Sumisión

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Joseph tenía razón en todo, sobre todo en que las reconciliaciones maritales son extremadamente buenas.

La necesidad de unir nuestros cuerpos hizo que todo problema de por medio desapareciera en un segundo, o mejor dicho en todas esas horas de placer, amo montarme en él, puedo sentir el poder que tengo, él me mira y acaricia mi cuerpo, toma mis caderas con fuerza y me penetra, mis pechos rebotan con los movimientos y finalmente me abrazo a su cuerpo al sentir el glorioso orgasmo patrocinado por Derek Müller.

—   Lamento lo que dije. – comenta y pongo mi dedo índice sobre sus labios.

— Creo que aún hay muchas cosas de las que debemos de hablar, pero ahorita no. – digo, me abraza con fuerza y besa mi cabeza.

— Te amo Amber, no me imagino la vida sin ti, esos días lejos fueron el peor castigo. – comenta.

— Yo creí que podría flagelarte. – comento bromista.

— No estaría mal. – responde.

— ¿Es enserio? – pregunto con interés.

— Contigo sería capaz de cualquier cosa. – lo miro y le doy un beso en los labios.

— ¿Ya estás listo? – pregunto.

— No, pero mi boca sí. – dice, me tira en la cama y separa mis piernas.

Su boca aprisiona el pezón de mi pecho izquierdo, lo chupa y succiona, mientras gimo, sus dedos rozan mi piel para sensibilizarla, muerdo mi labio inferior mientras continúa con esas caricias que me vuelven loca, su lengua lambe mis pechos, deja un camino de besos hasta llegar a mi entrepierna, su lengua lambe mis labios, la introduce en mi sexo y hace movimientos circulares, estimulando cada nervio que me proporciona placer, gimo, succiona mi sexo y grito de placer, dios, Derek es increíblemente bueno en esto, sus dedos me masturban mientras su maravillosa lengua juguetea con mi sexo, coloca mis piernas sobra su cuello y al elevarse me penetra, abraza mis piernas y presiona mi vientre, quiero que sea más rápido, más duro, más lento, más duro, más, quiero más, deseo más, siento mi sexo contraerse, su miembro venirse dentro de mí y finalmente tratamos de recuperar la respiración.

— Te amo Amber, te amo mucho. – comenta.

— Yo también te amo. – respondo.

— Nunca me dejes. – pide.

— ¿Por qué lo haría?

— Porque ya lo hiciste una vez. – responde, sus palabras son como un golpe en mi estomago, no quería hacerlo sentir así.

— Lo siento, pero la reconciliación fue increíble. – contesto.

— Totalmente. – besa mi cabello y me abraza con fuerza.

Permanecemos desnudos mientras vemos a través del ventanal las luces de esta increíble ciudad.

— ¿Ya quieres hablar? – pregunta.

— Aún no. – le doy un beso en los labios y suspira.

Pienso en todas las posibilidades, quiero que las cosas sean claras, sin ningún mal entendido y sobre todo sin enojarnos, ahora somos un equipo y no nos podemos dejar dividir por la monotonía.

Los fines de semana que nos dedicamos son los mejores, mi padre incluso piensa en la propuesta de Derek, pero yo me niego rotundamente, sé que mi padre tiene muchas cosas por hacer antes que convertirse en un niñero de tiempo completo, así que si Derek quiere que mi padre cuide a Kerstin deberá ir hasta la casa de mi padre, tal y como dice el dicho, el que quiere azul celeste, que le cueste.

ENTRE AMIGOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora