Habían pasado ya dos horas desde que les habían entregado las llaves del apartamento. Armando había disfrutado de la compañía a solas de Betty. Se sentía completo, feliz.

Beatriz, le mencionó que era muy pronto para cambiarse. Debía hablarlo con sus padres. La noticia sin duda los dejaría tristes. Así que quedó en contárselo durante la semana.

Salieron de allí, con rumbo a Ecomoda.  El corazón de Beatriz, rebozaba de alegría. No imaginaba que Armando Mendoza, fuese así, tan especial.

Mientras aún estaban en el auto, Armando le pidió que ese fuese su secreto. Betty conocía perfectamente ese tono y el alcance de aquellas palabras. Lo cual tenía un solo nombre propio: Marcela Valencia. Y los problemas que se levantarían a raíz de eso, si alguien se enteraba.  Así que estuvo de acuerdo. Ese sería su secreto. Y se besaron.

Al llegar esa tarde a la oficina ambos trabajaron felices.

Armando al fin sentía haber hecho algo por alguien sin interés de conseguir algo a cambio. Fue interés genuino por ella, por Beatriz. Y es que él la consideraba no como la conquista de turno a la cual usar y desechar; ella era una mujer para amar, para compartir hasta el último suspiro de su vida.

Al término de la jornada laboral, Armando llevó a Beatriz a su casa. Al salir de la oficina y ante la mirada insistente de Patricia Fernández, Armando dijo:

¿Qué es lo que miras tanto Patsy? O es que acaso Marcela te dejó mandado que me espíes?

¿Yo?  No, Armando. Que es lo que tu te piensas de mi. A mí no me interesa lo que tú hagas con tu vida –dijo ella ofendida-

Para su información mí querida Paty,  porque sé que le va encantar lo que le voy a decir, llevaré a Betty a su casa ¿hay algún problema? –Dijo Armando en tono irónico-

Patricia, no contestó a sus ironías. Y ellos abordaron el ascensor.

Camino a casa de Beatriz, Armando recibió una llamada de Marcela Valencia.

¡Qué fastidio! –pensó-

Pero Beatriz le pidió que contestara.

¿Aló, mi amor? –Dijo Armando en tono de fastidio-

¡Querido, acabamos de llegar al Aeropuerto. Estamos a minutos de abordar el vuelo de regreso a Bogotá! ¿No te parece maravilloso? –dijo Marcela emocionada-

Sí, claro mi amor ¡que dicha! –Dijo Armando entre dientes-

Armando, quedó preocupado. Marcela se demoró menos de lo planeado. Y sí, es que el esperaba tener algo más de tiempo para estar con Betty, sin la presión de tener a Marcela vigilándolo. Pero ya eso no era posible.

Betty, me será difícil volver a traerla a su casa. Usted ya oyó, marcela regresa mañana de Nueva York. Y no quiero que se levanten sospechas, ni falsos cuestionamientos. ¿Usted entiende, verdad? –Dijo Armando mientras tomaba su mano-

No se preocupe doctor, yo entiendo, Además usted ya ha hecho mucho por mí y ni tiempo me ha dado de agradecerle. Usted es muy importante para mí –dijo Beatriz emocionada-

Armando, ante esas palabras, solo atinó a besarla. Y sin duda, ya tendrían tiempo para estar a solas.

Así que emprendió rumbo nuevamente y se dirigió a la casa de Betty. Dejándola en la puerta. Al ver que su padre la esperaba a las afueras de su casa, no pudo despedirse como hubiera querido y solo le dijo que descansara.

Él, se dirigió a su apartamento. Debía descansar de aquel día. La llamada de Marcela le había echado a perder la noche. Se sentía extraño y pensaba en el hecho de que debía fingir que la había extrañado, debía besarla, dormir con ella. Aquello lo torturaba.

La mujer que no soñé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora