Quizá ya no

407 57 18
                                    



Pero no podía estar más equivocada, Derek no estaba apoyándome porque sintiera algo por mí, Derek me apoyaba porque de alguna manera sentía pena por mí.

En cada quimioterapia había una enfermera personal patrocinada por Derek, el hecho de verla me recuerda que Derek ha dejado de sentir ese amor, ese sentimiento que no supe valorar.

— Hola vecina. – dice Maxim.

— Hola Maxim. – respondo.

— ¿Cómo te sientes?

— Un poco mejor. – respondo. – Ya no me canso mucho, pero...

— Uy...

— ¿Qué?

— Un efecto colateral ¿Cierto? – pregunta y asiento.

— Se empezó a caer mi cabello. – respondo.

— Bueno, para tu fortuna, vuelve a crecer. – dice mientras me enseña su castaña cabellera.

— Supongo que es mi único consuelo.

— Y existen pelucas. – dice, sonríe e imito su expresión.

Mientras nos conectan los aparatos y el medicamento comienza a ingresar a nuestro cuerpo platicamos un poco de nuestras vidas, es increíble cómo puedo confiar en un extraño, mientras más platicamos y más nos conocemos, la amistad comienza a surgir entre nosotros.

— Debo ser el recepcionista de tu vida. – dice Maxim, frunzo el ceño y dice – Señorita Amber Jinks, tiene una visita. – volteo a la entrada y no puedo estar más sorprendida.

— Joseph.

— Uy... el profesor. – susurra Maxim, lo miro con ojos de alerta para que guarde silencio y pone un cierre imaginario en su boca.

— ¿Cómo estás? – pregunta, trae un ramo de rosas color rosa pálido.

— Tan bien como me veo. – respondo.

— Am...

— Lo siento. – digo. – Supongo que te quedaste sin palabras, pero te debo una disculpa a ti y a Derek.

— Escucha, yo sé lo que paso y... no tenía intención que se enterara de esto, pero...

— Yo se lo dije porque no podía seguir fingiendo que no pasaba nada mientras Derek intentaba enamorarme otra vez. – comento. – Me equivoque y por eso te pido perdón.

— Yo te perdonaría todo Am. – comenta. – Ni siquiera tienes que pedirme perdón.

Sus palabras suenan sinceras, pero también siento que la razón de porque está aquí es más por lástima que por querer verme, se sienta a mi lado y toca mis manos frías, un efecto del medicamento, sonríe con tristeza y finalmente habla conmigo como si fuéramos los grandes amigos, aunque quizá ya no.

— ¿Cuándo iniciaste el tratamiento? – pregunta.

— En noviembre, después de una prueba que salió positiva mi única opción es esto y una operación.

— Am... yo podría cuidarte, estar contigo en todo momento.

— Joe... tengo que ser honesta contigo. – hago una pausa. – Sé que no es el lugar, y quizá tampoco el momento, pero yo... yo amo a Derek. – comento, Maxim libera un chiflido ante mi confesión y luego se da la vuelta cuando capta nuestra atención.

— Lo sé.

— No es mi intención herirte, pero no quiero ilusionarte, tú y yo solo somos amigos o bueno... si es que aun quieres serlo.

ENTRE AMIGOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora