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Era suficiente: sí, le había ocultado algo a Lena, pero el plan no era ignorarse el resto de sus vidas. No era así de fácil, al menos no para Kara. Odiaba a Lena por aplicarle la ley del hielo, ¿acaso tenían 5 años? No se iba a quedar así y por eso, la reportera de CatCo entraba hecha una furia por las grandes puertas de L-Corp, dispuesta a encontrarla y dejarle claras unas cuantas cosas, haría lo necesario para recuperar a su amiga. Ni siquiera consideraba la opción de ella no queriendo ser recuperada. Llegó al puesto de Jess y tal vez fue su ceño fruncido o la desesperación en su mirada, pero en cuanto la vio, le informó de la ausencia de Lena en su oficina.

—¿Y dónde está entonces? —Pregunta, inquieta. Hace unos días se hizo el lanzamiento del inductor de imagen (Kara hizo un reportaje al respecto), pero la CEO de la compañía no había salido a decir nada, el equipo técnico era quien se había hecho cargo de los informes y presentación.

—No cuento con esa información, señorita Danvers, lo lamento —Responde Jess y no miente, en toda la semana Lena Luthor no ha pisado su oficina, sólo ha hecho esporádicos viajes de su laboratorio a su apartamento, sin informarle nada a nadie, haciéndose cargo sólo de lo fundamental para la empresa poder funcionar. El lanzamiento de su primer proyecto le pasó desapercibido, había sido un éxito: sí, pero siempre podía hacer las cosas mejor, eso le habían dicho.

—Bueno, entones esperaré hasta que aparezca —Dice, decidida.

—No sé si debería, señorita Danvers, pues la señorita Luthor ha tratado todos sus asuntos remotamente —Ante la mirada de Kara, continua—Quiero decir que no ha venido a su oficina en un tiempo y seguramente tampoco lo hará hoy — Mierda piensa la rubia, tensando la mandíbula.

Da media vuelta volviendo por sus pasos, saca el teléfono de su bolsillo, llama a Brainy.

—¿Brainy? Hola, sí, todo bien, necesito un favor —Escucha decir a su amigo algo acerca de los contratos sociales de los favores, lo toma como un sí—¿Podrías averiguar la dirección de Lena Luthor? Sí, la misma, bien, envíamela por favor, sí, te debo una, de acuerdo, gracias —Cuelga y levanta la mano para detener un taxi.

Si nadie sabe dónde está Lena ella lo va a descubrir y aún le va a decir unas cuantas cosas.

El gran edificio de departamentos se irgue frente a ella, imponente, le recuerda a Lena. Pero a la Lena empresaria, se esperaría de ella vivir en un lugar así: decanta lujo, pero a veces y Kara lo sabe bien, eso sólo es una fachada para su amiga. No sabe si la dejarán pasar, ahora mismo más que otras veces desearía poder volar y llegar a su balcón. Esa siempre es una gran entrada. Se acerca a la recepción, un chico la mira aburrido, cuando le dice a quién va a visitar muestra, por fin, una expresión: Sorpresa. Lena no recibe visitas, a menudo, por no decir nunca.

—Debo llamar a la señorita Luthor para saber si autoriza esta visita —Comenta el chico, levantando el teléfono, pero Kara hace un gesto rechazando la idea.

—Es una sorpresa, no quiero arruinarla, ¿lo evitarías esta vez? Por favor, nadie lo sabrá —Pide, juntando las manos en señal de súplica, el chico, dudoso, asiente, devolviendo el teléfono a su base. Bien exclama Kara en su interior, encaminándose al elevador y apretando el botón del ático. Claro, Lena vivía en el ático, cómo no.

Llega arriba, las puertas se abren, dejándola salir y cuando se dispone a llamar a la puerta (después de respirar para calmarse unas tres veces) esta se abre, dejando ver a Lena, luce cansada: ojeras surcan su rostro, opacando su mirada verde. A pesar de ello se ve tan pulcra como siempre. La observa con sorpresa y su repentino aparecimiento le quita las palabras a Kara de la boca, también la valentía. En realidad toda sensación se borra al verla, se hace más real y sin saber por qué le dan unas ganas tremendas de abrazarla y nunca más apartarse. Aleja la idea de la mente al ver cómo la pelinegra frunce el ceño.

—¿Kara? —Dice, con cuidado, como si su nombre fuera un secreto.

