VI. misσ: Recuerdos rotos

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Catra ha roto un pisapapeles de la oficina de Shadow Weaver.

El reloj marcaba las doce. Era medio día. Hordak no estaba, Weaver tampoco, ambos salieron directo a su demandante trabajo muy temprano en la mañana. Catra tenía una maestra la cual -lo admite- es muy aburrida y anciana; se durmió en la segunda clase de aritmética dejando a una menor -prácticamente- sola de una forma irresponsable, quizá. Catra, tan pronto como se vio sin supervisión, fue corriendo a la oficina de Hordak, primero a la de él, claro.

Entró con algo de extrañeza en ese ambiente, nunca lo había visto en toda su estancia en esa casa, jamás entró a ese lugar y ni siquiera se acerca a menos que Hordak lo quiera. Específicamente le dijeron, ambos tutores, que nunca debía entrar a sus despachos, por el simple motivo de ser una niña tonta e inmadura. Pero ella estaba ahí, desobedeciendo su primera regla plantada por esas dos personas de autoridad, y ahora no sabe exactamente para qué ha entrado.

Piensa... Sabe que era algo importante, pero lo ha olvidado justo cuando cruzó el marco de madera de esa puerta antigua. Pensó en la tonta posibilidad de que le diera Alzheimer a sus cortos seis años, lo cual no es factible en ningún caso, pero para ella no era así en su ignorancia infantil. 

Hace un esfuerzo por recordar. La puerta está abierta, sin seguro, y ella está parada ahí, contemplando los miles de libros en estantes, ordenados milimétricamente y quién sabe por qué sistema (alfabético, tamaño, tiempo de antigüedades... ¡Había muchas opciones!) Pero no le importaba saber cómo Hordak ordenaba sus libros, no era de su interés en ese momento.

Sale de la oficina ya que nada se le viene a la mente por más de que se esforzó en intentar recordar, lo cual era frustrante. Cerró la puerta del despacho de Hordak y caminó solo unos cuantos pasos, cuando su mente entró en una pequeña epifanía y recordó porqué estaba ahí: Adora.

Rápidamente intentó volver a la oficina de Hordak, pero intuyó que él no debe de estar manejando los papeles de adopción de su mejor amiga; a Hordak no le interesan los niños... ¡la encargada de todo eso, y del orfanato, era Shadow Weaver! Catra cambia de dirección y esta vez se dirige a la oficina de su tutora.

Desilusionante fue ver que esa puerta sí tenía el seguro colocado, probablemente porque Weaver sabía que Catra haría cualquier travesura en su ausencia, y prefería que su oficina no esté involucrada en esos juegos infantiles.

Suspira luego de muchos intentos de girar la perilla con sus pequeñas manos algo dañadas y con banditas por casi todos los dedos gracias a sus multiples travesuras con sus amigas y en casa.

Arde un poco, y se rasca porque es la única forma de que deje de doler en su palma. Oh, una nueva herida ha aparecido, -«¿por qué?»- Y ve la perilla, tenía un pequeño metal sobresaliente de ese lado donde lo sostuvo. Maldita Shadow Weaver, seguro lo dejó sin limar para que ella se lastimara más.

Su maestra anciana sigue durmiendo, puede oír sus ronquidos desde el otro lado de la casa. ¡Vaya mujer! Vira los ojos mientras sigue admirando la puerta antigua que la separa de la información de Adora y saber más de ella, dónde está, qué clase de familia la adoptó primero, ¿estará bien? Eso espera, en su deseo terrenal casi imposible de volverla a ver, porque sabe que eso no será posible, Weaver lo dijo muchas veces cuando Catra preguntaba por su mejor amiga.

"Ella no volverá. Tristemente no pueden cambiar lugares. ¡Ahora, presta atención a tus clases, niña desobligada!" Sí, esa siempre fue su respuesta, y luego le seguía un regaño horrible por su parte hasta que Hordak llegaba y ambos se dedicaban a lo suyo, mientras Catra tenía sus pequeños minutos de libertad donde podía ir a a ver a sus nuevas amigas que conoció en esa zona, clandestinamente, por supuesto.

Soy Feliz Contigo [AU Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora