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Iban en el auto. Armando estaba descolocado, molesto por las palabras de Aníbal. Sentía un pinchazo en su interior. Tanta adulación hacia Betty, proferida de otros labios que no eran los de él... mejor ni lo pensaba.

- Beatriz necesito hablarle... - freno en seco-

- Ella lo miró. Su expresión no era buena. Algo lo molestó sin duda. Y suponiéndolo importante, se limitó a asentir.

- Aceleró con rumbo a las afueras de la ciudad. Necesitaba exteriorizar lo que sentía.

- Ella no emitió palabras. La sola expresión en el rostro de su jefe, delataban que no contestaría ninguna de sus interrogantes.

- Llegaron a un lugar, con árboles frondosos. El paro el auto y le pidió a Beatriz que bajase con el.

- Aquí podremos hablar tranquilos, no quiero que nada interrumpa- se limitó a decirle-

- El corazón de Beatriz palpitaba con fuerza. ¿De que debía hablarle? ¿ y en este lugar? ¿Qué nadie nos interrumpa? - resonaban en su cabeza, mientras caminaba junto a él adentrándose entre los árboles.

- Finalmente Armando se detuvo.

- Beatriz, usted pensará que no me fijo en lo que usted hace cada día por mi, en como atiende mis requerimientos, su confianza, incondicionalidad. Usted es muy importante para mi.

- Doctor...

- No Betty, déjeme terminar. Necesito exteriorizar esto que siento por usted...

-La extrañe... me hizo falta su presencia en la oficina. Beatriz la pensé... la...la amo...

- Su corazón palpitaba de una manera inusitada, que ni el mismo era consciente... y en un impulso tomó su rostro y unió sus labios a los de ella.

- Ambos sintieron volar... ese beso los transporto al mismísimo Olimpo. Había bebido de los labios embriagantes de ella, de su ángel, su Betty.

- Beatriz se separó para tomar un respiro, ante la intensidad de los labios de él.

- Ruborizada ante lo que acababa de pasar corrió lejos. No lo creía real.

- Armando salió tras ella...
- Betty, espere! - le dijo- mientras corría tomándole de un brazo.

- Beatriz, por favor no se vaya. Al verla se dio cuenta que lágrimas caían por su rostro.

¿Se encuentra bien?- le dijo Armando preocupado-

- Doctor... había soñado tanto con este momento, estas lágrimas son de felicidad... jamás creí que usted sintiera lo mismo que yo por usted.

- Pero ahora ¿qué pasará con Doña Marcela? Usted se va a casar - dijo aún entre lágrimas-

- Betty no... usted sabe perfectamente que no siento amor por ella. Pero deme un tiempo por favor para finiquitar todo con ella.

- Beatriz asintió.

- Armando secó sus lágrimas... Betty, mi Betty - dijo- mientras unía sus labios en un beso posesivo a los de ella

- Esa tarde sellaron su amor entre besos y miles de promesas.

- Debemos partir... la oficina nos espera

- Mi amor, tan trabajadora que es usted, por eso me gusta- le dijo Armando

- Ella rió ante su comentario. Y partieron al auto rumbo a Ecomoda.

- Durante en trayecto ambos se mostraron tranquilos, felices. Armando se sentía completo a su lado, era sin duda una mujer cautivadora y ahora le pertenecía.

- Llegaron a Ecomoda. El semblante de ambos había cambiado, sus ojos brillaban cual estrellas en el cielo nocturno.

- Entraron a su oficina y se dispusieron a trabajar el resto de tarde.

Dieron las 7 de la tarde en Ecomoda. Beatriz salió de su oficina rumbo a su casa. El taxi la esperaba afuera.

- Hasta mañana Don Armando -le dijo- despidiéndose con una sonrisa

- Armando le presentó excusas por no poder llevarla ese día.
Beatriz, sería arriesgado y no quiero exponerla a las habladurías de los empleados. Ya tendremos tiempo para estar a solas - lanzó-

- No se preocupe Doctor... - dijo ella saliendo con una sonrisa de la oficina-

- El taxi la dejó en las puertas de su casa.

- Hermes, mijo, Betica llegó.

Su padre al verla quedó boquiabierto. ¿Tanto había cambiado? Su niña era otra.
¿Y usted que se hizo señorita? Esa ropa no me gusta para nada - gruñó-

- ¡Ay mijo! No le diga esas cosas a la niña. Se ve divina Betty - dijo Julia-

- No se preocupe mamá, mi papá debe entender que él no tiene porque involucrarse en temas tan privados. - soltó ante la mirada de su padre-

- Hoy no cenaré. Y partió rauda a su habitación. Necesitaba desahogarse. Había sido un día muy intenso.

Tomó su diario y comenzó a escribir:
" Hoy fue el día más raro de mi vida. ¡Don Armando se me declaró! Me dijo que me extrañaba, que me pensaba, que me ama...
¡Ay Dios mío! Tanto que soñé con esto, en esta misma cama. ¡Y me besó, sí, me besó en la boca! Siento tocar el cielo con las manos. Fue tan cálido..."

Mientras su corazón palpitaba fuertemente, cerró su diario y se recostó pensando en él.

- Entre tanto Armando hacia su arribo al departamento de Marcela.

- ¿Cómo estuvo tu día amor? - dijo Marcela mientras lo besaba-

- Armando sintió raro. Ese beso no le produjo el más mínimo cosquilleo.

Fue un día maravilloso - soltó-

- La mirada dudosa de Marcela se clavó en él. Armando tenía cara de placidez. Sin duda algo no andaba bien. Incluso tuvo que morderse la lengua para no armar un escándalo. Luchando con su inseguridad y sus celos.

- ¿A sí y puedo preguntar por qué ? - dijo ante la imposibilidad de contenerse-

- Cerramos un gran negocio con un cliente de Venezuela. - lo dijo para desviar la atención de Marcela. Ya que si bien es cierto era verdad. Él se sentía feliz por lo de Betty-

- Marcela quedó conforme con esa respuesta. Aunque le sonaba en la cabeza que algo más había oculto. La falta de afecto de parte de Armando la había herido.

- ¿Tienes hambre? ¿Quieres que te prepare algo? - preguntó-

- Marce estoy agotado, solo deseo dormir. Se desvistió y recostó la cama, pensando en Betty.

- Marcela en cambio se desveló. Pensando y pensando en esa actitud tan extraña y desamorada que le mostraba su prometido. En su cabeza solo había interrogantes como ¿será por otra mujer? Los celos de saberlo con otra la consumían, era suyo, su hombre. Lo había luchado durante mucho tiempo y no vendría otra a desbancarla. Marcela no lo permitiría.

- Al despertar Armando se sentía feliz. Hoy vería a Betty. Y decidió llegar más temprano que de costumbre a la oficina. Quería tener un detalle para ella.

- Entonces, emprendió rumbo a la empresa. Quien diría que Beatriz le despertase su lado cursi. Había pasado por una florería. Una flor banca. Y le colocó de su perfume. Sin duda sería un detalle que espero le agrade - se dijo sonriendo bobo-

- Llegó a la empresa y entró raudo... no quería que alguien viera lo que llevaba. Se dirigió a la oficina de ella y sobre el escritorio dejó la rosa junto a una nota que decía:
" Probar sus labios a sido lo más maravilloso que he sentido.
Agradezco a Dios quien la puso en mi camino a tiempo...
La amo Betty...
Armando "

Y salió de allí con una sonrisa en los labios.

La mujer que no soñé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora