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Daniel Valencia, nuestro vampiro. A que debemos la desgracia de tenerte hoy en Ecomoda. –dijo Armando sarcásticamente-

Armando, como bien sabes, también soy accionista de esta empresa y hasta donde sé, tengo todo el derecho de aparecerme por acá, así te duela. Pero lo que hoy me trae por acá no es ver tu repulsiva cara. Simplemente vine a decirte que en vista de lo que le ocurrió a mi hermana por tu causa y para evitar nuestros constantes roces por la presidencia; le propuse a Roberto, dividir la compañía, te lo cuento para que luego no te de un infarto, Armandito –dijo Daniel-

Y para ello, esperaba al computador con ojos que guardas en aquella bodega –dijo Daniel en tono burlesco-

Daniel ¿y quién te crees tú, para utilizar esos términos en contra de mí asistente? Se llama Beatriz, y vendría siendo el momento de que la respetes. Ella no es ningún computador con ojos, como tú dices –dijo Armando en tono defensivo-

Cuidado Armando. La defiendes con tal pasión que no solo pareciera que ella para ti fuese tú asistente, sino tu conquista de turno. No vaya a ser que Marcela se entere  -dijo Daniel con evidente intención de herirlo-

Y sí que lo consiguió. Ya que Beatriz para él era muchísimo más que la conquista de turno. Él la consideraba su mujer. De hecho, esperaba la Junta Directiva para hacer público todo; ya que para ese momento ya habrían salido del hoyo financiero. Por eso no podía admitirlo aún delante de él.

Maldito Daniel Valencia –pensó-

En ese instante entró Beatriz a presidencia. Venía atrasada. Tenía la mirada perdida. No se sentía para nada bien ese día. Y al verlo se preguntó ¿qué haría Daniel Valencia en Ecomoda?.

Doctora Beatriz, al fin llega – dijo Daniel-

Bueno, ya que estoy aquí, para que me necesita doctor –le contestó Betty-

Quiero que me muestre las últimas cifras de la compañía. He hablado con Roberto sobre la posibilidad de retirar mi dinero de Ecomoda para invertirlo en otros proyectos –dijo Daniel-

Doctor, las verá mañana en la Junta, ya que todavía estoy trabajando sobre ellas  -dijo Beatriz con afán de sacárselo de encima-

Ya veo. Me imagino, será un informe favorable –dijo Daniel-

Muy favorable, doctor –dijo Beatriz-

Como puedes ver Daniel, ya que no obtendrás información hoy, puedes hacerle el favor a la humanidad y salir de aquí, ya que nosotros sí tenemos que trabajar por esta empresa –dijo Armando en tono de fastidio-

Está bien, te dejo con tú asistente. Pero recuerda lo que te dije Armando: mucho ojo en como la defiendes –dijo Daniel saliendo de la oficina-

Beatriz, quedo totalmente confundida ante tal comentario ¿A qué se refería? ¿Qué había pasado antes de que ella llegara?

Armando la miró luego de eso. Ella estaba evidentemente pálida.

¿se siente bien Beatriz? –dijo Armando preocupado-

La verdad, no, doctor. Llegué tarde por lo mismo. Creo que algo que ingerí me causó malestar. Estuve vomitando –dijo Beatriz con evidente franqueza-

¿está segura de eso, mi amor? –le preguntó él-

Sí, doctor, no se preocupe. Más bien ¿me dirá la razón del comentario extraño del doctor Daniel Valencia? –dijo ella-

Simplemente, la defendí de él. Usted sabe muy bien que me molesta mucho que la irrespeten. No lo soporto. Y menos de ese tipo –dijo Armando algo ofuscado-

En ese instante suena el teléfono. Los padres de Armando, habían arribado en la mañana a Bogotá y, lo citaron para cenar en casa. Armando pensó en lo que versaría la plática de aquella cena: su término con Marcela y la división de Ecomoda. ¡Qué cruz!

Al cortar, llegó Mariana con los reportes de venta. Evidentemente la empresa saldría del fango.

Beatriz, estamos a veinticuatro horas de salir de esta maldita pesadilla. Con lo que hoy entró en ventas, pagaremos la última deuda que nos queda. Mañana Ecomoda vuelve al poder de los Valencia y los Mendoza.  Mi amor estamos a muy poco de estar juntos –dijo Armando-

Así también me libraré de este karma. De haberme prestado para aquellos malos manejos –dijo con evidente alivio Beatriz-

Hicieron las gestiones para los pagos. Y luego se dirigieron a la Cámara de Comercio para levantar el oficio que decretaba la anulación de la medida cautelar de embargo por parte de Terramoda sobre Ecomoda. Volviendo a tener el control sobre la empresa en quince días más.

Luego de efectuar aquello, se dirigieron a Ecomoda. Y trabajaron durante el resto de tarde.

A eso de las siete, Armando se dirigió a casa de sus padres. Ellos lo esperaban con evidentes ansias. Querían saber el estado de la empresa. Armando, matizó la verdad. Les contó que las cosas marchaban bien.

Ahora con respecto a su relación con Marcela, no cedió.  Estaba decidido a no volver con ella, a no dejarse manipular por sus padres.

Les contó cómo se sentía. Pero a ellos, que su vida siempre giró en torno a las apariencias, no les importó. Solo querían que se casara con Marcela. No le perdonarían que la dejase así. E incluso le dijeron que no podría seguir siendo el presidente de Ecomoda, y que perdería su cariño.

Papás, yo los respeto. Pero no voy a soportar que quieran seguir manipulándome la vida. He vivido a su antojo durante toda mi vida. He sido trofeo de Marcela. Sí, la mujer con la que ustedes quieren que yo realice mi vida ¿ustedes jamás se preguntaron el por qúe de mi infidelidad para con ella? No, porque a ustedes jamás les he importado.

Y algo más: yo no necesito de Ecomoda para vivir. Y que les quede claro, no me dejare manipular. Si su cariño depende de eso, pues no lo quiero. Y en vista de que no tenemos nada más que hablar, los espero mañana en la Junta –dijo Armando alterado-

¡Armando, espera! ¡Armando!  -dijo Margarita alterada-

Pero el ya había subido al auto, quemando neumáticos ante la angustia y la rabia. Había salido raudo hacia su apartamento.

Y por primera vez, se permitió llorar. Por todo aquel cariño que sus padres jamás le mostraron, ya que siempre pusieron en un lugar mejor a los Valencia. A Daniely esa era una de las grandes razones de su eterna rivalidad. Él le había quitado casi todo en la vida

Pero intentó concentrarse en otras cosas. Llamó a Betty, ella lo calmó con sus palabras. Beatriz era su todo. No importaba Ecomoda, solo el amor de ella y su apoyo.

La mujer que no soñé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora