IX. misσ: Desilusión y alusión

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Ahora no me sirve de nada

Ahora ya no te serviré de nada
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On My Way Out - Getter & Joji 


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Una vez, cuando tenía nueve años, Mara, con la que estaba conversando, apagó su cigarrillo sobre Robert (el cactus favorito de Adora) y dijo: "Eres como una persona sin piel". Mara. Mara le dijo eso. Una persona que se ganaba la vida flagelándose viva en público (porque era una poeta jodida por la vida y trabajaba en algo que odiaba), le había dicho que, de todas las personas, ella, la inteligente, joven y esperanzada Adora no tenía piel. "Debes ser más mordaz", le decía constantemente Glimmer. Adora no sabía qué significaba eso. ¿Que debía ser mala? No, significaba protegerse, blindarse contra el mundo. Pero, ¿puede uno decidir ser mordaz? ¿No es como ser más gracioso? ¿O es que hay que fingirlo, como cuando alguien aburrido, -una persona de negocios (ellos son muy aburridos)- cuenta un chiste y todos se mueren de la risa y ese alguien debe desaparecer de la fiesta antes de que se le acabe el repertorio del libro de chistes que se leyó antes de ir?

Sea como fuere, ella no lo intentó nunca. Casi a sus veintinueve años no había cultivado sino una leve impresión de sí misma, algo como un caparazón blando para un cangrejo, no sirve de nada. Cualquier mínima cosa puede hacerle daño, por eso también odiaba su trabajo, era estresante, cualquier error que cometió era castigado con un descuento y un regaño de los mil demonios. Si creía que Mara la solía intimidar con solo decirle que no era perfecta, su jefe de piso era peor, sin dudas.

Pero la desilusión verdadera, de cualquier tipo, es el más doloroso de los malestares emocionales. Pica y arde, perforando su fina piel de conciencia animal, y de ella brota sangre del color habitual. ¿Por qué tantas cosas dejan de tener sentido cuando uno se independiza - la diversión, lo que digan los demás, la comida rápida-, pero la desilusión sigue escociendo? Quizá porque uno encuentra nuevas fuentes de desilusión. Ni siquiera ha vencido sus antiguos miedos, solo los evita. Llamar por teléfono (marcando errática y frenéticamente, como alguien que desactiva una bomba, y tartamudeando como si hubiera visto un cadáver), o hablar con chicas atractivas e inteligentes cuando le llaman la atención (ensayando mentalmente sus frases de presentación para darse cuenta, al instante, de que pierde el tiempo y la chica ya se ha ido). Adora sigue teniendo esos miedos, pero el paso del tiempo y sus amigos lo resolvieron sin que ella deba trabajar realmente en eso.

¿Pedir comida rápida? Bow cocinaba, y si no era así él ordenaba, lo que la salvó para siempre de tener que llamar por teléfono. El bus ya poseía una parada cerca de su departamento, así que eso de llamar a un Uber y pasar minutos en un incómodo silencio se solucionó. Los ligues potenciales ya no le interesaban porque tenía trabajo, eso es un punto bueno, y si quería conquistar a alguien, las redes podían hacerlo por ella; ocultarse tras una pantalla era su mecanismo de defensa contra el mundo ahora.

Pero la desilusión... ¿Cómo evitarla salvo renunciando enteramente al amor? Al final, esa fue la única solución que encontró para eso.

Quizás eso explique por qué entregó ocho años de su vida a una empresa.

Aunque esto es demasiada introducción para lo que Adora piensa en ese momento.

Otra cosa que la aterra son las entrevistas, ¿a quién no? Si no das una buena impresión no te contratarán, no comerás y vivirás en la calle. Todo tiene que ser tan perfecto en la vida porque sino se pierde todo, así que no hay que darse el lujo de ser imperfectos; pero ella lo hizo, fue imperfecta.

Soy Feliz Contigo [AU Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora