Joseph
No puedo dejar de pensar en que todo esto ha sido culpa mía, sé que Amber no lo dice porque ni siquiera lo recuerda o quizá no lo ve así, pero he sido parte de cada uno de sus tropiezos y no quiero seguir siendo el culpable.
Aun cuando convivimos todos los días Amber se ha comportado como una amiga, no puedo evitar que cuando me pidió ayuda la vi como si fuera una cachorro perdido en busca de algo que nadie más podía brindarle.
Amber luce radiante y feliz, de una manera que no la había visto, no con Derek.
Dios.
No quiero continuar pensando en esto, sé que no tengo oportunidad con ella, pero aun así no puedo evitar sentir lo que siento.
Cada noche recuerdo nuestro primer encuentro, algo casual, sin siquiera pensar que volveríamos a vernos, pero solo Dios sabe cuánto deseaba volver a encontrarla en mi camino. Incluso pensé que si la volvía a encontrar en mi camino quizá era el destino, pero no fue así, no por un par de semanas, no hasta que la vi ahí sentada frente a mí, mi cuerpo sin duda tuvo una reacción, estaba ahí, quizá si era el destino, quizá había una posibilidad, pero no era así.
Amber siempre ha sido la mujer madura que sabe lo que quiere y conmigo solo quería pasar buenos momentos, sin ataduras y sin pensarlo, sin estar de acuerdo acepte, acepte a jugar este juego lleno de tentación y placer, aun sabiendo que podría conocer el infierno, pero no tenía miedo si iba a quemarme con ella.
Cuando permanecemos en silencio su pequeña risita nos trae a la realidad, me gustan esos momentos, me gusta verla feliz, me gusta verla en mi casa, en mi cama, en mi espacio, pero sé que esto es pasajero, sé que esto tendrá un fin.
— ¿Qué piensas? – pregunta y niego, sus ojos me miran con complicidad y dibuja una ligera sonrisa en sus labios.
— ¿Cómo te sientes con la sesión de ayer? – pregunto.
— Bien, aunque como siempre son avances lentos. – responde mientras continua picando una manzana.
— El fruto prohibido. – susurro, ella levanta la vista y siento esa mirada llena de deseo, mis ojos se direccionan a sus labios, están semi abiertos, tratando de expulsar el aire que contiene. – Voy por... unas cosas. – comento mientras camino en dirección a la puerta, ella baja la vista y continua cortando la manzana.
— Joseph. – dice.
— ¿Sí? – pregunto antes de girar la perilla.
— ¿Crees que Derek me engaño? – pregunta, tomo aire y niego.
— No, no lo creo. – respondo y ella asiente.
Salgo del departamento y me recargo en la puerta.
Me desea, puedo sentirlo.
Mierda.
No puedo hacerlo, no puedo aprovecharme de su situación, ella confía en mí.
Niego y camino en dirección a las escaleras, necesito despejar mi mente, no puedo acumular esas ideas, no puedo seguir buscando mi propio beneficio, es por mí que ahora está así, todo es culpa mía y no puedo dejar de repetírmelo.
Si no nos hubiéramos conocido.
Si no hubiéramos tenido ese encuentro.
Si no nos hubiéramos dejado llevar por el placer de la tentación.
Si no hubiéramos caído en este infierno, nada de esto estaría pasando.
Amber.
Amber.
Amber.
Todo lo que yo haría por ti, de no ser que soy el único culpable.
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ENTRE AMIGOS
RomanceTercera parte de "El placer de la tentación" La vida le ha sonreído a Amber una vez más. Pero quizá la aparición de algunas personas del pasado lleguen a romper esa estabilidad que tanto ha deseado. Algo es seguro, después de múltiples encuentros Am...