Capítulo 38

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Ya era sábado por la noche, la brisa del viento y las suaves gotas de lluvia chocaban con mi cara erizando toda mi piel a su paso, llegué a la casa desalojada y entre sin ningún problema, había un olor extremadamente putrefacto. Tengo que admitir que me siento un poco aterrado, sé que este encuentro terminará en la muerte de alguno de los dos, le pedí a Taylor que le dijera a T;N que le amaba. En mi mente estaba Rose, mi madre, sé que en estos momentos ella me estaría regañando, y sí es que hay un mundo allá arriba, me está observando con decepción. Lo siento madre, no cuide a T;N cómo te lo prometí. Escuche el sonido de unos zapatos triturando lentamente los cristales esparcidos por el suelo, miré por el rabillo del ojo y ahí estaba la silueta de ese hombre repugnante, me gire en mis talones y lo miré, este tenía una sonrisa dibujada en su rostro y la mirada que tenía demostraba que se sentía victorioso.
Hernández: ha pasado un tiempo, ¿verdad?- sacó una navaja de su bolsillo trasero y comenzó a maniobrar con ella, solté una risa y este suspiro.- le prometí a tu mujer que le llevaría un recuerdo tuyo, ¿por dónde debería de comenzar?
Mario: eres un puto espaldero, estabas esperando el momento correcto para tomarme desprevenido, ¿cierto?- asintió descaradamente.
Hernández: tu hermosa novia me entregó detalles profundos sobre ti, me dijo como manejas tu vida e incluso me comentó que estarías en este lugar.- burló.- la rubia me convenció de que tú te habías dado por vencido conmigo.
Mario: seguramente, pero ahora estoy convencido de que quiero arrancarte hasta las pestañas.- él se burló y abrió aquella navaja para después pasarla por mi estómago, afortunadamente logré esquivarlo. Había entrenado un poco ayer por la noche, incluso no dormí lo suficiente, no quería que me tomará desprevenido. Ambos comenzamos a pelear, sin armas de por medio, le agradecía a Johnson por haberme mostrado la táctica de poder desarmar un arma blanca, ahora la navaja se había perdido entre los escombros. Mis nudillos chocaban con su rostro en diferentes ocasiones, mi estómago ya se sentía adolorido por los puñetazos que este hombre le ha proporcionado. De un momento a otro llegamos al patio de esta casa, la lluvia torrencial empapaba nuestra ropa y hacía más dolorosos los golpes en la piel.
Hernández: te haré pedazos y tu novia de convertirá en un objeto para mí, ¿sabes la cantidad de dinero que me darían por ella?- dijo mientras yo sostenía el cuello de su camisa, la sangre se desaparecía de su labio gracias a la lluvia, lo acabaré.
Mario: tu problema es creer que ya ganaste.- golpeé nuevamente su rostro haciéndolo girar y que quedará un poco atontado, sentí la punzada en mi estómago con uno de sus movimientos, el bastardo tenía otra navaja en uno de sus bolsillos. Ahogué el dolor en mi garganta, este se burló y sacó aquella arma para después intentar apuñalarme de nuevo, tome su mano con la poca fuerza que me acompañaba y comenzamos a luchar contra ella. Los retumbantes sonidos de disparos se hicieron presentes en ese lugar solitario, podía escuchar una guerra entre mis hombres y los de él, al parecer los dos veníamos preparados para esta situación. La voz dulce de mi pequeña T;N navegaba por mi cabeza cómo un pequeño avión ruidoso, sus risas y sus ojos me hacían retomar fuerzas de lo más profundo de mi ser. Me coloque sobre él, la navaja que tenía entre mis manos ya comenzaba a crear heridas en la palma de estas. Cambie la posición de la navaja y con las fuerzas que mi cuerpo alcanzó a tomar, lo apuñale, una y otra y otra vez, su mirada oscuro penetraba mis ojos mientras la sangre comenzaba a notarse en el paladar de su boca.
Mario: tu problema fue sentirte confiado.- lo apuñale sin sentimiento alguno, siempre había sido mi objetivo, recordar todo lo que él ocasionó me armó de valor, dejé la navaja enterrada en su abdomen, me dejé caer a un lado de este, la lluvia caía sobre nuestros cuerpos de una forma monstruosa, pero no me importaba en lo absoluto, y sí muero aquí me sentiré tranquilo porque liberé a la persona que más amo. Aún en los que parecían ser mis últimos momentos, me parecía increíble haberlo asesinado, estuve intentandolo durante meses e incluso años y no tenía suerte, hoy la tuve y me siento satisfecho por el momento.

*Narra t;n*

Volví a despertar a causa de un cubetazo de agua fría, abrí los ojos lentamente y observé a las dos mujeres frente a mí, Loren y Catalina, ambas me miraban con odio. Loren se acercó a mí y me tomó del cabello con rudeza para luego levantarme del suelo, la pelinegra se encargó de quitarme las cadenas que rodeaban mis tobillos. Esto no me hacía sentir aliviada, ni siquiera un poco, sentí que algo malo había sucedido y tenía miedo de que se tratará de él, no había comido absolutamente nada en esta semana y me sentía realmente débil, ellas me llevaban casi arrastrando mis piernas y Loren no soltaba mi cabello a pesar de que intentaba sacarlo de su agarre. Salimos de casa, la lluvia estaba demasiado fuerte y hacia frío, Catalina abrió la puerta de una camioneta negra que estaba estacionada, estando ahí me lanzó en los asientos haciendo que me diera un ligero golpe en la cabeza, solté un quejido pero a ellas no parecía importarles.
Loren: ¿a dónde la llevaremos?- dijo la rubia con un tono preocupado, la pelinegra se encogió de hombros mientras caminaba de un lado para otro.- podemos llevarla a la cabaña que tenía tu jefe, ahí es el último lugar en donde esos idiotas buscarían ya que hicieron una saqueamiento antes en esa zona.- Catalina lo pensó por unos segundos y después asintió convencida.
Catalina: de acuerdo.- suspiró.- el chófer te llevará a esa cabaña, de igual manera esta perra será útil.- la miré de reojo, su cabello parecía un spaghetti remojado.- recuerda que hay alguien más en esa cabaña, sé que podrá cuidarla por nosotros, al menos hasta que el jefe diga que tenemos que hacer con ella.- Loren asintió, pasaron unos cuántos segundos y la rubia se subió a la camioneta, dejando a Catalina en el patio de esa casa, el chófer comenzó a conducir velozmente por la resbaladiza carretera, los árboles pasaban rápidamente a los costados casi volviéndose invisibles. ¿Entonces habían secuestrado a alguien más y la tenían resguardada en aquella supuesta cabaña?, mi cuerpo húmedo comenzó a sentir la frialdad de la superficie, comencé a temblar a causa del frío y solo me hice bolita con mi cuerpo, todo estaba en un completo silencio, deseaba llegar a ese lugar y poder calentarme aunque sea un poco. Sé que Mario y Taylor me encontrarán pronto, confío en ellos.

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