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Ninguno quedó con vida, Bastian revisó cada cuerpo apilándolos como basura uno sobre otro en el jardín trasero, era iluso al creer que un tiro de Luka no fuera letal. Ese hombre tenía una perfección mágica a la hora de manejar un arma que no desperdiciaba balas, siempre en puntos certeros que dejaran a su oponente fuera de batalla. Pero en ese momento le parecía un detalle no maravilloso, necesitaba corroborar quienes eran, o quien los había mandado. Tenía en mente a alguien.

Observó la sangre por toda la casa, principalmente la habitación de Ariana. Saber que era de ella le causaba un mal sabor que la sangre dejó de representar para él hace mucho tiempo. Sus manos aún tenían rastro de ella, en su camisa la mancha era persistente.

Lastimar a una mujer y sobre todo a alguien como Ariana ajena a ese mundo turbio le parecía una bajeza. Su padre y abuelo le enseñaron que no se tocaban, la regla se rompía si no eran inocentes. Si eran consciente de sus actos tenían que serlo también de sus consecuencias. Pero Ariana era solo una mujer joven con sueños, jugando al ritmo de Bastian.

Entró a su despacho, era un desastre, los disparos habían acabado con casi todas las botellas a la vista. Recorrió hasta el fondo y abrió un compartimiento que dotaba su mini bar exterior. Rebuscó entre todas las botellas hasta encontrar un vodka que le apetecía. Acomodó su escritorio y tomó asiento contemplando apenas los matices de un posible amanecer.

Marcó un número en su celular, no era necesario que dijera algo, sabían que quería en el momento que su llamará entrara. Indicó la dirección con un número asignado y colgó, se encargarían de esos intrusos, tenía que pagar una cantidad por cada cuerpo, lo justo... un precio a una vida ya extinta, un negocio rentable en ese mundo. Habían pasado varias horas desde que se la llevaron y no tenía noticias, sin embargo eso era algo bueno.

Observó llegar a Bianca y detrás de ella la camioneta que limpiaría ese desastre. No tenía que decirle nada a esa mujer. Era la mejor para esos trabajos, simplemente atendería cada detalle de esa casa con atención.

Bastian enardecía en coraje por el atrevimiento de profanar ese lugar. Si podía llamar un lugar como suyo era ese espacio perdido en la nada de esa región. Siempre se sintió real, ahora manchado de sangre le era impensable de soportar. Un segundo vehículo llamó su atención justamente medía hora después, el día estaba perdiendo contra la oscuridad, algunas nubes auguraban un día nublado Y el amanecer se atrasaba.

Se levantó para caminar hasta la ventana, defendieron del auto dos hombres y detrás de ellos Adrik, contrajo la mirada al reconocer al rubio y al hombre que bajó detrás de él con un sobre en la mano. Nikolay Pavlov el jefe de la mafia roja, el día le estaba pareciendo encantador para iniciar de esa manera con el dueño y señor de la hermandad en su despacho destruido, con el cuerpo lleno de sangre ajena. Volvió a tomar asiento sin humor...

El rubio rápidamente hizo presencia con su típica fachada juvenil, lo saludó con respeto alzando la mano. Bastian alzó el vaso y señaló donde podía tomar uno.

—Tienes mala pinta. — pronunció Adrik, tan insolente como siempre.

—Perdona. — comentó alzando las cejas antes de beber de golpe.

—Luka me ha avisado y yo me tomé el atrevimiento... — sirvió y bebió rápido señalando la puerta.

—Hiciste bien... — dijo con calma, Bastian. Adrik era un joven muy activo y sobre todo directo. Si no creyera que era importante lo que paso no le hubiera dicho a su padre. Pero le sorprendía que él pusiera un pie ahí. Aunque Nikolay fuera su tío se mantenían alejados de sus negocios sin inmiscuirse más allá.

—Moy syn(hijo mío) — pronunció cruzando lo que quedaba de la puerta. Sabía muy bien que antes de subir observó todos los detalles en la parte de abajo.

En los Brazos de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora