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El reportaje se había publicado esa mañana, pero a Kara no le importaba, en realidad tenía otras cosas en mente, como el gran dolor de cabeza persistente aún después de haber ingerido su pastilla usual de la mañana. Cómo odiaba la resaca y a sí misma, también se odiaba a sí misma.

Detrás de sus gafas entrecerraba los ojos, ¿por qué CatCo era tan brillante? ¿y tan ruidoso? Por Rao.

—¡KARA! —Innecesariamente ruidoso, Nia se acercaba como un bólido y al llegar con su amiga recobra la respiración—Han estado llamándote toda la mañana —Ante la ceja arqueada de Kara continua—Lena Luthor ha estado llamando, antes de preguntar para qué, no tengo idea, le hemos dicho que estás trabajando, pero acabara hartándose, así... —Cat Grant la interrumpe.

—¡KIRA, llamada para ti! —¿Debían gritar todos?

Con un breve "Gracias señorita Grant", la rubia sujeta el teléfono contra su oído y responde—Kara Danvers, ¿en qué puedo ayudar? —Tal vez Lena iba a reclamarle por hacer un reportaje demasiado cursi (no porque lo hubiera hecho cursi, ella era objetiva, muy objetiva).

—La mujer que estaba buscando —Escucha la leve risa de Lena y sonríe instintivamente—Eres difícil de contactar, Kara y no pasa nada, sólo quería agradecerte por ponerme por todo lo alto ante Ciudad Nacional, eres una buena reportera —Le dice.

—Bueno, Lena, sólo escribí la verdad —Responde, notando cuánto le gusta pronunciar el nombre de Lena, aunque no se detiene a analizarlo.

—Claro, aún así, me veo en deuda. ¿Por qué no te invito a almorzar? No puedes decir no —Propone y Kara puede imaginarla sonriendo y a pesar de eso duda en aceptar, no está de humor para relacionarse, es agotador ocultar lo miserable que es.

—No lo sé, creo que... —Piensa mejor antes de lanzar una excusa—¿Sabes qué? Suena bien, ¿dónde te veo, Lena Luthor? —Frunce el ceño ante sus propias palabras, sorprendida.

—¡Bien! Iré por ti en una hora, hasta entonces, reportera de CatCo —Le responde, emocionada y termina la llamada.

Kara se queda en la misma posición, incrédula: Lena Luthor acaba de invitarla a almorzar, la CEO de la compañía de tecnología más grande de la ciudad, hermana de Lex Luthor y una mujer increíblemente bella. Por Rao, se le escapa una sonrisa.

—Kira, quita esa cara y ven a mi oficina —Le ordena Cat, sacándola de sus pensamientos—Ahora —Agrega.

La rubia entra, con desconfianza, a pesar de haber estado en ese mismo lugar múltiples veces, como ayudante de Cat y como reportera, exponiéndole sus noticias a su jefa. A veces quejándose, a veces buscando un consejo. Sabe que Cat no llamó sólo porque sí, ha estado postergando esa conversación demasiado tiempo, era inevitable, pero eso no detiene a los nervios, los cuales se acumulan en la boca de su estómago.

—Hiciste un buen trabajo con Lena Luthor —Empieza su jefa—Lo cual me lo deja claro: estás lista para volver a tu puesto, CatCo no necesita una sección de deportes, necesita reportajes como el tuyo, Kara —Dice de golpe.

La joven ya se encuentra negando repetidas veces.

—No puedo hacer eso, señorita Grant —Pronuncia, con dificultad.

—Claro que puedes —Alega Cat, quitándose los lentes y viéndola fijamente—Lo has demostrado y no hay ninguna razón deteniéndote —.

—Yo no puedo... —Repite, con los ojos aguándose—Ya no más —.

—Mira, Kara, sé que Supergirl era tu amiga y ahora está quién-sabe dónde, pero eso no puede detenerte por siempre —La mujer no aparta la mirada de su empleada, quien mira al piso, incapaz de enfrentarla—¿Por qué tu vida habría de depender de ella? Eres una mujer fuerte, Kara Danvers, si no lo supieras no te habría contratado, sabes cómo usar tu poder y eso te hace indestructible, tal vez ahora todos estemos menos protegidos, a la deriva, pero aún hay personas buenas quienes luchan por hacer del mundo un lugar mejor, tú eras una de esas personas y en el fondo aún lo eres, lo sé —Las lágrimas corrían libres por las mejillas de la joven.

Kara se preguntaba lo mismo, la razón por la cual pensar en no ser Supergirl nunca más la detenía de esa forma, la alejaba de ser feliz. Simplemente no quería enfrentarse a eso, a su desaparición, si se alejaba de todo aquello capaz de recordárselo podía fingir que no existía, como si nunca hubiera pasado. Ella era sólo Kara Danvers, cronista de deportes. No era nada más y no volvería a serlo.

—No —Vuelve a decir, con ira en la voz—No voy a enfrentarme al mundo como reportera, no voy a hacer la diferencia en un mundo al que la persona más poderosa dejó desprotegido, ¿y si sólo se rindió? Si ella se rindió, señorita Grant, ¿por qué yo no debería hacerlo? —Se enfrenta a Cat con los ojos llorosos y la mandíbula apretada.

—Por Dios, Kara, porque confiar en tener siempre a alguien cuidándonos las espaldas es la principal razón por la cual los héroes no deberían existir ¿Eres tan débil como para no poder enfrentar la crueldad del mundo? No lo eres, yo lo sé —Espeta sin perder la paciencia.

—Tal vez se equivoque, porque quizá sólo soy como el resto de los humanos y no puedo cambiar eso —Kara odia estar teniendo esa discusión, odia pensar más allá de su miserable rutina.

—¿No puedes hacerlo? Si la respuesta es no, puedes marcharte por la misma puerta por la que entraste hace tres años, por la cual Kara Danvers entraba para hacer su trabajo y ganarse un lugar aquí, me daba café caliente y nunca se impacientaba, esa joven determinada a crecer como reportera —Dice finalmente Cat—Tienes hasta mañana para decidir, Kara —Concluye mientras vuelve a colocarse los lentes y aparta la mirada de la chica rubia frente a ella, quien está estática, triste, derrotada.

—Bien, señorita Grant —Juntando toda la fuerza restante después de escuchar verdades acerca de sí misma, Kara da media vuelta y abandona la oficina, aún tiene un almuerzo pendiente, no importa que haya agotado sus reservas de energía porque no piensa cancelar.

Quizás hablar con alguien que no la conoce y a quien no conoce despeje su mente.

El sol encerrado en una habitaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora