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-Y bien señor Isaza, que le hace creer que usted es la mejor opción para custodiar a la menor

-Primero que nada, es mi hija, y jamás me atrevería a hacerle daño o lastimarla como estos hombres aquí presentes, siempre la antepondré por sobre todas las cosas sabiendo que es mí y solo mi responsabilidad cuidar de ella.

-Usted está acusando de abuso a los Rodríguez señor Isaza? Pues de ser falso las consecuencias serían devastadoras separa usted - aseguró el juez.

-Si eso es lo que hago.

-Muy bien, ¿alguna defensa? - se dirigió ahora a los Rodríguez.

-Totalmente falso, es nuestra sobrina y lo último que haríamos sería faltarle de esa manera. La hemos visto crecer y la conocemos perfectamente, ella nos adora - dijo el hombre firme mientras su esposo miraba firmemente al suelo.

-Si tanto los adora ¿por qué huyó a buscarme a mí en vez de irse con ustedes? - Interrumpió Isaza.

-¿Quién nos asegura que no la secuestraste y retuviste en tu mugroso apartamento? - el hombre parecía furioso.

-¡Alto, alto, alto! ¡Orden en la sala! Señor Isaza nadie le permitió hablar, Señor Rodríguez, es absurdo lo que dice, ya que siendo el Señor Isaza el padre de la menor no se puede catalogar como un secuestro.

-Y quién nos asegura que realmente es su padre - Rodríguez estaba fúrico.

-Tengo una copia de su acta de nacimiento y si revisan el tobillo de Isabel notarán una herida que el hombre aquí presente le hizo hace un tiempo.

Rodríguez no dijo nada, solo apretaba los dientes, el juez fue el que habló - no dudamos de la veracidad de su progenitura, sin embargo, si de su capacidad de cuidar a la pequeña. El caso está cerrado y como juez he tomado una decisión evaluando los distintos factores - la sala se quedó en silencio, al fondo los tres chicos se tomaban las manos con fuerza esperando el desenlace - la joven Isabel queda bajo custodia de los Rodríguez- dijo golpeando repetidamente el martillo.

Isaza se quedó ahí petrificado, tieso y sin expresión alguna, las lágrimas se acumulaban en sus ojos, había perdido, y escuchaba las risas histéricas de esos estúpidos, burlándose de él, tomó un fuerte respiro y terminó mirando al juez, su mirada está seca, le indicaba al juez que había cometido un error, volvió a respirar profundo, se puso el sombrero, se limpio las lágrimas y salió de la habitación. Los tres chicos le dejaron solo por un rato, después llegaron a su casa para ver cómo le estaba yendo.

La hija de IsazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora