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Lena llevaba cinco días fuera, había viajado a Irlanda con urgencia pues debía arreglar algo con unos inversionistas de L-Corp. Kara se había quedado en la parte del mensaje que informaba cómo debía irse por unos días, instantáneamente haciendo un puchero caprichoso. Ellas todavía no habían hablado sobre su relación y aunque ambas estaban impacientes por hacerlo el asunto de L-Corp era urgente.

Por eso, Kara estaba en el aeropuerto privado en el cual el avión privado de Lena aterrizaría, a veces olvidaba que su amiga era absurdamente millonaria. En realidad, no debería estar ahí, pero Jess había acabado por ceder cuando la vio llegar con un ramo de plumerias y una sonrisa tímida, dejándola pasar. El avión llega causándole una sensación de expectativa a Kara, sus dedos tamborilean ansiosos, extraña a Lena inigualablemente. La puerta del avión se abre un poco después, permitiéndole observarla, está ahí sin saber de su presencia, con su traje vino y su mirada inexpresiva, baja las escaleras, alzando la vista para encontrarse con su secretaria y con Kara a su lado, quien le sonríe radiantemente, sujetando las flores con alegría. Lena le devuelve la sonrisa, arqueando una ceja en interrogación.

—Debo mejorar mi seguridad, ¿no? —Bromea ella, ganándose un leve golpe en el brazo. La rubia va a responderle, pero otra persona bajando las escaleras desvía su atención, una mujer castaña de porte elegante y mirada arrogante es ayudada a dar el último paso por los guardaespaldas—Andrea Rojas es una nueva colaboradora de L-Corp y CEO de Obsidian North —Señala Lena.

—En efecto —Corrobora Andrea, estirando la mano para estrechar la de Kara, quien sin saber por qué, de repente se siente estúpida con esas flores en la mano y su ropa de nerd, la mujer frente a sí es sin duda elegante, atractiva y tal vez, sólo tal vez eso la intimida. Ignora la chispa que inicia en su pecho, no son celos se convence, ni siquiera debería sentir celos. Se acomoda los lentes después de estrechar su mano, incómoda ante la sonrisa de suficiencia dirigida a ella por la empresaria. Sus ganas de desaparecer las flores aumentan.

—Bien, Andrea tu auto está por allá y te llevará a tu hotel, Jess te acompañará en caso de necesitar algo, te veré mañana en las oficinas —Indica Lena con ese tono profesional suyo, mirando discretamente hacia Kara, quien observa sus pies como si fueran lo más interesante del mundo.

—Creí que tú me acompañarías, Lena —Dice Andrea con un tono parecido a la diversión.

—En lo absoluto, sólo somos colegas de trabajo —Responde ella y Kara frunce el ceño ante esa afirmación, ¿por qué necesitaría una aclaración como esa?

—Claro —Concede la castaña.

—Bien —Dice Lena contundente, la rubia se siente muy fuera de lugar y cuando Andrea por fin se aleja junto a Jess suelta todo el aire, mirando a la pelinegra con cuidado. Desacostumbrada a verla como una empresaria, observa cómo estira la mano en su dirección y la entrelaza, se siente bien—¿Son para mi? —Señala ella hacia las flores, Kara vuelve en sí, abriendo los ojos con sorpresa, qué despistada.

—¡Oh, sí! Te eché de menos, Lena —Admite volviendo a su sonrisa radiante, entregándole el ramo, la mujer da un paso enfrente atrapando a la rubia en sus brazos y en ese instante, en medio de un aeropuerto casi vacío, Kara sabe que está en su lugar. Los brazos de Lena serán su lugar sin importar qué.

—Te eché de menos también, cariño —Responde ella, acariciando su espalda—Vamos, ¿Quieres cenar? —Pregunta, tomando su mano para dirigirla al auto.

—Yo siempre quiero comer, pero espera, ven —Pide Kara, tirando levemente del agarre, cuando Lena va a preguntar qué pasa se ve interrumpida por los labios contrarios y sonríe, enredando su mano libre en la cintura de la rubia, quien ya tiene las manos apoyadas a los costados de su cabeza. La falta de aire las separa, pero en cuanto lo hace, Kara reparte un montón de pequeños besos en el rostro de Lena, quien se ríe alegremente al tenerla de nuevo consigo, luego como es costumbre, la rubia esconde la cabeza en el cuello de la empresaria—Llévame al auto —Pide y la pelinegra la imagina haciendo su conocido puchero.

El sol encerrado en una habitaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora