Nos dirigíamos ya a la casa que supuestamente Mario había comprado para su gente, mi cabeza iba recargada en la ventana del copiloto, mientras que Mario iba concentrado en la carretera. Me sentía demasiado cansada y solo quería llegar a dormir, además de que el calor aquí estaba insoportable, me había acostumbrado al clima variado que había en México las últimas semanas, él aún no quería hablarme, me sentía fastidiada de estar callada todo el tiempo o que él no respondiera ninguna de mis dudas o reclamos. El auto se detuvo frente a una casa, tenía una enorme puerta de color marrón, uno de los hombres que se encontraba afuera hizo una señal y esta enseguida comenzó a abrirse por sí sola, Mario condujo hasta que estuvimos en lo que parecía ser el patio de la casa, estaba más grande de lo que yo había imaginado, había hombres armados por doquier, incluso en la azotea había un par con armas apuntando hacia la calle, me baje del auto cuándo Mario lo hizo, ¿qué se supone que tenía que hacer yo? ¿seguirlo?
Mis pensamientos fueron interrumpidos por la chillante voz de una mujer, logró traerme viejos y amargos recuerdos que me hicieron sentir el estómago revuelto, ella brinco uno de los escalones y se columpió en el cuerpo de Mario, lo miré con enojo pero él ni siquiera la tocó.
Loren: ¿Sabes cuánto te extrañe, cariño?- tomó las mejillas de Mario para darle un beso en los labios pero este lo esquivó y la bajó de inmediato.
Mario: eso me hace sentir halagado, lo sabes.- acarició su mentón fríamente y después la mirada de ella se centro en mí, sus ojos azules recorrieron mi cuerpo completo y su nariz se frunció enseguida.- vamos a que me digas que hay de nuevo, ¿quieres?
Loren: por supuesto, amor.- esa hija de perra me estaba colmando la paciencia a pocos minutos de llegar aquí.- te esperaré allá.- le guiñó un ojo y después comenzó a caminar, moviendo sus extravagantes caderas cómo sí fueran un par de sonajas. Mario abrió la parte trasera del auto y sacó nuestras maletas, comencé a caminar a lado de él sin decir ni una sola palabra, su mirada había cambiado mucho al verla, tengo que admitirlo, pero aún así me sentía molesta. Subimos unas escaleras y entramos a un pasillo oscuro, solo era alumbrado por pequeñas velas, él abrió una puerta color blanca y encendió la luz, era una habitación con mezcla de colores grisáceos, una cama enorme que se veía bastante cómoda para mi cuerpo ahora mismo, estaba perfectamente ordenada con mantas blancas y unas enormes almohadas grises, había una mesita de noche con un pequeño reloj y un sofá de piel en un rincón. Dejó las maletas sobre la cama y entró a lo que parecía ser el baño, pasaron unos segundos y escuché el sonido de la ducha, vaya, todo aquí me parecía bastante cómodo ahora mismo, quiero dormir una eternidad sobre esa cama mientras las mantas suaves acarician mi piel por encima. Saque un conjunto de ropa cómoda de mi maleta y después la dejé en el rincón del armario, no tenía pensado acomodar las cosas dentro de este, solo estaremos unos cuántos días y regresaremos a México, creo. El sonido del agua dejó de escucharse, pasaron unos cuántos minutos y la puerta se abrió dejándome ver a Mario sin camisa, con el cabello húmedo y una toalla rodeando su cintura.
Mario: ¿Ya dejaste de verme?- su hermosa voz me sacó de mis más profundos pensamientos, lo miré por un momento y después asentí.- bien, me cambiaré primero y después te duchas.
T;N: ¿Y por qué no ahora?- él me miró por unos segundos, después continuó con lo que estaba haciendo, terminó de secarse el cabello con la pequeña toalla y después dejó caer la que tenía puesta en su cintura, mierda...
Mario: sí no confíe en nadie allá en México, ¿crees que puedo confiar en alguien aquí?- me miró mientras comenzaba a vestirse.- alguien puede entrar mientras te estás duchando, evitemos eso.
T;N: de acuerdo.- asentí, él terminó rápidamente de abrocharse la camisa y después acomodó ágilmente su cabello.- ¿puedes tener cuidado?
Mario: eso es algo que no tienes que decirme.- contestó distante y después salió de la habitación. Ahí estaba de nuevo, su frialdad enmarcando cada espacio de su cuerpo y congelando la sangre en sus venas, cerré la puerta con seguro para después tomar la ropa que estaba sobre la cama, ducha relajante...ahí voy.
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*Narra Mario*¿Me dolía ser tan frío con ella? Por supuesto que sí, estaba tan acostumbrado a recibir su amor todo el tiempo, mi corazón la necesitaba, pero no podía dejar que tomara ese tipo de decisiones sin pensar en lo que pudiera ocurrir. No quiero perderla una vez más.
Abrí la puerta de mi despacho, todo seguía tal y cómo lo deje, a excepción de unos cuántos papeles que se encontraban esparcidos en el escritorio y de la rubia traicionera que se encontraba sentada de una manera muy sexy en uno de los sofás.
Loren: ha pasado un tiempo, amor.- dijo seductora, se levantó de aquel lugar y camino hasta dónde yo me encontraba mientras se desabrochaba el vestido y lo dejaba caer un poco dejando ver sus senos.- te espere con muchas ansias.
Mario: no estoy de mucho humor para eso, Loren, aquí está la mujer que amo y no quiero defraudarla.- ella hizo un gesto de decepción y retrocedió ofendida mientras el vestido volvía a su cuerpo.- muéstrame lo que investigaste en mi ausencia.
Loren: nada fuera de lo que ya sabes, Hernández no se ha visto por ningún lugar, ni siquiera sus hombres han estado por aquí.- su tono de voz había cambiado, deseaba rechazarla una vez más.- yo creo que deberíamos de dejar esto por la paz, ya va casi un año que estamos buscando su rastro pero no damos con él.- ajá, es lo que ella desea y eso lo tendrá.
Mario: es lo que estaba pensando, creo que estamos perdiendo nuestro tiempo, es cómo buscar a un gato que ya está muerto desde hace semanas, ¿no crees?- ella asintió, su sonrisa tenía malicia dibujada en cada línea de sus labios.- entonces, cómo tú lo dijiste, dejemos esto por la paz, Loren.
Loren: perfecto.- sonrió. Hice lo mismo que ella y me di la vuelta para después salir de aquel lugar. Maldita ingenua, realmente no tiene idea de lo que estoy planeando, la aplastare cómo a una cucaracha.
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Te Encontré
Romance~ Así estés en el lugar más escondido de la tierra, te encontraré, y volverás a ser tan mía cómo la primera vez.~