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-Papi... papi... - Isabel le picaba la frente con su dedo - paaaaaa•piii - decía dejando presionado su dedo. Con esto el mayor despertó - Buenoooos diaaaas - dijo cantando - ¿dormiste aquí? – terminó.

-No... bueno si, más bien me quede dormido - dijo sentándola a su lado.

-Sobre eso, perdón por quedarme dormida ayer - le abrazó del brazo y notó la expresión de extrañes del mayor - perdón porque no pudiste quedarte con tus amigos - aclaró mirándole culpable.

-Amor! - le abrazó con fuerza - para mí, mi prioridad eres tú, y desde que llegaste vas a ser siempre tú. Igual tu padre está viejo para salir tan tarde. - dijo intentando animarle.

Eso es mentira, no eres viejo - la pequeña se paró sobre el sofá para poder tomarle la cara y aplastarle los cachetes.

-Estas muy loca mi pequeña - dijo riendo y aún con la cara aplastada - ¿qué te parece si tomas un baño para ir por algo de desayunar ? - dijo y vio la cara de desaprobación de la pequeña - y antes de que me diga algo, no tenemos nada para desayunar aquí. Pasaremos al súper de regreso - la pequeña parecía dudar - lo prometo - dijo para que aceptara.

-Vale. Pero será la última vez - le amenazo señalándole con el dedo.

El mayor solo levantó las manos en alto respondiendo a esa adorable amenaza.

En cuanto Isabel entró al baño Isaza sacó el teléfono - Villa. Ayúdeme con algo, perro...

La hija de IsazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora