Sangre.
Sangre.
Sangre.
Sangre.
Ariana abrió los ojos de golpe, podía recordar el olor de la sangre, su cuerpo empapado y la opresión en su pecho que no podía alejar. Su madre había muerto por su culpa. Intentó procesar donde estaba de nuevo, su cuerpo no se movía con facilidad, las piernas las sintió engarrotadas, sus brazos pesados y su cabeza dolía.
Rodó sobre la cama para de algún modo ponerse de pie, sin embargo fue imposible y cayó de rodillas, se tomó de la tela y volvió a hacer un esfuerzo su cuerpo no tenía la fuerza necesaria para controlar cada músculo.
—Por favor. — susurró llorando contra la cama, hundiendo su rostro. Tenía que salir de ahí. Con ambas manos impulsó su cuerpo de nuevo hasta recostar la mitad. Movió las piernas con pesadez, era como querer mover dos piedras gigantes. Bufó y maldijo contra la sabana, sus lágrimas estaban impregnando todo, no tenía fuerzas.
La desesperación comenzó a tomar su cuerpo haciéndola presa del miedo de no saber donde estaba. Su madre había muerto y no estaba con ella. Pensó en Bastian, pero se sintió mal por hacerlo, fue un duro golpe a su pecho, como podía preocuparse por él, ese sentimiento era el culpable de que Amanda estuviera muerta, se sintió sucia, como si hubiera hecho lo peor de su vida, como si ella misma hubiera matado a su madre.
No había manera que pudiera perdonarse, era la culpable, y no merecía vivir. No merecía ser feliz, no merecía amar, no merecía nada bueno en su vida, tenía que morir, ese era lo único que merecía...
Era un sabor amargo el que viajaba por todo su cuerpo, quería pensar en Bastian, saber si estaba bien, pero se sentía mal por hacerlo. El sedante que corría por su sistema no se lo estaba haciendo fácil, nublaba su lucidez y solo la hacía pensar en lo peor.
Volvió a intentar para ponerse de pie y no logró nada. Comenzó a respirar pesadamente y maldijo.
—Solo lograrás lastimarte. —aquella voz fue lejana, pero al alzar su rostro se encontró con uno familiar.
—Tú...
—Hola, Ariana. Veo que me reconoces. —pronuncio Fabrizzio sentándose en la cama. —Es una pena pequeña que estés metida en esto. Lamento lo de tu madre...
—No. —dijo Ariana apretando sus manos en puño.
—Es difícil perder a un ser amando y sobre todo entender que es culpa nuestra. —acarició su cabello, Ariana quiso detenerlo, pero su mano se alzó sin lograr nada. —No te esfuerces, te dieron un sedante fuerte, pero mantendrás la conciencia.
—¿Qué me hicieron? —cuestionó alzando el rostro.
—Ni siquiera es tu culpa querida, eres solo un mártir, una víctima más, no lo tomes personal. —dijo sin dejar de pasar su mano por su cabeza peinando su cabello.
—¿Por qué? —estaba al borde de las lágrimas.
—Si amas al diablo, tienes que amar todos sus infiernos. Eso siempre le he dicho a mi hija, no me gustaría verla sufrir como a ti.
—Maldito. —murmuró débilmente.
—Cariño, uno es dueño de sus propias consecuencias, y estar con Arman Bastian no es precisamente un regalo o algo que presumir.
—Él me encontrará. —afirmó Ariana dejándose caer contra el suelo de espalda, no podía mantenerse mucho tiempo de pie.
—Lo sé, tengo curiosidad si también es capaz de ir por ti al mismo infierno. —sonrió con maldad. —Él solo encontrará las cenizas de la mujer que alguna vez le importó, y quiero verlo.
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En los Brazos de la Bestia
Tajemnica / Thriller¨Despertó su curiosidad, como una presa a su depredador¨ Ariana perdida en su dolor buscaría acabar con ello, cegada por el momento, recién plantada en el altar huiría para entonces encontrar el lugar perfecto para cumplir su cometido. Las cosas no...