—¿Estás enfadada conmigo? —Es lo primero capaz de decir ella, con sus bonitos ojos azules, grandes y brillosos por las lágrimas retenidas. Lena mueve levemente la cabeza, negando y Kara no necesita nada más para abalanzarse a sus brazos sin poder resistirse, los cuales la reciben con más ahínco del que ninguna se imagina.

Lena sabe reconocer en ese momento lo mucho que quiere besarla.

Kara sabe reconocer en ese momento que la quiere como a nadie más, pero no está lista para admitirlo, ni siquiera ante sí misma.

Están sentadas en el sillón blanco de Lena, el cual le parece a Kara una pésima idea. Si alguna vez come allí acabará manchándolo y luce como algo muy caro para ella. Se detiene ahí, porque no sabe si alguna vez volverá a estar ahí con su amiga, después de todo la está mirando con una expresión severa en el rostro y Kara ya ve venir un gran sermón, el cual tiene bien merecido.

—En primer lugar —Empieza Lena, ganándose la atención absoluta de Kara (como siempre)—Debiste decirme tu identidad como Supergirl estando sobria, cariño —Le dice sin reproche en la voz, logrando calmar a la ojiazul, quien suelta el aire en un suspiro.

— Técnicamente ya no lo soy, Lena —Murmura la rubia, Lena a cambio le frunce el ceño.

— En segundo lugar, ¿qué eres, una borracha miserable quien cree no valer la pena y por eso destruye su hígado con cerveza barata en lugares de mala muerte? Inaceptable, Kara y te lo digo porque me importas muchísimo, eres mi... amiga, mi mejor amiga, te quiero y si decides no escucharme iré a ver a Alex, porque ella no te tendrá piedad y no me mires así, rubia —Dice de sopetón y Kara borra la expresión de enojo al estar siendo regañada por una de cachorro apaleado, no puede discutir con ella, porque está en lo cierto, pero tal vez aún pueda convencerla de no ser una borracha.

—Lena, me has visto dos veces borracha, todos beben, es lo normal —Intenta defenderse.

—Dos veces borracha, otra casi estándolo y todas apestando a margarita, Kara no estoy bromeando. No es lo normal, cada noche desde que nos conocemos pareces ansiosa por beberte un bar entero. Eres mala disimulando, tal vez Alex no lo haya notado, pero soy una científica, te he observado y voy a ayudarte aunque deba patearte el trasero, Kara Zor-El —La rubia la mira con sorpresa ante la mención de su nombre.

—¿Cómo sabes mi nombre? —Pregunta, en un intento vago de evitar rechazar la ayuda de Lena, no quiere decepcionarla más, se hará cargo ella misma.

— Joder, soy Lena Luthor, tengo recursos, cariño —Le responde Lena, alzando una de sus cejas.

— Lena lo aprecio de verdad pero no necesito ayuda, lidiaré con esto por mi cuenta, no tienes que preocuparte —Dice finalmente, apretando la mandíbula con frustración.

— Me conoces, no voy a rendirme contigo— Le responde, tomando su mano y dándole un apretón cariñoso— Sé cómo es creer no necesitar ayuda, en el fondo lo haces, todos lo hacemos —.

Kara limpia sin disimulo unas lágrimas de sus mejillas, evitando los ojos verdes de Lena y dejando de lado su convicción necia, ¿cómo podría resistirse más tiempo? Cómo, si Lena la está mirando con un cuidado casi tangente, el cual le llena el pecho a Kara de una sensación cálida, reconfortante.

—¿Estabas evitándome? Creí que lo hacías, venía a gritarte por eso —Comenta, después de calmar su respiración y de haber tenido una discusión interna.

Lena le sonríe levemente—Estaba buscando una forma de ayudarte, Kara, perdón por eso, necesitaba pensar algunas cosas, no te evitaría por nada del mundo, ¿bien? —Dice con mucha más ternura de la que nadie ha escuchado nunca en la voz de la gran Lena Luthor.

—Bien —Dice Kara, volviendo a llorar, con esa sensación quemando su pecho, ardiendo sin precaución.

Tiene el corazón acelerado, todo su interior revolotea. Lena se está esforzando tanto con ella, con Kara Danvers, quien no es nada más que una borracha miserable, no puede evitar sentirse así (y tal vez no quiere hacerlo).

Además, ¿esa mujer siempre debe verse tan LETAL? No le da ni un descanso a las personas normales como ella.

El sol encerrado en una habitaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora