Habían sido dos largas semanas para ambas mujeres, por un lado Lena debía poner en orden su compañía, tuvo interminables reuniones y cerró incontables tratos, también estaba preparando la ceremonia de renombramiento de L-Corp así como la gala benéfica después de ella. Se pasaba días enteros en su oficina, leyendo, corrigiendo documentos y en resumen asegurándose de que su familia hubiera dejado la empresa en orden. No supo cuántas veces verificó las finanzas.
Por otro lado, Kara había estado evitando a Cat y estaba en realidad sorprendida de no ser despedida aún, seguía escribiendo notas de eventos deportivos, llegaba lo más temprano posible, evitando a toda costa pasar frente a la oficina de su jefa. A pesar de ello, se encontraron algunas veces, en las cuales la reportera puso cara de cachorro, pidiendo más tiempo para tomar su decisión, pero Cat acabaría por perder la paciencia, lo sabía.
Durante esas dos semanas hablaron por mensaje, se quedaban despiertas más de lo debido, ansiosas por conocer más de la otra. Lena siempre se despedía primero: "Mañana no despertaré a las siete de la mañana o lo haré pero estaré de mal humor y será tu culpa, Kara Danvers". En cambio, la rubia tenía más aguante, estaba acostumbrada a trasnochar, salía a beber después del trabajo, sin poder evitarlo, pero volvía más temprano a casa. Calculando cuándo Lena dejaba la oficina o tomaba un respiro. Entonces le contaba de su día o de cualquier otra cosa, como de su lista de comedias románticas favoritas. Lena se había reído mucho ese día.
Una mañana, ella le había escrito: "¿Qué tal CatCo, aún no renuncias?"
Y ella le había devuelto: "Cállate, ¿cómo van las finanzas? O lo que hagas, eres muy lista para mí", también agregó: "(aún ignoro a Cat, shh)".
La respuesta había sido: "¿Estás diciendo que no me prestas atención? No me hables, Kara". Ambas habían sonreído tontamente, solían hacerlo cuando hablaban. Sintiéndose como dos adolescentes de nuevo.
A mitad de la segunda semana, Kara estaba entrando a la oficina de Cat, lista para enfrentarla. Para volver a su puesto. En parte por Lena, quien le había dicho que podía hacer cualquier cosa, pero si volvía a escribir ella leería cada una de sus palabras. "Para eso están las amigas" Había dicho.
—¿Puedo saber qué te hizo cambiar de opinión, Kira? Ya tenía preparado tu despido —Comentó Cat, sonriendo.
—Lena Luthor —Fue la breve respuesta de la, nuevamente, reportera.
El mismo día, la ojiverde se instaló en su laboratorio, disfrutando cada parte de él, estaba en su elemento, rodeada de máquinas, donde tenía el control. Eso estaba bien, fantástico. La pantalla de su tableta mostraba el prototipo en el cual llevaba semanas trabajando y el cual esperaba fuera el primer gran éxito de L-Corp a su mando: el inductor de imagen.
El lunes, Kara lidiaba con su resaca habitual, eran las ocho de la mañana y consideraba un sacrilegio estar despierta, pero tenía que hacerlo, pues volver a su trabajo usual también significaba cargar con más responsabilidades. Como ser puntual, además seguro que, si Cat no la despedía por ser cronista, lo hacía por llegar a las once de la mañana todos los días. Maldición.
Encendió su celular e inconscientemente sonrió, el único mensaje en él le pertenecía a Lena: "Buenos días, Danvers, hoy puedo escapar de la oficina, espero que tú también, ten un gran lunes, aunque los odies". Eso había sido hace 45 minutos, ¿quién se despertaba a las siete de la mañana? Por Rao.
Le respondió: "Vaya, empezaba a creer que no querías ver mi cara nunca más, también ten un buen lunes, madrugadora".
La respuesta no se hizo esperar: "Tienes una cara linda, ¿puedes a las 11?"
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El sol encerrado en una habitación
Fiksi PenggemarKara Danvers no la está pasando bien, nada bien. La vida le importa mucho menos que antes y apenas tiene fuerzas para salir de la cama o para fingir estar bien frente a su hermana y amigos. Lena Luthor es nueva en la ciudad. Kara debe entrevistar a...