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El príncipe Sigfrido hacía su entrada al lago y contemplaba a la bella Odette, mientras Ariana movía sus piernas para generar fricción entre el cuerpo de Arman Bastian y el suyo. Podía ver el espectáculo de reojo, pero le era más interesante mirarlo a él disfrutando, bufando, apretando sus manos contra su cuerpo y maldiciendo en su oído.

—Tendrás el descaro de hacerme venir solamente masturbándome o me dejarás romperte en dos contra el palco. — pronunció con la voz cargada de masculinidad salvaje. Ariana apretó su mano haciéndolo gruñir y soltar un bufido.

Esa mujer lo estaba llevando a límites desconocidos, tal vez era la mezcla de inocencia que aun sus ojos expresaban pese a la lujuria en ellos. ¿Qué tenía Ariana para romper su poca cordura? Su cuerpo era perfecto entre sus manos, había comenzado a amoldarse de una manera inimaginable entre sus dedos.

Ariana abrió las piernas con descaro y alzó su cuerpo, presa de su propia excitación provocando que el miembro de Bastian quedara justamente sobre sus labios húmedos que pedían gritos por un poco de atención, la pantaleta le estorbaba y sin pensarlo la retiró hacia un lado y pasó con descaro toda la hombría de Arman, apretó las piernas cuando rozo su clítoris y mordió sus labios para no gritar. Achicó su cuerpo contrayendo los hombros, pero él no tenía contemplaciones para ese momento. La jaló del cabello desde la base de su cabeza acercándola de nuevo hasta su rostro.

—Estás tan húmeda, Ari. — bufó moviendo sus caderas de arriba abajo, Ariana cerró las piernas juntando los muslos para que su miembro jugara con las paredes que ofrecía su piel y su acalorado sexo. La música seguía, el baile continuaba con pasos mágicos y estéticos mientras ella mordía sus labios buscando control. Tapó su boca rápidamente cuando sintió que un orgasmo llegaba por la fricción. Arqueó la espalda y se mantuvo en punta hasta que fue pasando poco a poco, cerró los ojos con fuerza, pero Bastian no daba paz, seguía moviendo sus caderas. —La noche apremia.

Fue las únicas palabras que pudo descifrar antes de que todo su pene entrara en ella, quemó, el grosor expandió sus paredes sin miramientos. Soportó el aire en los pulmones hasta el segundo movimiento donde lo sintió salir y entrar de golpe de nuevo obligándola a generar un sonido ahogado. Lo más sorprende fue ella imitando ese movimiento doblando sus piernas para empujar, estaba totalmente acostada en el cuerpo de Bastian, él apretaba su cintura y agradecía su flexibilidad le regalaba acceso completo a su estreches que abrazaba su miembro provocándole un placer indescriptible cada vez que ella bajaba a tope. La butaca era incómoda, le impedía abrir las piernas para tomar mayor impulso.

Sin pensarlo se alzó con ella asustándola por quedar casi expuesta hacia la gente, pero él la acomodó contra la pared escondida entre una cortina roja de terciopelo que adornaba aquel palco. Ariana sintió miedo de ser vista, sin embargo no deseaba parar. La empujó con fuerza, soportó los embates de ese cuerpo fornido que hacían rebotar su trasero llenándola por completo y abandonándola para hacerla gemir por cada centímetro dentro. Bastian la giró y la cargó empotrándola contra la pared.

—Deseo mirarte, Ari. — declaró cerca de sus labios. Ariana temblaba, afianzó sus manos en sus hombros y sus piernas en la cintura. Poco a poco de nuevo entraba en ella, lento, pausado regalándole una oleada de placer. Como lo dijo, él no dejó de mirarla mientras seguía invadiéndola, estaba ahí de nuevo esa mirada de Arman Bastian estudiándola, cada detalle lo contemplaba, la manera como sus ojos se abrían al sentirlo y sus labios se humedecían con su lengua. Entró de golpe y la hizo gemir con descaro.

—Nos verán. — afirmó con la voz entrecortada.

—Se estarían perdiendo de un buen espectáculo si no lo hicieran. — pronunció acariciando sus labios con uno de sus dedos. —Pagarían por verte.

En los Brazos de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora