos. Pero a mis 13 años ya no creo en los cuentos que narra mi madre Jane a mi hermano pequeño Jack sobre hadas, sirenas y ese niño que mágicamente puede volar...