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Betty se recostó a su lado, él la abrazó, se fundió en su aroma, su calor, ella le acarició el cabello, relajándolo. Armando se quedó profundo.

Beatriz, se levantó de su lado. Respiraba algo agitada, necesitaba liberar sus emociones, después de aquella tormenta que desató aquel sueño. Salió al balcón de su apartamento. Y se sentó en aquella silla junto a su diario y se dispuso a escribir:

"La mujer que escribe hoy, no es la misma que la de hace algunos días. Me sentía feliz, dichosa, completa al lado del hombre que más amo en la vida y, ahora me siento en el abismo más oscuro. Camino en tinieblas.

Me siento...ya ni se como describirlo...
Soñé con Ricardo, o más bien fue pesadilla... lo sentí tan real, que me aterra pensar en que él habite mis pensamientos, mis fantasías. No sé siquiera cómo es posible aquello, cuando el amor de mi vida, de mi total existencia es Armando Mendoza.

Mi Armando, se que esto lo ha herido profundamente y, no sé cómo sanar aquella grieta que nos está separando.

Lo observo desde aquí, durmiendo sereno, pero hace un par de horas estaba hecho una pantera. Estoy consciente de lo desconcertado que debe sentirse. No debe ser fácil, no sentirse tranquilo en ningún lugar junto a los tuyos, cuando alguien quiere arrebatarte lo que te pertenece.

Estoy consciente de que soy la causante de toda su angustia, de sus celos, de esta desconfianza que surgió. Pero no se como repararlo.

Solo quiero volver a sentirme feliz, volver a sentir esa paz, la paz que solo el amor de mi Armando, puede darme, para sentirme contenida, completa, amada.
Riego a Dios que me siga manteniendo firme a su lado, por mi, por él, por mis niños, por la familia que decidimos formar.

Quiero liberarme de esta extrañeza que siento, para volver a recuperar la confianza, el sosiego para mis pensamientos, para aquietar mi alma y callar las voces en mi interior.

Necesito a Armando a mi lado. De su mano podré al fin salir de este precipicio, de este abismo en el que estoy hundida. Solo sé que lo amo como a nadie y que haré todo lo que esté a mi alcance para recuperar lo que teníamos.

Quizá irnos de aquí, nos sirva para comenzar otra vez. No lo sé. Espero ferviente una señal que me oriente. No quiero perderlo..."

Cerró su diario y se levantó de la silla por un café, cuando desde la habitación sintió un estruendo:

¡Betty! -gritaba Armando algo angustiado-

Ella corrió a la habitación. Se asustó mucho al oírlo así.

Armando, estoy aquí. Estaba preparándome un café en la cocina.
-dijo Beatriz-

Pensé que se había ido mi amor. Lo último que recuerdo es su mano en mi pelo. Me relajó sentirla cerca, mi vida. La amo tanto... - le dijo Armando mientras la besaba-

Fue un beso necesitado, posesivo, deseoso. Armando quería demostrarle cuanto la amaba. Ella se dejó llevar por aquel impulso, respondiendo con la misma necesidad aquel beso.

Cuando Beatriz, al fin pudo despegarse de su beso, dijo:

Ca...Cariño debemos por lo menos desayunar, tú no has comido nada.

Amor, eso puede esperar... necesito estar con usted, amarla, sentirla mía... la necesito tanto, tanto Beatriz - alcanzó a decir Armando mientras nuevamente la besaba con total deseo-

Ella se dejó llevar por el momento, también necesitaba sentirlo. Y se rindió a sus besos, cada vez más y más fogosos. A las caricias que poco a poco aumentaban de intensidad. Armando la tomó por el cuello, bajando por sus hombros, abriendo la bata que traía puesta, dejándola caer.

Él la aprisionó con sus brazos junto a él, sentir su piel, lo hizo volar... la deseo tanto Beatriz... y no pudo contenerse. Le hizo el amor como no se le había hecho a nadie en la vida. De una manera necesitada, fogosa, que sus cuerpos llegaban a arder de tanto deseo contenido.

Erizando la piel de Beatriz ante su tacto, mandando señales placenteras a todo su cuerpo.

¿Usted me pertenece oyó? -decía Armando entre gemidos-

Soy suya, completamente suya. - respondía Beatriz cegada de placer-

En esa habitación solo se escuchaban ambos cuerpos chocando, humedecidos ante el calor de su encuentro, entre gemidos. Alcanzando ambos el límite del placer, sintiendo la tibieza en su interior.

No quiero separarme de usted jamás, mi amor. -decía Armando entre besos-

Ni yo, mi amor - respondía Beatriz-

Ambos cruzaron miradas, aún unidos. Sus ojos brillaban cual estrellas en el cielo nocturno. Por un momento habían vuelto a ser los mismos amantes. Cayendo rendidos ante el encuentro de sus cuerpos, de sus almas, reconociéndose, reencontrándose. Quedando profundamente dormidos.

Eran cerca de las tres de la tarde y Armando despertaba. Ver a. Beatriz, desnuda a su lado, le provocó toda clase de reacciones. Era su mujer. La más divina aparición que existía.

Y luego de un profundo suspiro, se levantó, se duchó y pidió comida a un restaurante fino. Quería sorprenderla.

Luego de unos 25 minutos, tocaron la puerta, había llegado su pedido. Armando pagó y cerró la puerta.

Se dispuso a colocar el almuerzo en los platos y partió raudo hacia la habitación.

Beatriz había despertado, pero ante su desnudez, se tapó con una sabana.

Mi amor, traje el almuerzo para usted. -dijo Armando cariñosamente-

Ella lo miró con ojos de ternura.

Gracias amor - contestó Beatriz.

Almorzaron en la cama y, conversaron sobre lo que harían. Después de todo lo que había pasado, con su sueño, con su discusión, con su relación: ¿se irían del país o se quedarían en Colombia?

Decidieron que se marcharían. Colombia, ya que a pesar de tener a su familia en el, este ya no era su lugar. Se irían lejos, explorando otros rumbos, hacia un horizonte diferente, buscando paz, quietud. Una vida nueva para ellos y sus pequeños.

¿Hacia donde los llevará su nueva aventura?


Nota de Autor:

Después de imaginar unos capítulos bastante extraños. Me disculpo por lo corto del capítulo.

Cuéntenme ¿ A qué lugar les gustaría leer que viajarán Armando y Betty?  ¿Qué les ha parecido hasta el momento la historia?

Siempre abierta a sugerencias y críticas.

Carmen.

La mujer que no soñé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora