Perdedores

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Derek

Siento como la cabeza me da vueltas, cierro los ojos con fuerza e inhalo, ese aroma, ese dulce aroma a flores y durazno, abro los ojos y veo a Amber a mi lado.

¿Qué demonios hace aquí?

La miro y su respiración es tranquila, inconscientemente sonrió al verla dormir, recuerdo todas las noches que llegue a despertarme en la madrugada solo por apreciarla dormir, por conservar un momento mío. Pero como siempre... me equivoque.

Se mueve ligeramente y la bata me permite ver la entrada de sus pechos y el sostén color borgoña que lleva puesto.

Torpemente acerco mi mano para poder observar las pequeñas manchas que veo en su piel. Había leído que el tratamiento podía crear pequeños hematomas, pero verlo en su piel es algo que me sobrepasa. Alejo mi mano al ver sus movimientos, poco a poco comienza a cobrar el sentido y me mira como si hubiera visto un fantasma, ninguno sabe que decir y solo nos limitamos a mirarnos. La verdad no puedo evitarlo y no puedo dejar de ver las marcas de sus pechos, al notarlo se cubre avergonzada y se sienta en la cama.

— Aún es de madrugada. – comento.

— Si... yo... me voy. – dice y tomo su mano.

— ¿Es por el tratamiento? – pregunto, Amber baja la mirada y asiente. Sonrío tristemente, parece que Amber ya no es Amber, la Amber que yo conocí me hubiera respondido con ironía o sarcasmo.

— Te ves mejor. – comenta, elevo ambas cejas ante su confesión. – Me refiero a que estabas muy tomado, pero creo que ya estas mejor. – frunzo el ceño ante su respuesta y ella aleja su mano para entrelazar ambas.

Me siento en la cama al igual que ella, parece que mi presencia la tensa o incomoda, no lo sé, pero vuelvo a mirar su escote y no puedo evitarlo, le doy un beso en el cuello y ella cierra los ojos, desciendo lentamente al escote de sus pechos y ella se cubre con la bata.

— Confía en mí. – susurro en sus labios, pero ella toma con fuerza la bata.

— Una vez lo hice y...

— ¿Y te rompí el corazón? – pregunto, ella me mira aun temerosa. – Solo quiero ver las marcas de tu tratamiento. – su respiración comienza a controlarse y poco a poco suelta la bata, deshago el nudo de la bata y ella contiene la respiración

— Espera – susurra.

Sin pensarlo mi boca se une en la suya, nuestros latidos se aceleran y mis manos toman vida propia al tocar su piel, puedo sentir como su piel se eriza ante mi contacto. Cuando me separo de ella ambos respiramos agitados, como si hubiéramos corrido una maratón, sus ojos brillan al igual que los míos, puedo ver mi rostro reflejado en ellos.

En mi mente suplico porque no me detenga y no me separe de ella, aun jadeando vuelvo a intentarlo y esta vez sus manos tocan mi rostro, la delicadeza de sus dedos enciende mi cuerpo, la libero de la bata y veo su lencería.

¿Por qué esta en ropa interior?

Abrazo su cuerpo al mío, sus piernas se abren al sentirme en medio y jadea ligeramente, mis besos descienden a sus pechos, cierra los ojos con fuerza para tolerar el dolor.

— Lo siento. – digo.

Omito sus hermosos y perfectos pechos y continúo besando su abdomen y poco a poco llego a su entrepierna.

— Derek. – susurra. Sus jadeos son música para mis oídos. – Detente. – pide.

Vuelvo a besarla y sus palabras desaparecer al igual que la poca ropa que lleva puesta, me abraza con fuerza y sin pensarlo dos veces nuestros cuerpos se unen.

ENTRE AMIGOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora