Aunque me cueste admitirlo, las sábanas tenían ese aroma hogareño, mi alma se sentía atrapada, más mi cuerpo no, me di la vuelta y abrí los ojos para observar que sucedía.
—Por fin—dijo con estres y salió de la habitación. Lea era la primera más amargada, la segunda, era Layla.
Solté un suspiro y me levanté preparada para enfrentarlo, el entró segundos después, su sonrisa me hacía pensar miles de cosas, aún así, entre esas cosas, no podía llegar a pensar que era una mala persona.
—¿Por qué estoy aquí, aún?—me acerqué un poco más, no tanto porque me sentía vulnerable, es como si de una forma u otra el hubiese creado una barrera para ser intocable.
—Te desmayaste—agregó, sin decir el porque o el como. He de ahí donde comencé a sacar de nuevo mis conclusiones. La única forma que logré quedar rendida es que tenga mucho sueño.
—¿Estás seguro que no fue tu pie?—levanté la ceja izquierda, siendo la única que sabía levantar.
El hizo lo mismo y en un abrir y cerrar de ojos se agachó quedando a la par con mi tamaño.
—Estoy tan seguro así como me llamó Nathaniel—susurró, dejándome oler su aliento, era una combinación de frutas con menta, era algo simplemente maravilloso.
Asentí, aún sin estar convencida, solo quería salir lo antes posible de aquí.
Sus pasos eran tranquilos y serenos, pero no lograba dejarme la delantera, era un hombre alto y extrañamente siempre tenía buena postura. Es como si fuese la versión perfecta de si mismo, acaso ¿Todos teníamos una versión perfecta de nosotros mismos? No, no en este mundo.
Más por curiosidad que por cualquier otra cosa, quería que el por un momento dejase ver sus defectos, tal vez, era algo que cada persona debía aprender. No mostrar sus defectos para que los demás no lo usen en su contra, pero, por más que lo intentemos, es imposible. Alguno de estos días el iba a equivocarse, entonces yo iba a sonreír satisfecha. Pero ¿por qué me alegraría por sus debilidades?.
—¿Volverás?—Preguntó a mi espalda.
Mentí y asentí, dando los primeros pasos para irme.—No te estoy obligando—Agregó y luego cerró la puerta, es como si me conociera perfectamente, o, tal vez, yo era demasiado obvia.
El caminó a casa fue de lo más tedioso. Después de la mitad del bosque, podía ver como todo oscurecía tan de repente, suspiré al ver Genevie en el marco de la puerta, tenía los brazos cruzados y su rostro lleno de confusión y molestia.
—¿Estás son horas de llegar?—Susurró para no formar un espectáculo, cabe destacar que los vecinos eran bastante entrometidos.
—Estaba con una amiga, lo siento—la miré despacio y ella entrecerro los ojos, parte de su mente me creía, la otra parte no. Tenía una amiga y apenas había llegado, Genevie no era tan tonta para creerlo.
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Annie Jones.
Mystery / ThrillerNo es justo que tu corazón se destrocé por una persona que tiene el corazón completó sin ti. Ha sido uno de los consejos más sabios que me acompañan en el recorrido de la vida, apenas la he comenzado. Después de conocernos tanto, volvemos a ser extr...