I. misσ: ¿Las paces?

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Todo fue... rápido.

De un momento a otro ya estaba en el suelo, sintiendo un fuerte golpe en la espalda baja, observando que Catra la miraba con un sentimiento nada bueno, sus ojos parecían en shock, pupilas pequeñas mientras su pecho se elevaba cada vez más. Quiso levantarse y decir que todo estaba en orden, como siempre solía hacer cuando alguien la lastima sin querer hacerlo; pero vio que la mirada de Catra no cambiaba a la preocupación o al arrepentimiento. Seguía con el ceño fruncido, su pecho había dejado de moverse con fuerza, su cabello igual de alborotado y parecía contenta con verla tirada ahí, debajo de sus pies. Si tan solo Catra hubiera dicho un "lo siento" luego de empujarla con una fuerza abismal, tal vez -solo tal vez- Adora hubiera dejado pasar esa acción, entendiendo el estado de Catra, sabiendo que no eran las cosas fáciles, sin embargo, no parecía tener un ápice de algo rodante a la compunción.

Adora no era tan masoquista ni estúpida como para decir que todo estaba bien, menos si la persona que la lastimó a diestra y siniestra no pide un perdón o demuestre pesar por su mala acción.

Se levantó con celeridad, limpiando su ropa y acomodando su campera. Estaba algo colérica en ese momento, no pensaba dirigirle ni una sola mirada a Catra, porque sabía que se encontraría con esos ojos heterocromáticos, felices de haberla derribado por simplemente tener algo de compasión.

Era humana, por una mierda, Adora era tan sentimental que se dejó llevar por su instinto de proteger a Catra de algo invisible y que no se solucionaría con un abrazo, pese a saber eso lo hizo, sin medir las consecuencias de sus actos en el proceso, y lo que eso derivaría en una reacción poco amigable.

Y ahora se sentía ella como la mala del cuento.

Parece claro que Catra no pediría disculpas, entonces no esperó por mucho esas simples palabras, saliendo de la habitación con un portazo para sentirse mejor, dejar que algo del estrés mezclado con la mala sensación en su conciencia desapareciera. No funcionó, y quizá aquel ataque solo fue un pequeño berrinche, para que Catra se diera cuenta de lo que provocó en ella, y que no solo estaba enojada por un par de horas, oh no, Adora podría perdonar, pero nunca olvidaba.

El pesó en sus hombros había desaparecido, su mochila no estaba con ella, pero eso era lo de menos, ahora solo quería relajar sus sentimientos (un té de Perfuma sería una buena ayuda), reflexionar sobre lo que sucedió en ese preciso instante, dibujar el enjambre de pensamientos que tenía en su corazón y lavarse la cara para pensar con la cabeza fría lo que haría a continuación, porque no tenía idea de qué hacer, y apenas era la tarde, Entrapta llegaría tarde, la otra amiga de Catra tenía trabajos nocturnos de los que encargarse.

Ese era su fin; tenía hambre, sueño, ganas de patear la pared para desquitar su rabia contenida, caminar un poco para salir de ese ambiente asfixiante en esa pequeña habitación.

Queda dicho, de esta manera, que Adora se sentía rendida ante las presiones inefables que tenía sobre sí. Tan cansada, desmoronada, cayéndose a pedazos sueltos, no solo por el desgaste emocional que estaba sufriendo, las pocas horas de sueño, su estómago doliente por no tener nada con que alimentarse, y el escozor en sus ojos que estaban hinchados por llorar silenciosamente por la impotencia y el coraje.

No quería derramar ni una sola lágrima por una situación que ni siquiera era una situación en concreto, pero no pudo contenerse por mucho, al parecer esas dos semanas donde lloraba sin consuelo no fueron suficientes para secarla.

Limpió con la manga de su chamarra las lágrimas que seguían brotando de sus ojos. Respiró el poco oxígeno que el pequeño cuarto albergaba, jadeó intentando pensar en algo aparte de su desencanto inoportuno, decidiendo optar por el hambre que estaba sintiendo, que era el segundo sentimiento más fuerte que estaba teniendo ahora.

Soy Feliz Contigo [AU Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora