VII. misσ: ¿Quién...?

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Al sentir el tacto de Adora contra su espalda, recordó que había dejado la música corriendo dentro de su habitación a oscuras. Cuando estuvo totalmente levantada, vio directo al ventanal de su habitación, reconociendo la insípida limpieza que se mostraba a pesar de todo, siempre pura. Ya no se escuchaba ni una sombra de lo que fue la música que Adora había colocado en un inicio solo para fastidiarla, cree, y sin embargo, aquella tonada de percusión se repetía una vez tras otra en su cabeza, en un constante bucle, junto a la letra. Siente a Adora tambalear, y por un minuto cree que ambas caerán al suelo, llevándose ella la peor parte. Otra vez todo se mantiene igual, no hay movimiento. Gira un poco la cabeza y ve que Adora también tuvo miedo de caer; aunque no es muy notorio, lo nota.

Adora camina directo a la entrada principal de la casa. Catra se sorprende de ver la puerta abierta, casi teme lo peor, pero por un segundo recuerda "Oh, cierto, este barrio es el más seguro de toda Etheria." No era por presumir, pero Entrapta vivía cómodamente en ese lugar, sin miedo a ser asaltado, como en los barrios bajos; o temor a los secuestros por dinero, como en los barrios de alta alcurnia. Clase media, sí, era lo mejor; Catra se conformaba con eso y no necesitaba nada más con tal de tener un techo y comida por lo que le quedaba de vida.

No había extrañado el roce de la silla de ruedas en contra de toda su espalda, era molesto luego de permanecer tanto tiempo así; y cuando Adora la colocó de vuelta a esa vieja prisión, Catra soltó un recóndito e inconsciente suspiro que ni siquiera su autocontrol podía ahogarle.

"¿Te sientes bien? ¿Estás en una mala posición? Oh no, lo hice mal, ¿verdad?" Adora soltó de repente, transmitiendo su preocupación en su forma tan rápida y parlanchina de hablar. Sonaba como un pato "cuac-cuac-cuac-", Catra lo percibe así porque, ciertamente, apenas si podía entender una o dos palabras en todas esas preguntas sin sentido, que solo la hicieron conscientes de que fue muy abierta con su expresión de sentimientos, pero era inevitable, en especial con Adora. A veces se olvidaba que ella podía ver y escuchar sus reacciones, sean buenas o malas, era molesto y no le agradaba. Muy fisgona, aún cuando no buscara serlo, seguro era parte de su personalidad... le recordaba a alguien.

"Estoy bien" dijo sin más, y de una forma cortante para dejar de sobrepensar algo que no venía al caso. No era el momento de cuestionarse todo, mucho menos si Adora la está vigilando tan de cerca que puede sentir el eco de su respiración, aquel sonido que pasaría inadvertido, pero que gracias al silencio es muy claro.

La música definitivamente ha dejado de tocar, intuye que desde hace mucho, pues, ¿cuánto puede durar una canción? ¿seis minutos a lo máximo? Sí, es posible, aunque ya era de noche, casi crepuscular; y recuerda que Adora, tan pronto como Entrapta o..., no, solo ella... cuando ella llegue, Adora se irá hasta el siguiente día.

Ya sentada, de nuevo donde no quiere estar, ve, con desdén, el jardín y recuerdas las muchas veces cuando se negaba a salir de su habitación hasta tal punto de joder a Scorpia solo porque se sentía jodida, de forma irreverente. La vista no se compara con experimentar de cerca aquel lugar, que si bien fue idea de Scorpia en hacer ese espacio abierto para que Catra no se sienta tan encerrada, sin dudas ella se llevaba el reconocimiento de elegir las flores, dónde irían los arbusto simples y desechar aquella horrible idea de tener en medio una fuente... ugh.

El silencio sigue persistente. Adora, parece no querer acabar con ello, quedando callada por primera vez en toda la tarde, lo cual mantiene inquieta a Catra, y si pudiera sobreponerse ante la dolorosa e inchante voz de Hordak hablaría con ella, le preguntaría qué haría después de... esto; tal vez le gustaría quedarse toda la noche ahí, porque perdió las esperanzas de que Scorpia decida volver luego de la última noche...

Oh mierda, acaba de recordar lo que quería ignorar.

"¿En verdad estás bien?" Adora habla, acercándose a Catra, como si quisiera examinarla, y ella la hubiera apartado de no ser porque, ahora, esa cercanía molesta es lo único que impide que recuerde todo antes de esa mañana.

Soy Feliz Contigo [AU Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora