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_Cariño, Beatriz, despierte. -decía Armando mientras besaba el cuello de Beatriz-

_Mi amor ¿qué hora es? -dijo Beatriz algo perdida-

_Son las nueve, amor. Levántese. La estamos esperando para desayunar. -dijo Armando cariñosamente-

Beatriz, se levantó, duchó, se vistió y partió a desayunar. Camila los esperaba para llevarlos a otra zona de la ciudad. Así es que después de un suculento desayuno partieron a conocer más a fondo el sector donde vivía Camila.

_Beatriz, hoy los llevaré a conocer el Mercado de Antigüedades. Además de algunos puestos de comida, puede que algo de ello te interese. -dijo Camila-

_Me encantaría conocer. -contestó Beatriz-

Plain Palais. Una zona de ocio y de perfil comercial. Es una zona abierta con servicios en una plaza. La plaza tiene forma de rombo y está situado en la zona centro sur del casco histórico.

La mayor parte de la gente acude a Plain Palais atraída por el Mercado de Antigüedades y puestos de productos agrícolas frescos de la zona. En el Mercado de Antigüedades, hay artículos de segunda mano que se pueden encontrar a precio ínfimo.

En el Mercado Agrícola, también hay productores que vienen de la cercana Francia con productos de gran calidad: frutas, quesos, hortalizas, mermeladas y muchos derivados lácteos.

Hay muchos puestos de comida internacional y una dulcería completa para dar la vuelta al mundo de pastel en pastel. Y es aquí donde Betty, probó muchos pasteles, ante la mirada tierna de Armando y las risas de Camila.

Camila, les contaba que en esta zona, llegan los circos a instalarse y durante algunas fiestas locales, se levantan montañas rusas desmontables y tiovivos para los más pequeños.

La zona está llena de bares,cafeterías y restaurantes que con sus terrazas son una delicia, en los días de verano, cuando las temperaturas son algo más agradables.

La zona Rue de l' Ecole -de- Medecine y la parte de Bains, que están al lado, son el centro de la vida nocturna. El café Remor, el Moulin Rouge y el Pub Lady Godiva, son los locales de moda más recomendados en Plain Palais.

_Betty, ven. Quiero mostrarte este monumento. -dijo Camila-

Era un monumento dedicado a los zombies. Media dos metros de altura y en realidad es un homenaje a Mary Shelley, la autora de "Frankestein". La escultura está ubicada en la zona noreste de la superficie.

Y para finalizar en ese sector de la ciudad, visitaron el "Museo Patek Phillippe", en donde mostraban una exquisita exposición dedicada a los relojes y el comercio local, donde están enterrados los restos de Jorge Luis Borges, escritor y porta argentino.

Luego de aquello Camila, los llevó a la zona de Eaux- Vives al sureste de Ginebra. La zona es al mismo tiempo un gran parque urbano y un barrio. Junto al paseo principal, lo mejor de la zona junto al parque, se pueden ver unas piedras emergiendo del agua del lago. Se trata de dos rocas naturales de la época de la glaciación, que eran usadas para medir oficialmente las alturas en Suiza. Son referencias.

Cerca está la Jet d' Eau. El famoso chorro de agua del lago de Ginebra, que lanza su tiro a unos ciento cuarenta metros de altura.

En la zona se encuentran las mejores heladerías de la ciudad: Gelatomania y Arleccino. Sin duda Eaux- Vives es por mucho la zona más tranquila del centro de la ciudad.

Para luego terminar el recorrido en una de las partes icónicas de la ciudad y que atrae a miles de turistas con sus flashes. La zona de Saint - Gervais- Grottes y su atracción: los edificios Schtroumpfs ('Pitufos') conjunto de fachadas un tanto cómico y colorista.

_Beatriz, Armando. No podemos haber llegado aquí, sin que ustedes se saquen una fotografía. -dijo Camila-

_¡Ay, no Camila como crees! No haré el ridículo. -dijo Armando muy serio-

_Pero mi amor ¿acaso no vinimos para disfrutar? ¿Qué hay de malo, además es solo una fotografía? Vamos, di que si ¿si? - le dijo Betty con una sonrisa-

_Mi amor, no me mire así, porque me derrito y acaba convenciéndome. -dijo Armando mientras la besaba-

Le pidieron a alguien que pasaba por allí que les tome la fotografía. Salieron los siete. Luego de aquello hubieron algunas más de solo Betty y Armando.

Camila, reía al ver como Armando se volvió tan débil ante los pedidos, gestos y palabras de Beatriz. Ella sentía dicha, de que al fin una buena mujer lo haya hecho sentar cabeza. Y la convertiría al fin en tia.

Camila, les invito por lo menos un café. Ya está haciendo como más frío ¿no? -dijo Armando-

Me vendría bien algo caliente y sentarme un rato. Me siento un poco cansada, pero feliz. -dijo Beatriz-

Entraron a "Le Petite Reine" y tomaron un chocolate caliente.

_¿Y que te ha parecido hasta el momento Ginebra, Beatriz? -preguntó Camila-

_Una maravilla, Camila. Es demasiado tranquila en algunos sectores, con paisajes bellos, monumentos imponentes. Muy segura y limpia, aunque por lo que veo con un costo de calidad de vida bastante elevado
-respondió Betty-

_Si, es cierto. Ginebra en comparación a otras ciudades de Suiza, es bastante cara, pero se compensa con los ingresos que se perciben. Pero hablemos de cosas más amables, cuéntenme ¿cuando, donde y por qué se casaron? -dijo Camila entre risas-

_Camila, por favor. -dijo Armando revoleando los ojos-

_Nos casamos en Paris. Y claramente fue el día más maravilloso de mi vida. Amo a tu hermano de una manera indescriptible. -dijo Beatriz con los ojos brillosos-

Armando la miró con total ternura. Esas palabras calaron hondo en su corazón. Beatriz lo amaba, y sin duda eso lo llenaba completamente. Esa mujer le pertenecía en alma y corazón a él. El sentimiento era recíproco.

_Armando, no dejes jamás ir a Beatriz. Su mirada es tan transparente, tan diáfana, que a kilómetros se ve que te ama. Me hace tan feliz. -dijo Camila totalmente emocionada-

_¡Cómo osas decirme eso, hermanita! A Beatriz, no la dejaría jamás...es mi vida entera. -contestó Armando mientras la abrazaba con fuerza-

Luego de esta charla, se levantaron con dirección al carro, regresando de vuelta a casa. Habían disfrutado, sin duda de todo. Pero estaban cansados.

_¿Nos vamos ya? -dijo Armando-

Por favor, me estoy muriendo de sueño. -dijo Betty a modo de suplica-

Si, querido -dijo Camila-

Mientras Armando se levantaba para pagar la cuenta y finalmente irse del café.

Al llegar a casa se despidieron y cada quien se fue a su habitación. Había sido un día largo, ajetreado y muy frío, aunque el disfrute y la compañía habían compensado en parte el cansancio.

Luego de la ducha, se colocaron pijamas y ambos se costaron cayendo rendidos de sueño, abrazados en aquellas sábanas azules.

La mujer que no soñé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora