23

451 47 3
                                    

Luego de aquello. Partieron rumbo a una joyería. Por las alianzas matrimoniales. Eligiendo el clásico, con un diamante en el centro de ocho milímetros de ancho, de platino.

Tenían absolutamente todo listo. Lastimosamente sus padres no podían viajar por temas laborales. A lo que ellos quedaron de visitarlos en Colombia.

Estaban agotados, pero felices. Volviendo al apartamento. Faltaba solo que llegase el día en que unirían sus vidas. Se acostaron con el corazón rebosante, abrazados. Quedando profundamente dormidos.

Todo transcurrió con normalidad en esas semanas. Beatriz, poco a poco fue dejando las náuseas y los mareos de lado. Y todo empezó a mejorar entre ellos. Mientras alistaban todos los detalles para la ceremonia.

Tres semanas después...

El día llegó. Ambos se levantaron y se vistieron para la ocasión.

Ella con un vestido de encaje de escote en v tanto en la espalda como delante. Acentuando la perfección de sus formas. Maquillaje discreto.

El de impecable traje negro, camisa blanca y humita negra.

Llegaba el día de su boda civil. Estaban ansiosos. El alcalde de la ciudad autorizó a un concejal para proceder con el matrimonio.

Al entrar a la alcaldía, Beatriz subió por las escaleras. Caminaba con la gracia de un cisne. Se veía angelical, ese traje la hacía justicia a su figura esbelta.

Camino por un pasillo largo. Al final de él estaba el concejal quien oficiaría la boda. Y él, el amor de su vida, quien la miraba con ojos de amor y ternura mientras ella se acercaba lento. Embobado ante su belleza. Se tomaron de la mano.
Luego de las palabras del concejal, oficiando la ceremonia, llego el momento de los votos. Y pues, sus votos fueron algo así:

"Armando Mendoza, tu eres mi amor. Me tienes completamente en tu poder. Sé y siento que a tu lado puedo escribir un buen futuro juntos. Que a pesar de las desavenencias y de lo construido y destruido hasta este momento. Solo te pertenezco a ti. Únanos nuestras almas siendo una. Hasta que llegue el momento de nuestro último respiro. - dijo Beatriz-

" Beatriz Pinzón, eres y serás para siempre la luz de mi vida. Te encontré en el momento exacto. Me rescataste del desastre y me enseñaste a creer en el amor. A entregarme a ese amor. Hoy descubrí que solo tengo vida, si tú estás a mi lado. Permíteme caminar contigo de la mano, respirar el aire que respiras, hasta mi último suspiro. Unidos recorriendo el camino que la vida nos depare, pero juntos. Te amo con el alma". - dijo Armando-

El concejal que oficiaba la ceremonia los declaró marido y mujer. Ella se había transformado en Beatriz Mendoza.
Ya que en Francia el apellido del esposo es el que se adopta.

Se besaron. Por fin sus vidas y sus almas, estaban unidas por el vínculo incorruptible del matrimonio.

Y esa tarde al salir de la alcaldía. Se tomaron fotografías para recordar sus nupcias en Paris. En la mayoría de los monumentos y atracciones.

Felices, parecían flotar. Suspirando al sentir el contacto de sus pieles, ahora siendo uno. Marido y mujer.


Luego de aquello partieron rumbo al apartamento. Tenían las maletas listas para ir al aeropuerto con destino a Colombia.

Su vuelo salía a eso de las diez de la noche. Arribando a Colombia a eso de la una y media de la tarde. El cansancio del día, sería compensado en el descanso en el avión.

Un vuelo de algo más de quince horas. Al arribar, sus padres la esperaban.
Estaban emocionados de volver a verla luego de algo más de 4 meses de ausencia en el país cafetero.

La mujer que no soñé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora