Todos me observan, esperando una respuesta de mí parte, algunos interesados en que inicie una pelea de puños por sus expresiones divertidas e ilusionadas.
—¿Qué?–decide soltar estúpidamente mi boca.
Una respuesta un tanto idiota por mi parte pero que me ha salido sin pensar. No pensé que todo esto se me fuera a echar encima ni mucho menos que terminase siendo yo la incriminada.
—Podríamos hacer una pequeña inspección en tu... acogedor hogar–dice con cierto tono condescendiente, cosa que no me sorprende, aunque sí lo hace que nadie se haya percatado–. Lo haríamos el Gran Jefe indio y yo, para que no haya dudas de la veracidad con la que nos topemos–explica esto último mirando al susodicho, para recibir una confirmación a su propuesta.
Eso quiere decir que lo van a hacer aun si yo no estoy de acuerdo. Aunque tampoco es que me pueda negar; la única manera de demostrar mi inocencia es dejando que hagan lo que vean conveniente, aunque eso suponga rebajarme ante todos.
Miro a Tigrilla y esta me dirige un atisbo de sonrisa triste. Sabe que su padre va a aceptar la propuesta.
Acto seguido, el Gran Jefe inclina su cabeza en señal afirmativa para después dirigirse a mí.—_____ tener que enseñar a todos su casa.
*****
Pequeñas y quebradizas ramas crujen sin parar. Hacía mucho tiempo que no me permitía no ser sigilosa, pero siento que es necesario hacer el mayor ruido posible de manera inocente para que mis vecinas hadas sepan que tendrán compañía, y no de la bien recibida. Mi intención no es informarlas para que hagan nada al respecto, sino más bien para alertarlas y que así se escondan, si es eso lo que quieren.Mi barriga que en un momento dado me pedía a gritos comida se ha cerrado en banda y hasta parece querer devolver el alimento que no ha digerido.
No quiero que conozcan mi territorio. Sé que no era ningún secreto, tampoco he querido que así lo sea, pero así lo parecía ya que nadie se acercaba a él, como si les espantara un pequeño reino de hadas. Al principio de plantearme esto me pareció una tontería, y hasta me hizo reír, pero ya he presenciado varios momentos en los que esos pequeños seres sentían una ira extrema y no me extrañaría que ellos fueran el motivo de mi vida pacífica a su lado.
Sea el motivo que fuese, lo importante es que debo mantener la compostura y mostrarme serena y preparada para cualquier problema que pueda suceder.
—Llevamos una eternidad andando–se queja un pirata con fatiga–. ¿Cuánto queda, mi señora?-pregunta refiriéndose a Scarlett.
—No estará eligiendo el camino más largo para hacernos perder nuestro valioso tiempo, ¿no, señorita Anderson?–se dirige la de mirada miel a mí con una sonrisa ladeada, aunque sin ningún atisbo de diversión en sus ojos centrados al frente.
—Queda menos–me limito a decir con expresión apática mientras esquivo una pequeña roca saliente.
—Eso imaginaba. Tampoco conseguirías nada haciendo eso–suspira exageradamente y me mira con esa estúpida sonrisa inocente con la que engaña a todos menos a mí–. Tenemos todo el tiempo del mundo.
—¿No que el tiempo era muy valioso para ti?–pienso en voz alta y entredientes a la vez que mis pisotones son más fuertes e iracundos.
Diría que no escuchó mi comentario si no hubiera apreciado sus pequeñas pero rudas manos cerrándose en forma de puño. Ojalá te dejes las uñas en las palmas, bruja.
—Ya hemos llegado-digo sin animo al ver mi pequeña construcción encima de las anchas ramas del robusto árbol.
–Perfecto–contesta Scarlett con una sonrisa que muestra su perfecta y blanca dentadura.
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¿El País De Nunca Jamás? Menuda Chiquillada (Peter Pan Y Tú)
FanfictionHe crecido escuchando las más maravillosas historias de los mundos más remotos y fantásticos. Pero a mis 13 años ya no creo en los cuentos que narra mi madre Jane a mi hermano pequeño Jack sobre hadas, sirenas y ese niño que mágicamente puede volar...