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Por primera vez, Armando sudaba frío ante una mujer. Allí estaba frente a Beatriz, siendo cuestionado por aquella mujer Anne.

_Armando, contéstame ¿hubo algo más entre tú y ella? -decía Beatriz-

Una cantidad de ideas pasaron por la cabeza de Armando, en un instante. Ideas que iban desde el: no, estás loca al si, me deje besar. Respiro profundo, intentó calmarse, su corazón latía a mil por hora. Debo decirle la verdad. -pensó-

_Mi amor, Beatriz. De parte mía no hubo nada hacía ella. Pero de su parte si...
Como te dije ella me persiguió. Y a las afueras de ese bar, intentó besarme. La aleje de mi, pero logró robarme un beso... -decía Armando con pesadumbre-

_¿Cómo así que logró "robarte un beso"? Explícame porque no me queda claro. Ya que hasta donde yo entiendo, nadie viene de la nada y te obliga a besar a otra persona. ¿Te dejaste besar por ella? -decía en franca confusión Beatriz-

_No, yo no respondí a ese beso. Beatriz, no soy capaz de engañarte. Tu eres la luz de mi vida, veo la vida a través de tus ojos mi amor. ¡Por favor, créeme cuando te digo que entre esa mujer y yo no hay nada! Es más, para no provocar un mayor escándalo de parte de ella, me vine a casa. Pero me siguió hasta acá provocando lo que tú presenciaste. No es más, ¡te lo juro, mi amor! -decía Armando a modo de suplica-

Beatriz, se sentía en una encrucijada, pensando en que no tenía el valor moral para hacer reclamos. Se sentía ridícula, celando como lo hacía la ex prometida de Armando, Marcela Valencia. Pero es que esa mujer ya había agotado los límites de su paciencia.

_Armando, creo que hoy no seré capaz de pensar con la cabeza fría esta situación. Hasta entonces, quiero dormir sola en la habitación. Espero me comprendas. -dijo Beatriz muy seria-

Ella fue a buscar unas mantas y una almohada a la habitación.

_Toma, aquí tienes. Ahora, por favor, no sigas haciendo ruido. Estoy demasiado cansada para seguir oyéndolo. -dijo Beatriz-

_Pero...Betty... no le he mentido... -dijo Armando mientras Beatriz cerraba la puerta de la habitación-

Quedó solo en la sala. Ya eran cerca de las tres de la mañana. Debía dormir. Mañana lo esperaba la entrevista para el trabajo al que había postulado hace algún tiempo. Así es que fue al baño, se lavó la boca y se acostó en aquel sillón en la sala.

Mientras Beatriz, lloraba encima de su cama. Y para calmarse, para calmar las voces internas, decidió escribir en su diario, aquel que no juzgaría de ninguna manera su actuar:

"Hoy, volvimos a Paris. Y un cúmulo de emociones me invadieron al bajar del avión. Recordé los momentos felices que viví aquí. Y fui feliz, mientras aquello duró.

¿Por qué la felicidad por más que uno se empeñe en buscarla, se vuelve efímera? Es algo que aún con mis pocos años no logro comprender. ¿O estaré pensando demasiado las cosas?

Hoy apareció nuevamente esa mujer en nuestras vidas: Anne, la antigua asistente de Armando. Él me dice que aquella mujer lo persigue, que está loca. Eso me hace recordar esa vida pasada y borrascosa de Armando que tanto conocí. Así trato a cada amante que quiso entablar algo más con él.

¿Será que volvió a aquellos pasos? Temo equivocarme, temo sufrir, pero temo aún más convertirme en una Marcela. Tengo terror de pensar en ello.

Las palabras de Armando, sonaban tan reales, tan sinceras. Como si realmente le doliera hacerme daño, como si le doliera esta situación, por él, por nosotros y los que vienen en camino.

Creo que nuestro amor, que nuestra relación está siendo sometida a pruebas muy duras. Como si de un metal precioso se tratase. Pasar por aquel crisol de fuego, ser fundido, con dolor, con amor, para dar paso a la joya más fina y refinada de todas.

Solo sé que amo a Armando y, que estoy dispuesta a luchar por esta relación. ¡Dios mío! Sigue manteniéndome firme a su lado."

Cerró su diario y se levantó de la cama. Al abrir la puerta allí estaba él, a torso desnudó. Se había quedado dormido con un vaso de whisky en la mano.

Beatriz, no soportó verlo allí, incómodo. Se acercó a él y acarició su rostro, intentando que despierte y lo consiguió.

_Armando, cariño. A acostarse a la cama. -dijo Beatriz-

_¿Beatriz? ¿Me hablas en serio? -dijo Armando-

_No quiero que te enfermes. Hace demasiado frío y solo estas con esas mantas. ¿O es que acaso prefieres dormir aquí amor? - dijo Betty-

_Tu sabes que deseo demasiado dormir a tu lado Betty. -dijo Armando-

_Vamos entonces, no quiero dormir sin ti a mi lado. -dijo Betty mientras lo tomaba de la mano llevándolo a la habitación-

Ambos se recostaron, quedando profundos por fin. Fundiéndose cada uno con el aroma del otro, abrazados.

Amanecía en Paris. Hacia mucho frío y la tibieza del cuerpo de Beatriz, lo invitaban a quedarse entre las sábanas. Suspiro profundo. Debía levantarse.

Se duchó, se vistió. Hoy lo esperaba aquella entrevista. Se despidió de Beatriz, quien aún dormía con un beso en la frente. Y partió hacia la compañía.

Al llegar, se presentó con Charlotte Richards. Ella lo guió hasta la oficina de Patricia Bonnet.

_Un momento por favor. Espere aquí. -dijo Charlotte-

_Señorita Patricia, Armando Mendoza, está aquí para la entrevista. -dijo Charlotte-

_Hágalo pasar, por favor. Y que nadie nos interrumpa Charlotte. Gracias. -dijo Patricia-

_Adelante, siga por favor. -le dijo Charlotte a Armando cerrando la puerta tras de sí-

_Armando. Te estaba esperando. Como puedes darte cuenta habían muchos candidatos a este puesto, pero vimos tu hoja y nos decidimos por ti. Estamos al tanto de tu gran capacidad como profesional, tienes muy buenas referencias. Tanto de Ecomoda como de " SMCH".

_¿De "SMCH" ? -dijo Armando algo extrañado-

_Si, allí nos dieron magníficas referencias tuyas. -respondió Patricia-

Al parecer nadie se había enterado en aquella empresa de que había pasado. "SMCH" era la empresa para la que trabajaron Beatriz y Armando. Y a la cual renunciaron por los problemas ya especificados en esta historia.  Estaba impresionado de que hayan dado buenas referencias suyas.

_¿Sucede algo malo? -inquirió Patricia al ver la cara de desconcierto de Armando-

_No. En lo absoluto. -respondió Armando-

Discutieron los términos del contrato: salario, horario laboral, funciones, entre otros temas. Quedando finiquitado el tema. Firmaron.

_Te presentaré al personal y a la que será tu asistente. - dijo Patricia-

Salieron de aquella oficina, rumbo a la que sería de Armando. En ella los esperaba su asistente.

_Armando, te presento a Amalia Roberts. Ella será tu asistente.

_Un gusto Amalia. Armando Mendoza. -dijo él-

_El placer es mío Don Armando. -dijo Amalia mirándolo de manera penetrante-

La mujer que no soñé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora