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Ambos se quedaron dormidos después de eso, Isaza no dejó de abrazarla en toda la noche, en la mañana cuando tocaron a la puerta el mayor solo deseaba que todo hubiese sido un mal sueño, que nada fuera real y que él pudiera quedarse con su hija por el resto de su vida. Pero el atuendo policial de los dos hombres le regresó a la realidad, sin decir nada ambos hombres entraron, tomaron a la pequeña y le dieron un papel con el citatorio - suerte - dijo burlón el policía al cerrar la puerta.

Isaza miro el papel, la cita era hoy mismo, más tarde. No sabía si estar feliz de que todo esté infierno pudiera terminar tan pronto, o de que tan pronto esté infierno pudiera terminar con él. Se alistó lo más rápido que pudo y salió en busca de consejos que pudieran ayudarle.

La hija de IsazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora