Capítulo 4

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Tiene que ser un sueño. ¡Si jamás ha existido! Es imposible que lo esté viendo con mis propios ojos.
Me pellizco el brazo y me hago daño. Peter me mira con cara un tanto extraña, como si no supiera el porqué de mi acto.

—Peter–digo pasándole la espada–, córtame.

—¿Qué? ¿Por qué?–pregunta horrorizado y confundido.

—Hazme caso y hazlo–digo firmemente.

Él accede y me hace un corte poco profundo. Me quejo por el dolor y veo correr un pequeño hilo de sangre del brazo.
Toco la sangre y la huelo para saber si es de verdad o si es solo un sueño.

Es de verdad.

—Esto no puede ser real... ¿tienes alguna medicina para curarme el daño?–le pregunto.

—Si te sirve agua...–dice encogiéndose de hombros.

—Sí, me sirve.

—Pues, espera un momento.

Desaparece... volando. Intento encontrar sentido lógico a todo esto, mas no lo logro.
Empiezo a inspeccionar la zona.
Hay bastantes hamacas, como si viviera más de una persona.

_____, para poder irte de este extraño lugar tienes que recordar lo que mamá explicaba.

A ver... Peter Pan no estaba solo... iba acompañado de... ¡los niños perdidos! Vale, ¿pero dónde están? Se supone que siempre están con Peter.
Aquí algo va mal... me han tenido que traer aquí por algún motivo. ¿Pero cuál es la causa? ¿Quién me ha traído hasta aquí?
Alguien que pueda volar... pero si Peter no me ha visto nunca quiere decir que él no ha sido.
Mi madre me explicó que a una niña la raptó Garfio y se la llevó metida en un saco sucio en su barco, pero yo no estoy en ningún barco.

—Traigo agua–dice Peter interrumpiendo mis pensamientos.

Traía el agua en un recipiente que no recuerdo que hubiera cogido antes.
Busco algún trozo de prenda para mojarlo en agua.
Encuentro un mantel pequeño que me puede servir.

—¿Te importa si lo cojo?

—Adelante.

Lo cojo y lo mojo en agua para después curarme el corte.
Mientras me curo la herida noto que Peter me mira un tanto confundido.
Al acabar de curarme logré cortar el mantel para después atármelo en forma de nudo en el brazo.

—¿Quién eres?–me pregunta él.

—_____ Anderson, tengo 13 años y estaba pasando las Navidades en la casa de mi abuela, en Londres, hasta que por la noche alguien me envolvió en una sábana y me trajo hasta aquí volando–digo confundida. Suena mucho más loco en voz alta que en mis pensamientos.

Peter iba abrir la boca para decir algo, pero de repente veo que pasa volando una especie de luz y se pone al lado de su oreja.

—Ajá... ajá–dice Peter, como si le estuviera hablando.

De repente su expresión cambia de confusión a asombro.

—¿Eres hija de Jane?

—Sí... ¿la conoces?

—Entonces eres nieta de Wendy–dice sin hacer caso a mi pregunta.

—Sí... ¿las conoces?–repito un tanto molesta.

—Por supuesto que sí. A Wendy la invité a quedarse aquí, en Nunca Jamás y ser la madre de los niños perdidos. Y a Jane... la raptaron los piratas y le ofrecí que fuera una niña perdida.

—Y las dos rechazaron tu oferta.

—Wendy al principio no... pero decía que tenía que volver con sus padres. Y Jane... desde el principio se quería marchar para volver a su hogar.

Así que las historias que nos contaron a Jack y a mí eran ciertas.
Pero mamá siempre las explicaba en tercera persona, como si no quisiera que nosotros supiéramos que era ella la chica que estaba en el País de Nunca Jamás.

—Pero entonces... ¿quién me ha traído aquí y por qué?

—Te ha traído Campanilla, me lo acaba de decir ahora. Y el porqué no me lo quiere explicar–dice encogiéndose de hombros.

—Pues que me lo diga a mí–digo incrédula.

—No creo que la entiendas... yo soy el único que la entiende mejor que nadie. Y los nuevos no suelen entenderla hasta que pasa un tiempo.

—Pues que lo escriba–digo apoyando las manos en mis caderas.

Campanilla se acerca a él.
Peter tiene una expresión seria.

—Vale. Dice Campanilla que os deje solas. Suerte–dice y sale volando.

—¿Cómo que suerte?

Estoy sola con Campanilla. Recuerdo que mi madre y mi abuela decían que era muy celosa, será por eso que me ha deseado suerte.

Se acerca a mi oreja y me dice algo. Al principio no la entendía, sonaba como campanitas repiqueteando hasta que escuché algo que me impresionó.

—...niños perdidos.

—¿Qué? ¿Dónde están los niños perdidos?–pregunto.

Me cogió de un dedo, ya que al ser pequeña no me puede coger la mano, para conducirme a algún lugar de Nunca Jamás.
Cuando estábamos fuera del refugio secreto me empezó a hacer señas con los brazos, como si hiciera que volaba.

—Oh, no, no, yo no sé volar.

Como si no me hubiera escuchado me empezó a rociar de polvo de hada.

"Tienes que tener fe, confianza y polvo de hada".
"Piensa en cosas alegres y eso te hará volar en el aire".

Fe, confianza y polvo de hada... costará volar si yo nunca he creído en todo esto. Y pensamientos alegres... es difícil, ya que discutí con mi familia y no estoy en casa.
No tengo otro remedio que creer e intentar pensar algo que me haga feliz.

—Campanilla, llévame a un sitio alto para saltar e intentar volar.

Caminamos hasta la montaña más alta y cercana que encontramos.
Miraba la altura que había.
Si no conseguía volar, me haría muuuucho daño, sin mencionar que depende como caiga podría morir.

—Campanilla, rocíame más. Por favor.

Me hizo caso y me roció.

—Fe, confianza y polvo de hada...

Tras decir eso me tiré. Cerré lo ojos para mentalizarme que podía hacerlo.

Fe, confianza y polvo de hada. Fe, confianza y polvo de hada. Fe, confianza y polvo de hada.

Abro los ojos y veo que cada vez me acerco más rápido hacia el suelo.

—Aaaaaaaah-chillo.

Campanilla me intenta ayudar, pero como es demasiado pequeña no me puede detener.
Cierro los ojos para no ver el impacto y así pensar que dolerá menos.

Esperé a que llegase, mas nunca llegó.
Abro los ojos y estoy volando.
Miro a mi alrededor y sí, estoy volando, pero no por mí sola. Peter me ha cogido, justo a tiempo.

¿El País De Nunca Jamás? Menuda Chiquillada (Peter Pan Y Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora